Vuelven a llegar noticias desde tierras mexicanas relativas a la secta liderada por Ignacio González de Arriba, un gijonés que se encuentra preso en un penal de alta seguridad de México como líder de los Defensores de Cristo, grupo denunciado por prácticas como la prostitución, trata de personas o, incluso, tráfico de órganos. González fue detenido en enero de 2013 en Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas, en una operación policial que desarticuló la cúpula de la organización, denunciada por la Red de Apoyo a Víctimas de Sectas.

En esta ocasión, ha sido la Fiscalía General del Estado mexicano la que ha informado de la sentencia contra dos integrantes de los Defensores de Cristo. Si bien, la nota informativa de la Justicia mexicana no aclara a qué miembros de la secta afecta el fallo judicial o si está relacionado con la operación ejecutada por agentes del Instituto de Migración practicada en 2013 en Nuevo Laredo que supuso la desarticulación de la cúpula de la organización, liderada por el gijonés, que se hacía llamar "Maestro Fénix" y aseguraba ser la reencarnación de Jesucristo. Entonces, una denuncia anónima fue la que alertó de la presencia de personas en malas condiciones en una finca de las afueras de Nuevo Laredo. Se dio así con la sede que utilizaban los Defensores de Cristo en Tamaulipas.

Lo cierto es que la sentencia ha sido dictada por un Juzgado del propio Estado de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos, y condena a seis años de prisión y una multa de 27.400 pesos (en torno a 1.400 euros) a dos integrantes de la secta. Asimismo les obliga "a la reparación del daño", según publican medios mexicanos.

El delito al que se refiere la sentencia es el de trata de personas. La fiscalía mexicana informó, en un escueto comunicado, de que "los sentenciados se aprovecharon de la vulnerabilidad de la víctima para obligarla a trabajar ofreciendo cursos". Así, se da a entender que el fallo fue motivado por una de las víctimas, que se ha atrevido a denunciar. Una de ellas relató a este diario en marzo de 2013 que le forzaban "a mantener relaciones y participar en orgías" y explicaba que "el daño es terrible". La secta, que mantenía a sus fieles hacinados y practicaba la poligamia, se financiaba a través del cobro de "diezmos".