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Los Campos Elíseos acogieron la II Feria Internacional de Muestras de Asturias

Su continuidad se aseguró tras crearse una asociación para evitar la dependencia económica de las instituciones oficiales

El Príncipe de Asturias sale en coche desde El Molinón para ir al banquete en el pabellón de Santa Catalina.

Aquel verano de 1925, la Feria Internacional de Muestras de Asturias logró, a partir de su segunda edición, su consolidación con las aportaciones financieras de los miembros de la Asociación Popular de la Feria de Muestras Asturiana, a fin de no depender de las subvenciones de los organismos oficiales, lo que siempre tuvo muy claro Romualdo Alvargonzález Lanquine. También fue clausurada por Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battemberg y, posteriormente, se celebró un banquete en el pabellón de verano del Real Club Astur de Regatas que fue amenizado por la orquesta del popular maestro José Ibarra. El diario "El Noroeste" sería el centro de oposición al Directorio Militar -a pesar del pacto de Manuel Llaneza con el general Primo de Rivera- y muchos gijoneses, ante la penuria política y económica que se estaba padeciendo, lo que hicieron fue hacer las maletas y marcharse en los vapores trasatlánticos que partían desde el puerto de El Musel hacia La Habana, Veracruz y Tampico.

La consolidación de la nueva etapa de la Feria Internacional de Muestras de Asturias. La nueva etapa de organización de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, en Gijón, que había sido abierta en el año 1924, con un gran éxito de participación popular y altos beneficios comerciales, se logró consolidar con su traslado en 1925 a los Campos Elíseos. Pero, de puertas adentro, el comité organizador era consciente de las grandes necesidades económicas que sería preciso afrontar para sacarla adelante con dignidad. Así que por iniciativa de Romualdo Alvargonzález Lanquine siendo presidente de la Cámara Oficial de Comercio de Gijón, Ángel Gómez Lamelas, se propició la creación de la Asociación Popular de la Feria de Muestras Asturiana para lo que fueron emitidos títulos a modo de acciones con un interés del 4% anual que rápidamente fueron comprados por los gijoneses. Ya entonces se tenía muy claro que el futuro de la Feria Internacional de Muestras asturiana no podía depender solamente de las subvenciones y ayudas de los organismos públicos para lograr salir adelante con éxito y sin que los vaivenes políticos la pudieran afectar.

De nuevo, el 15 de agosto de 1925 fue inaugurada la II Feria Internacional de Muestras de Asturias -con participación de empresas de Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Dinamarca, Suecia y hasta de los Estados Unidos, lo que supuso un importante porcentaje de participación extranjera ya que se alcanzó el veintidós por ciento- tras llegar una procesión cívica a la entrada principal en los Campos Elíseos, donde fue cantado por el coro "Armonías de la Quintana" el "Himno de la Feria" que había sido compuesto por el maestro gijonés Eulogio Llaneza. Esta segunda edición en los Campos Elíseos se desarrolló en una superficie de veinticuatro mil metros cuadrados, donde fueron ubicados los cuatrocientos cincuenta pabellones y stands de los expositores. Y de nuevo el éxito popular la respaldó, con la asistencia de más de doscientas cuarenta mil personas.

El alcalde Enrique Zubillaga resolvió el problema de la propiedad de los terrenos del Club en Santa Catalina. Dado que la clausura de la II Feria Internacional de Muestras de Asturias el 12 de septiembre volvió a ser presidida por Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battemberg, en el Real Club Astur de Regatas tiraron la casa por la ventana para organizar una fiesta con banquete en el pabellón de verano, pero como no había suficiente dinero en caja para ello, el presidente José Antonio García Sol pagó de su bolsillo quinientas pesetas y los demás miembros de la Junta Directiva, en función de sus disponibilidades económicas aportaron lo que pudieron, desde cincuenta hasta doscientas pesetas.

Como se puede apreciar los tiempos eran muy duros, no sólo política, sino también económicamente, ya que no se podían hacer grandes dispendios, sino que más bien la penuria económica se imponía en la mayoría de las clases sociales.

Sin embargo, el banquete fue fundamental para asegurarse la propiedad de los terrenos militares que habían sido cedidos en 1912 por el rey Alfonso XIII, gracias a que culminaron con éxito las gestiones que el vicepresidente del Real Club Astur de Regatas, Enrique Zubillaga había hecho con su amigo el general Primo de Rivera, tras haber sido designado como alcalde de Gijón. En el homenaje celebrado en el pabellón de verano de Santa Catalina, con motivo de la clausura de la II Feria Internacional de Muestras de Asturias, tras la petición oficial que anteriormente le había hecho el alcalde Enrique Zubillaga, el general Primo de Rivera dio la orden a su ayudante de que la concesión de la titularidad de la propiedad de la antigua batería de San Pedro saliese en el número siguiente de la Gazeta, que así se llamaba entonces al Boletín Oficial del Estado.

Aquella fiesta en homenaje a Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, a la que también asistió el general Primo de Rivera, a finales del verano del año 1215, fue amenizada por la orquesta del maestro José Ibarra. El Real Club Astur de Regatas le había contratado aquel verano -por ciento quince pesetas diarias y viajes en tren de segunda clase- desde el 11 de julio hasta mediados de septiembre y que por entonces actuaba en el Hotel Palace, de Madrid, quien con la llegada de la televisión se hizo décadas después muy popular.

El diario "El Noroeste", contra la dictadura de Primo de Rivera. Tras el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, con la aquiescencia del rey Alfonso XIII, según relata el historiador José Girón Garrote "se inaugura una nueva etapa en la historia del país. De todos es conocida la benevolencia de los socialistas hacia el nuevo régimen. Pero si bien es verdad que algunos líderes como Manuel Llaneza pactaron con el dictador, no menos cierto es que otros mantuvieron una línea completamente distinta de declarada confrontación contra la dictadura. Entre estos últimos destaca, junto a Indalecio Prieto, el dirigente asturiano Teodomiro Menéndez. Varios conocidos reformistas y republicanos, con Teodomiro Menéndez entre ellos, formaron una red conspirativa en Oviedo que, con otras personalidades de la región tenían su centro dirigente en la redacción del diario reformista "El Noroeste" de Gijón. Su objetivo era obstaculizar, en todo lo posible, la labor del gobierno dictatorial. Frente a la postura acomodaticia de otros ilustres dirigentes, Teodomiro Menéndez mantuvo en alto la bandera de la lucha por las libertades y la democracia".

Unos se quedaban y otros emigraban hacia ultramar. A pesar de la censura y de las imposiciones dictatoriales del Directorio Militar, los gijoneses trataban de olvidarse en sus horas de ocio del triste panorama circundante, con otros espectáculos, como el que encandilaba al personal que asistía en el Teatro Robledo al film moderno de gran lujo "La rosa de New-York", con la bella y elegante Mae Murray, una encantadora mujer de figura airosa y elegante, quien lucía hasta cuarenta y tres "toilets" de corte parisino. Mientras que en el Teatro Jovellanos se proyectaba la película "La tragedia del Folies Bergere" interpretada por "El caballero audaz" y en el "Salón Doré", "El enemigo mortal" que interpretaba Harry Piel. Quienes no se conformaban con aquel mundo que les rodeaba y no aguantaban más siempre tenían la solución de embarcarse -si disponían al menos de unas setecientas pesetas para pagar el pasaje- en los vapores que la viuda e hijos de Antonio López de Haro fletaban como consignatarios -las oficinas estaban en el entresuelo del número 30 de la calle del Instituto- desde el puerto de El Musel, con buques trasatlánticos de la compañía "Holland America Line" hacia La Habana, Veracruz y Tampico.

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