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JORGE MORENO | Dramaturgo, director y actor, acada de fundar la compañía "Ánimo de Lucro"

"El problema del teatro profesional asturiano es que nos movemos por migajas"

"Nací en la escena aficionada, sin cobrar un duro, y por eso sé que lo que hacen algunos es tan sólo competencia desleal"

Jorge Moreno. MIKI LÓPEZ

Es uno de los nombres importantes de la escena asturiana desde hace década y media. Autor premiado, director de una quincena de espectáculos y actor infatigable, el gijonés Jorge Moreno (1973) inicia etapa con una nueva compañía, "Ánimo de Lucro".

-¿Por qué otro grupo después de tantos años ligado a "Konjuro Teatro"?

-"Konjuro" ha sido la espina dorsal de mi trayectoria teatral, más allá de que muchas otras compañías me dieran su confianza. Llevaba tiempo pensando en un cambio. Y de ahí surgió la idea de dar este giro.

-¿En qué consiste?

-Es darle una vuelta más a lo que ya se había ido transformando "Konjuro Teatro". Empezamos con comedia blanca y fuimos evolucionando hacia una propuesta más ácida y gamberra. Y necesitaba otro cauce para hacer un teatro mucho más pegado al momento que vivimos. Lo políticamente correcto, que a mí me horroriza, está consiguiendo sus propósitos: transformarnos en una sociedad gris en la que nos riamos únicamente de lo que nos dicen que podemos reírnos. El propio nombre de la compañía es, en un sociedad en la que todo el mundo se pone el cartel "sin ánimo de lucro", una declaración de principios.

-¿Y quién le acompaña en esta nueva aventura?

- He querido conjugar veteranía y juventud. Está, por ejemplo, Sonia Roces, que me ha acompañado desde los inicios de "Konjuro", o Javi Castro, recién licenciado en Arte Dramático. Lo mismo con el equipo técnico. Vamos a ver que sale.

-Tienen reservado el próximo 15 de abril para estrenar en el Palacio Valdés, en Avilés. ¿Qué ofrecerán?

-El título es casi una obra en sí mismo: "Tribulaciones del diestro Jorge Moreno, "Morenito", luego de aceptar un clavel arrojado desde el tendido nueve por una supuesta desconocida". Supongo que se quedará en "Tribulaciones...". Es un juego, incluso con vistas al cartel.

-¿Y qué tribulaciones son ésas?

-Con la excusa de los toros, habla de un torero de mala muerte, trasladable a cualquier otra profesión, al que contratan en un pueblo que acaba de cambiar de Corporación. Se encuentra con mil y un escollos. Es una sátira del momento que vivimos. Y un intento de traspasar esas líneas rojas que nos han interiorizado para que no las pasemos.

-La sátira... Ya ve cómo han acabado los dos titiriteros en Madrid.

-Por eso lo digo. Rizar el rizo sería satirizar a esos titiriteros.

-Tengo una curiosidad. Usted es un todoterreno del teatro, pero ¿qué es lo que más le gusta?

-Sin duda, la escritura. Para mí, el mejor momento es de la soledad ante la página en blanco, cuando todo es posibilidad. Al contrario de lo que les ocurre a otros, mi sufrimiento empieza cuando se rellena ese folio. Intento siempre escribir la mejor obra del mundo y nunca me sale.

-Ha ganado premios importantes, como el "Carlos Arniches". ¿Qué le ha faltado a Jorge Moreno para dar ese salto a los teatros de Madrid?

-No me distingo por socializar mucho en esos ámbitos, sólo por mi trabajo. Mi objetivo ha sido reivindicar la profesionalidad de mi oficio, no dar ese otro salto. El teatro llegó a mi vida por casualidad; yo era profesor de Geografía e Historia. En el teatro universitario me ofrecieron un pequeño papel que después se alargó. Y ahí empezó todo. Pasaron unos cuantos años y, cuando me di cuenta, estaba viviendo de esto. Hasta hoy. Soy un solitario que se encuentra bien con determinadas personas, pero jamás he tenido el afán de dar ese salto del que hablamos. Me da pereza. Si llega un día, bienvenido, pero no es el objetivo.

-Es beligerante con la crítica al falso teatro aficionado...

-Nací en el teatro aficionado, así que no estoy en contra. Yo no cobraba y hasta mi pobre padre, que era electricista, nos ponía cuatro focos de su tienda. Por eso sé que algunos no hacen teatro aficionado, sino competencia desleal. Si hay lucro, no es teatro aficionado. Me enerva. Han ocurrido cosas -los taxistas, por ejemplo- y la gente empieza a entender lo que decimos.

-Usted preside, en este sentido, la asociación Foroescena. ¿Cómo es la relación con la Asociación de Compañías Profesionales de Teatro y Danza de Asturias (ACPTA)?

-Con altibajos. Lo anormal es que en una región haya dos asociaciones de este tipo, aunque pasó en Murcia y ocurre en Madrid. Lo ideal es que remáramos en la misma dirección.

-¿Y por qué no lo hacen?

-Por los personalismos y los intereses creados. Entendería que nos moviéramos por millones, pero el problema del teatro profesional asturiano es que nos movemos por migajas. Hay que mirar al horizonte con más ambición.

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