Son invertebrados y forman parte del subreino animal de los parazoos. Es decir, que carecen de musculatura y órganos internos. Una de sus principales características se basa en su capacidad para reciclar la materia orgánica que permanece sumergida bajo el agua, en mares, océanos y ríos. Y además, están compuestos de numerosos agentes bioactivos claves para la fabricación de fármacos. Se trata de los poríferos, también conocidos como esponjas, unos organismos acuáticos filtradores con una serie de hábitos de alimentación carnívoros que juegan un papel clave en todo ecosistema acuático, tanto de agua dulce como salada.

Debido a su importancia, el Centro Oceanográfico de Gijón del Instituto Español de Oceanografía (IEO) inició ayer el tercer taller sobre esponjas del Atlántico y Mediterráneo, que se extenderá hasta el próximo sábado. En él se dan cita 29 científicos procedentes de 14 países de la Unión Europea y América, quienes compartirán todo su conocimiento sobre esta peculiar fauna. Por ejemplo, doce de estos científicos se sumergirán hoy en las aguas del Cantábrico para conocer cómo son las esponjas astures. Según los últimos estudios sobre poríferos, hay más de 8.000 especies distintas de espongiarios -como también se les conoce-, aunque explican desde el IEO que su número podría llegar a triplicarse. Influye que muchas de estas esponjas residan a profundidades inaccesibles, que depende de los avances tecnológicos para llegar a estas zonas. De ahí la importancia de mantener actualizada la base de datos y de compartir conocimiento sobre unos seres extraños ante los ojos de la mayoría, pero fundamentales para garantizar la conservación de la biodiversidad marina.