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Los antiguos alumnos de la Laboral, "vigilantes" para que se acometan mejoras

La declaración del conjunto como bien de interés cultural no excluye la organización de eventos, pero "con un orden y contenidos adecuados"

Miguel Ángel Álvarez, Constantino Villabrille y María Jesús Argüello, a la entrada de la Laboral. JUAN PLAZA

La declaración de la Universidad Laboral como bien de interés cultural (BIC) ha suscitado entre sus antiguos alumnos una oleada de entusiasmo. Pero con cautela y una advertencia a las autoridades regionales. "Seguiremos vigilantes", advierten Constantino Villabrille y María Jesús Argüello, los dos principales valedores de que, por fin, el conjunto haya alcanzado una distinción por la que llevaban peleando años.

"Ahora contamos con el amparo jurídico necesario para ejecutar obras de conservación y restauración", señalan, y lo hacen con una certeza, la del constante deterioro de un espacio en el que la humedad y el abandono de ciertos espacios ha hecho mella en los últimos años. Lo sabe bien Miguel Ángel Álvarez, quien ultima su tesis doctoral sobre la Laboral desde el ámbito arquitectónico y artístico. "Una verdadera joya que ahora obtiene la protección que se merece", destaca el historiador, satisfecho con la decisión pero consciente de que "queda mucho por hacer".

Porque si la declaración como BIC supone una bocanada de oxígeno para el complejo, la lista de necesidades que se deberán abordar próximamente es larga. En ello están Villabrille y Argüello, quienes enumeran de memoria y de carrerilla los principales focos de actuación.

"La techumbre de la iglesia, con goteras enormes cada vez que llueve, pasillos encharcados, cornisas que se caen, pinturas en creciente mal estado, la cocina deteriorada por la humedad, túneles inundados..." Una retahíla de males en un complejo de 130.000 metros cuadrados cuyo ámbito de protección incluye ahora también los terrenos circundantes. "En ellos no se podrá edificar ni especular", se felicitan los promotores de la declaración como BIC.

Una de sus labores será a partir de este momento la de "vigilancia", que se sumará al hecho de que, técnicamente, cualquier reforma de cualquier clase en la Laboral deberá contar con el visto bueno del Consejo de Patrimonio. Y una de sus primeras peticiones será la de "elaborar un inventario de todos los bienes de la Laboral".

Porque, como explica Miguel Ángel Álvarez, "hay muchos bienes de mucho valor, no sólo el edificio. Hay muebles y otros objetos que merecen ser protegidos, y que, en primer lugar, tenemos que localizar, ver si aún existen y dónde están". Para ello se tomarán como referencia otros inventarios anteriores, y procurarán que sea lo más exhaustivo posible.

La aplicación de la protección no excluirá que se puedan celebrar eventos en la Laboral. "La Universidad es un espacio de todos y para el disfrute de todos", recuerdan los antiguos alumnos. Pero, eso sí, "dentro de un orden y con una adecuación de contenidos; no debemos olvidar que se trata de un espacio de cultura y educación". "Lo que no puede ser es que se metan vehículos o se coloquen elementos como unos clavos que se pusieron en el pavimento del patio para una pista de hielo que nunca más se puso", recuerda Constantino Villabrille.

Y dentro de los planes que tienen desde hace tiempo los antiguos estudiantes del complejo destaca una vez más el de promocionar los espacios sin uso. "Tenemos muchas estancias vacías que podrían destinarse a actividades; es un espacio infrautilizado", aseveran.

Al menos, después de dos largos años de trámites burocráticos, recogida de firmas y difusión de su iniciativa para que el complejo se considerara bien de interés cultural, lo han conseguido. "Por aquí pasaron medio millón de hijos de obreros que obtuvieron la mejor formación; hubo años en los que quedaban plazas de profesor sin cubrir por la altísima exigencia que se les pedía. De aquí salieron grandes profesionales en todos los ámbitos", señala Villabrille. Y "todos ellos estarán orgullosos".

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