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La música también se imprime en 3D

David Muñoz, profesor del Conservatorio, desarrolla en colaboración con la Universidad boquillas personalizadas para tuba mediante fabricación aditiva

David Muñoz y Mariel Díaz, con las boquillas.

A David Muñoz, profesor de tuba y bombardino en el Conservatorio Profesional de Música y Danza de Gijón, le llevaba rondando la cabeza hace un tiempo cómo dar una vuelta de tuerca a un instrumento que, por clásico, se prestaba a pocas innovaciones. Fue el problema de una alumna suya, a quien la forma física de su cavidad bucal le impedía abarcar la boquilla del instrumento lo que llevó a este profesor de Música a pensar en un sistema que se adaptara a la anatomía de cada instrumentista. La coincidencia de David con otra innovadora, Mariel Díaz, en una de las charlas TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño), organizadas por la Universidad de Oviedo encendió la chispa de un nuevo desarrollo.

Mariel dirigía un taller sobre impresión 3D y David halló en esta tecnología una oportunidad para desarrollar de forma "sencilla y rápida" boquillas personalizadas. Hace seis meses comenzó un proceso de "ingeniería inversa" en el que se pudo demostrar que lo que de verdad influye a la hora de tocar el instrumento es la forma de la boquilla, "no el material", explicó David. Se escaneó la distancia nasolabial de los músicos y se pudo comprobar que, reduciendo el aro interno de la pieza, aquella alumna con problemas tenía resuelto el problema de cómo abarcar el instrumento.

Las nuevas boquillas, fabricadas en PLA (un material biodegradable que no produce ningún tipo de irritación) también motivaron a los alumnos. "Se pueden realizar en diferentes colores y ponerles nombres, son totalmente personalizables", explicó David Muñoz tras comprobar el éxito de introducir la fabricación aditiva en el mundo de la música. Mariel Díaz, profesora del máster en impresión 3D creativa de la Universidad de Oviedo y fundadora de la empresa Triditive que ha hecho de esta tecnología un recurso para la enseñanza y para la innovación en el ámbito de la ingeniería, anuncia con orgullo que es la primera vez que se utiliza este recurso en el ámbito de la música. "Existe todo un mundo de posibilidades", avanza esta docente y emprendedora, "puesto que también podemos escanear a la persona y adaptar todo el diseño del instrumento a los rasgos faciales" de los músicos. "Lo que más influye en la calidad del sonido es la forma, no el material de la boquilla", insiste el profesor del Conservatorio.

Al final, lo que les ha permitido la impresión 3D es "que te personalizas" y en una misma serie de instrumentos es posible "hacerlos tuyos", comenta David Muñoz. Apasionado de la enseñanza de la música a través de estos instrumentos, con una intensa labor pedagogía y de difusión tras de sí con el objetivo de mostrar a la sociedad las grandes capacidades artísticas que posee la tuba y el bombardino, David explica ya en su canal de YouTube el resultado de este proyecto.

Como persona inquieta y proactiva, a la que le encanta aprender y generar nuevos proyectos que le hagan crecer como músico y como persona ya piensa en el que será su próximo desafío. "Diseñar un instrumento o partes de él mediante impresión 3D", anuncia. La colaboración surgida con la empresa Triditive y la propia Universidad de Oviedo no se quedará en las boquillas personalizadas para la tuba. "El trombón o la trompeta podrían ser los siguientes", explica. Un alumno del máster universitario de impresión 3D creativa está ya volcado en un proyecto para fabricar parte de una gaita mediante la misma tecnología.

"Lo curioso es que se logre todo tan rápido y fácil", comenta David. La cuestión económica también gana peso. Una boquilla bañada en oro para una tuba puede costar unos 120 euros. Las normales, que emplean los recién iniciados en este instrumento, tienen un precio de entre 70 y 80 euros pero con tecnologías de impresión 3D el precio de venta al público baja a 30 euros.

"La idea ahora es que las tiendas de música oferten este tipo de productos personalizados. Nosotros lo fabricaríamos", anuncia Mariel Díaz mientras a su espalda una de las impresoras 3D de la Universidad de Oviedo avanza en el trabajo de adicción de capas para fabricar una nueva pieza. "No se rompe ni se abolla al caer al suelo como ocurre con las de metal y ajusta perfectamente", concluye David Muñoz. Todo son ventajas.

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