En el año 2007, el Ayuntamiento de Gijón editó "El parque de Isabel la Católica. Un parque para las cuatro estaciones". Francisco Javier Granda Álvarez, el autor, escribió en el libro: "En 1955 se traslada al parque desde el bulevar de Rufo Rendueles, el modernista monumento a Manuel Orueta, obra del escultor Emiliano Barral y una de las esculturas más interesantes y valiosas que alberga esta zona verde".

Desde hace varios años, un grupo de gijoneses pide al Ayuntamiento, sin éxito, que el monumento sea objeto de una rehabilitación integral que le devuelva la importancia histórica y artística que tiene y se evite su paulatino deterioro, ya evidente.

La historia del monumento se inicia el domingo 25 de julio de 1926 (mañana se cumplirán noventa años), en las aguas del Cantábrico situadas frente a la parroquia de Oles (Villaviciosa). Dos días después, el 27 de julio, los diarios gijoneses informaban de la trágica muerte del ingeniero Manuel de Orueta y de dos de los obreros de su fábrica: Lorenzo Martínez y su hijo Luis, mientras los tres disfrutaban de un día de pesca.

"Hondísimamente impresionados, con pena muy cordial, tomamos la pluma para recoger el dolor inmenso que se desprende de esa tragedia de que fueron escenario los acantilados de la costa de Oles (...) tragedia que puso un estremecimiento de pesar en los corazones de todos los gijoneses", publicó el diario "La Prensa".

La tragedia ocurrió cuando la partida de pesca capitaneada por Manuel de Orueta estaba capturando pulpos en el pedrero de Oles (en la zona llamada la punta del Olivo) y una gran ola arrastró a Lorenzo Martínez. Su hijo Luis se lanzó a la mar para rescatarlo, pero otra ola enorme envolvió a los dos. Fue entonces cuando Manuel de Orueta se tiró al agua en socorro de sus compañeros de pesca, pero, tras angustiosos minutos luchando con las olas, los tres perecieron ahogados.

La sociedad gijonesa, para reconocer el impulso humanitario de Manuel de Orueta, se embarcó en una suscripción popular (por iniciativa de la sucursal de El Llano del Ateneo Obrero de Gijón) para levantar un monumento en memoria de los tres fallecidos.

Se hizo el encargo a Emiliano Barral (Sepúlveda, Segovia, 8 de agosto de 1896-Madrid, 21 de noviembre de 1936), que pasó a la historia del arte español del siglo XX como uno de los más destados escultores de antes de la Guerra Civil, en la que encontraría la muerte defendiendo a la República en uno de los días más duros de la ofensiva nacionalista contra Madrid.

El monumento se inauguró el 9 de octubre (domingo) de 1927 y se erigió en medio de la avenida de Rufo García Rendueles, frente a la playa de San Lorenzo y cerca de la sede del Ateneo Obrero. "Es una concepción artística que no tardará en ganar para la causa de la sinceridad estética a los espíritus más reacios, porque el equilibrio de sus proporciones, la armonía de sus líneas, son elementos de simpatía que se imponen siempre a todo espíritu sensible", se publicó el 11 de octubre en las páginas del diario "El Noroeste".

El entonces joven letrado gijonés Mariano Merediz fue el encargado por la sucursal de El Llano del Ateneo Obrero de hacer entrega del monumento al Ayuntamiento. Y en "La Prensa" del mismo día se publicó: "El gesto magnífico de Manolo Orueta y de sus obreros, quedó bellamente perpetuado en la piedra tallada por Barral, afortunado intérprete de la idea de los promotores del homenaje".

El monumento, en piedra, es también una fuente. De su tronco salen (ahora no lo hacen) tres chorros de agua, uno por cada fallecido en Oles, que impregnan la piedra y la hacen aparecer con tonos rosáceos. En uno de sus lados Emiliano Barral esculpió una alegoría en forma de mujer, cuya nariz está rota desde hace tiempo. La figura femenina y el agua sirvieron para que el monumento fuera conocido como "La Llorona".

Los gijoneses que reivindican la restauración del monumento indican que su deterioro comenzó cuando se iniciaron las obras de remodelación de la cercana avenida de Castilla. El monumento se encuentra en sus proximidades, en la esquina Noroeste del parque de Isabel la Católica.

Manuel de Orueta era hijo de Domingo de Orueta y Duarte, nacido en Málaga en 1862 (falleció pocos meses antes que su hijo, en enero de 1926), destacado geólogo y científico, que primeramente residió en Mieres, donde fue profesor de la Escuela de Capataces de Minas e ingeniero-director de Fábrica de Mieres. Se trasladó luego a Gijón y adquirió una fábrica de jabones situada en El Llano de Arriba. En ella estableció una factoría de forja que llegó a dar empleo a 200 operarios. Melómano empedernido también fue fundador y el primer presidente de la Sociedad Filarmónica de Gijón (1908).

Tras su fallecimiento, la llamada Fábrica de Orueta fue dirigida por su hijo hasta su muerte en Oles meses después. Una de las línas de la Compañía de Tranvías de Gijón tenía su estación término en las proximidades de la factoría. Desde 1990 una zona verde de El Llano lleva el nombre de plaza del Ingeniero Orueta.

En cuanto al escultor Emiliano Barral, su principal producción artística se inició a principios de los años veinte. Fue el autor del mausoleo del líder socialista Pablo Iglesias y también del monumento que se le erigió en el parque del Oeste de Madrid en mayo de 1936, destruido durante la Guerra Civil. Barral, que se había criado en una familia de canteros y era autodidacto, también esculpió bustos de escritores, como Antonio Machado, y médicos, como Gregorio Marañón.