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Directo al corazón

"Antes de internet, el porno tenía una demanda exagerada en los videoclubes"

"Conocí al compositor panameño Rubén Blades en la 'Semana negra', antes de que se convirtiera en la feria del bocata que es en la actualidad"

"Antes de internet, el porno tenía una demanda exagerada en los videoclubes"

El cine como espectáculo ha pasado, en un corto espacio de tiempo, a diferentes modos de consumo. De una proliferación de salas múltiples se pasó a la supresión de éstas. La culpa, se dijo, se debía a la facilidad del cine en casa, un plan que facilitaban los videoclubes. Pues tampoco; hoy se han ido extinguiendo casi hasta desaparecer. Refiriéndonos a Gijón, el casi obedece a la existencia o supervivencia de Vídeo Club 85, situado en la calle Juan Alvargonzález, un negocio que sorprende por la dimensión de sus instalaciones, acogiendo una oferta próxima a la totalidad. Al frente de ella está José Fermín Gordo Álvarez, un chico volcado en su trabajo, un profesional entusiasta que todo lo sabe en lo que respecta al séptimo arte.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en Gijón (1974), hijo único. Creo que soy emprendedor, tenaz y no muy disciplinado. Sociable, alegre y optimista. Mis amigos de verdad son contados. Estoy soltero pero vivo en pareja con Montserrat Zapico y tenemos una hija, Lucía, de 5 años.

-¿De pequeño a qué jugaba?

-Entonces no existía la avenida del Llano, ésta era una zona abierta, de manera que jugábamos en la calle a todo, chapas, peonza, bici... Como no me gustaba el fútbol, yo siempre era el arbitro. Pero siempre quise ser músico.

-¿Estudió para ello?

-Sí, tras cursar la EGB en el colegio Manuel Martínez Blanco ingresé en la Escuela de Música de Gijón, donde hice los cinco años de solfeo y percusión. Soy un batería.

-¿Ha ejercido?

-Sí, y aún lo hago. Empecé mi carrera tocando en la orquesta Platino, donde me mantuve seis años, hasta que en 1996 formamos el grupo "Assia", con el que actuamos en todas las fiestas, incluso en Gijón; el año pasado, por Begoña, lo hicimos en Poniente.

-¿Y el videoclub cuándo aparece en su vida?

-Ya existía, aquí mismo. Yo era cliente y amigo del dueño, y cuando se jubiló me quedé con el negocio respetando su característica forma de trabajar. Era el año 2000.

-¿Hoy es el último de Filipinas?

-Yo creo que a este nivel tan grande, sí. Los más imponentes que había en Gijón eran Discoteca y Menfis, funcionaban muy bien, pero... Ambos cerraron. Sé que soy un superviviente, y cuando las barbas de tu vecino veas cortar...

-¿Cuántas películas reúne en Vídeo Club 85?

-Pasan de 35.000. Hay mucho cine clásico, que tiene gran demanda porque no existe en internet. La oferta es múltiple, desde estrenos a videojuegos, se puede encontrar de todo.

-¿Los estrenos no vienen con demasiado retraso?

-Se ha reducido mucho, ahora tardan en llegar dos meses de máximo, cuando antes había un año de espera.

-¿Qué genero tiene más demanda?

-Las mujeres se inclinan por la comedia romántica y el drama; los hombres, por la acción. Los cinéfilos suelen pedir bélicos y westerns clásicos. Y también las novedades, las películas 3D, los estrenos... Los sábados de invierno son los de mayor caja.

-¿Hay un cliente estándar?

-Sí, hombres de 30 años en adelante y parejas en fines de semana. Y tenemos algún cliente que todos los días alquila una película.

-Hablemos del porno...

-Tuvo su época. Antes de internet era exagerada la demanda.

-¿Toda de hombres?

-Sí, pero también venia alguna mujer. Era curioso, si en el mostrador estaba una chica los hombres se retraían y esperaban a que acudiera yo u otro dependiente. Y al contrario, si era una mujer aguardaba a la chica. El alquiler del porno ha aumentado desde que instalamos el video-cajero automático, al facilitar el anonimato. Así que el noventa por ciento de lo que despacha ese cajero es porno, pese a que internet casi acaba con ello.

-¿Cómo son los precios?

-Un estreno vale 2,30 euros por 24 horas. Una película normal, 1,70 euros.

-¿Cuántas se pueden alquilar en un buen día?

-Hace años, los sábados llegábamos a 600 filmes; hoy no pasan de 300. Trabajábamos aquí cuatro personas y ahora somos dos.

-¿Quién es el enemigo de los videoclubes?

-Internet y el fútbol.

-¿Y el suyo?

-La falta de honradez que hay en la sociedad. Hace tiempo una palabra era una firma; hoy se ríen de ti.

-¿Quién ha sido su maestro?

-En música, mi profesor de batería, Eduardo Pérez Escobar, y en el negocio María del Carmen Tamargo, la dueña de un videoclub de la calle Alfonso Camín, a la que yo ayudaba hasta que conocí a Ramiro, mi predecesor en Vídeo Club 85.

-¿Y su político?

-En estos momentos estoy desconcertado y descontento.

-¿Cuál es la película que siempre volvería a ver?

-¡Uf...! Son tantas. Digamos, "55 días en Pekín", "La conquista del Oeste", "El día más largo", "La caza del octubre rojo"...

-¿Y en la batería qué toca?

-Me gusta la música latina, las obras del compositor panameño Rubén Blades, al que conocí un año en la "Semana negra", cuando era la "Semana negra" de verdad y no la feria del bocata en que se ha convertido. Entonces había nivel cultural.

-¿A qué tiene miedo?

-A mí mismo, a caer en el error, a fallar...

-¿Deportivamente tiene alguna frustración?

-No, no soy deportista ni me interesa el deporte. Soy un vago.

-¿Qué va a hacer cuando sea mayor?

-Jubilarme, seguir con la música y ver cine.

-Claro, lo suyo es...

-¡El cine!

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