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Tradición perdida por Bienvenida

El colegio de la Inmaculada y la Laboral celebraron con sueltas de vaquillas y capeas sus fiestas rectorales desde 1948 hasta 1973, con los alumnos como toreros

Varios alumnos son embestidos por una vaquilla mientras juegan al tute en el centro del ruedo. ARCHIVO DEL COLEGIO INMACULADA

En el colegio de la Inmaculada de Gijón, que este año celebra su 125 aniversario, se organizaron festejos taurinos ininterrumpidamente desde 1948 a 1973 con motivo de sus fiestas rectorales. Las reses procedían de las ganaderías de Gamazo, Marqués de Simancas, Tabernero, Antonio Sánchez Ferrero, entre otros, como rezan los carteles que se conservan tanto en el propio colegio, como en el Museo del Pueblo de Asturias y algún aficionado. Las vaquillas, de respetable trapío algunos años, volvían vivitas y coleando a la ganadería después de la fiesta.

Los alumnos de los dos últimos cursos, los más atrevidos, eran los encargados de lidiarlas, un día toreaban unos y al siguiente los otros. A pesar de las cogidas, nunca hubo que lamentar ningún accidente serio. Esto suponía la oportunidad para cientos de chavales de ponerse por primera vez en sus vidas delante de una vaquilla. Un privilegio que hoy en día no tienen los jóvenes en toda Asturias, y era una auténtica cuna de aficionados. El propio centro tejía los trastos de torear, una mezcla entre capote y muleta sin apenas peso que aún se conservan, bien doblados, en una vitrina de su cuidada biblioteca. Los primeros años las sueltas se hacían en el patio de La Virgen, en el interior del colegio, para montar posteriormente una "placita" de madera en los patios exteriores y los campos de fútbol.

Como pueden imaginar era una auténtica fiesta desde el paseíllo, con todos los alumnos participantes desfilando, a los valientes que hacían el don Tancredo, las mesas de tute en el medio de la plaza, con los mozos sentados desafiando a la vaca, y el miedo cuando escapaba por los patios y todos los alumnos salían corriendo. Un hecho que, al menos, sucedió en una ocasión al hundirse los toriles. De aquí salió el último gijonés que llegó a novillero con caballos, José Luis Caneja, y que toreó, incluso, en El Bibio. Él hizo las veces de director de lidia durante las fiestas colegiales.

El infortunio de la muerte de Antonio Bienvenida, cuando una vaquilla escapada le cogió por la espalda, hizo a los responsables no continuar con este festejo. Gracias a José Manuel Guerrero Rodríguez, exdirector del colegio, profesor, y responsable del archivo, pude rescatar algunas fotos y visualizar un vídeo taurino que comparten y divulgan orgullosos de su historia y su afición entre las nuevas generaciones de alumnos y alumnas. Hasta 1972 el colegio era eminentemente masculino.

Las mismas vaquillas que se utilizaban en las fiestas de los Jesuitas iban después a la Universidad Laboral, que por aquel entonces era el instituto de educación secundaria más grande de España con cabida para más de 3.000 alumnos, dado que la enseñanza y dirección del centro eran también de los Jesuitas mientras que la intendencia la hacía la orden de las Clarisas.

Estos dos centros tenían entre sí una gran rivalidad, tanto deportiva como académica, y como no podía ser menos competían por tener las mejores fiestas. No podía ser que uno tuviera festejos taurinos y el otro no. Compartieron las vaquillas desde 1967 a 1973 según aparece en la revista "La Torre", del archivo municipal de Gijón, dado que sus festejos de mayo coincidían en tiempo y forma.

En 1978 la Universidad laboral entregó la dirección a personal docente de las Universidades Laborales que sustituyó a los jesuitas y pocos años después se rescindió también el convenio con las monjas. Así fue como había toros en los campos de Somió colindantes a la Universidad Laboral, donde se sitúan ahora los campos de fútbol , el de rugby y el de hockey hierba.

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