Las devociones del Jueves Santo, ayudadas por una tarde apacible congregaron a una multitud para acompañar el desfile procesional del Cristo de la Misericordia y de loa Mártires. Rebosaban las calles como nunca para contemplar el paso del precioso Cristo Crucificado obra del artista bejarano, Francisco González Macías, realizada en 1944, durante la fructífera etapa gijonesa del escultor. Este Cristo, colgado en la cruz, tiene los ojos abiertos, aun está vivo, y en su mirada se adivina su inmenso dolor. Es inimaginable el efecto de tan cruel tortura. Las manos desgarradas por el peso de su cuerpo... La experiencia científica hoy nos asegura que Jesús murió de un chock hipovolémico y asfixia; estaba ya demasiado débil de cargar con la cruz, y casi desangrado. Y en aquella postura apenas podía respirar. Pero aún tuvo fuerza para decir al Padre, "perdónalos, porque no saben lo que hacen".

No, no sabemos lo que hacemos.

La imagen aguardaba a las puertas de la iglesia de San Pedro, rodeada de flores rojas. Iban a llevarla veinticuatro porteadores, entre ellos una mujer, Miriam Lorenzo. El jefe de filas, como siempre, Jacinto Pidal. Junto al paso, Álvaro Armada y Baizcartegui, conde de Revillagigedo, como último representante de la familia que en el siglo XVII instauró la Semana Santa en Gijón, se disponía a tocar la campana que daba salida al Cristo. Eran las ocho en punto. Tres toques, y ¡Al hombro! Le precedían las cofradías de la Santa Vera Cruz y el Santo Sepulcro, y un gran incensario humeante.

Antes de que el Cristo diera los primeros pasos, la Banda de Música de Gijón, dirigida por Iván Arboleya, interpretó el Himno Nacional. Luego se inició la marcha. Caminaban ante Él, Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, y el sacerdote Constantino Hevia. Javier Gómez Cuesta iba a dirigir el vía crucis; el mismo que hoy se rezará en la Basílica de San Pedro, en Roma, con la presencia de Su Santidad Francisco. Primera estación: Jesús es condenado a muerte... Un juicio en que se conculcaron todos los aspectos de la ley, según comentó en su día, Javier Fernández Costales, catedrático de Derecho, y pregonero de esta Semana Santa

Todas las estaciones del vía crucis fueron seguidas de un padrenuestro.

Cerraba la comitiva el pregonero de esta Semana Santa, Álvaro Muñiz, acompañado de Paulino Tuñon, pregonero en 2014, y del conde de Revillagigedo. Tras ellos, la Banda de Música. El gentío se agolpaba en todo el recorrido. La segunda estación se rezó en el jardincillo dedicado a Juan Ramón Pérez las Clotas. Jesús cae por primera vez... Dice la Historia que la noche en que murió Jesús había Luna llena, la misma que brillaba ayer sobre las aguas de la bahía gijonesa.

Tercera estación en la calle Ventura Álvarez Sala. Cuarta, en la calle Melquiades Alvarez... A las diez de la noche, de nuevo ante la iglesia, la decimocuarta: Jesús es sepultado. Todo había llegado a su fin.