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KIKO URRUSTI | Escultor, estrena el viernes "Como les cabres" en la galería Viki Blanco

"Soy un poco cabra loca y algo chiquillo; el día que me ponga serio perderé mucho"

"La mejor obra siempre está por venir y, como soy autónomo, trabajaré hasta que me muera y debo mantener la ilusión"

Kiko Urrusti, ayer, en la galería Viki Blanco. JULIÁN RUS

La galería Viki Blanco estrena este viernes la exposición "Como les cabres" del artista asturiano Kiko Urrusti (Oviedo, 1976). Hijo y nieto de escultores aprendió el oficio y la perseverancia desde la cuna hasta que al adquirir una técnica depurada optó por trenzar un camino en solitario tras sentir la llamada del arte.

-Más asturiano no podía ser el título de su exposición.

-Como el dicho que dice tu madre "tais como les cabres". La humanidad está yendo hacia eso. Pero en este caso es en el buen sentido, ir hacia la locura con un punto de alegría. Con poca cordura pero alegre. Siempre hablo desde el humor y esta serie tiene ese punto de humor canalla.

-Heredó las dotes artísticas de su abuelo, Antonio, y su padre, Rafael. ¿Es genético?

-No lo creo, sino estaría el mundo llenos de Miguel Ángeles, de Velázquez. El entorno pesa más que la genética. Hay épocas de tu vida, en la adolescencia, donde no sabes por dónde tirar, y lo estudios no eran lo mío, entonces como me gustaba lo que había en casa tiré por ahí. Al principio me llamó más la técnica, transformaciones metálicas, y luego, una vez que tuve la técnica, me interesó más el arte. Ahora sé expresarme, tengo un idioma, y expreso las cosas artísticas que creo que tengo dentro.

-¿Y se aprecia el arte?

-Para apreciar el arte contemporáneo hay que educar mucho el ojo. Eso de que lo pinta hasta un niño es muy fácil decirlo pero muy difícil hacerlo. Qué difícil es para una persona que haya tenido un bagaje técnico hasta llegar a pintar como hacía Picasso, que con catorce años pintaba como Rafael y luego desaprender todo para volver a pintar como un niño como hacía él. Eso es muy difícil. Hacer un sin sentido con sentido es muy interesante. Soy de conjugar ambas cosas, primero que se vea la técnica aunque esté desdibujada. Haría la casa y luego la rompería.

-Ha intentado romper con el estilo de sus predecesores y buscar una producción propia. ¿Las comparaciones le producían pelusilla?

-Es normal que busque romper la línea aunque un tanto por ciento muy importante de mis ingresos son los encargos que me piden en la misma línea que recibían mi padre y mi abuelo. Si alguien me pide una Virgen de Covadonga, un Pelayo o la Cruz de la Victoria las hago de eso no voy a poder renegar nunca pero yo tengo que buscar mis propios caminos, aunque me equivoque debo recorrerlos.

-¿Dónde encuentra su inspiración?

-De todas las cosas. De los amigos, del cine, de la música. De las vivencias y los viajes. En definitiva de vivir y los pensamientos. Aunque tampoco soy muy reflexivo, al contrario, soy muy cabezón y una vez que se me mete algo en la cabeza ahí lo hago aunque me digan cualquier cosa.

-¿Un artista no debe tener siempre un niño dentro?

-Debería. Creo que yo lo tengo y además palpable porque soy un poco cabra loca y algo chiquillo. Y que no falte. El día que me ponga serio perderé muchas cosas. Como esos artistas que se endiosan con una pieza y luego no les sacas de ahí. La mejor obra siempre está por venir, además, como soy autónomo trabajaré hasta que me muera. Tengo que tener la ilusión que lo que haga debe ser mejor que lo último que hice.

-¿Qué momento atraviesa el arte en Asturias?

-Creativamente está que lo peta. Nunca tuve mucha relación con artistas pero ahora, con redes sociales, y el movimiento "Alcayata" en Oviedo, con Israel Sastre a la cabeza, es un hervidero de gente creativa y amigos que haces allí y la verdad que la creatividad está al cien por cien. Ahora, si me preguntas por la venta ya es otra historia.

-Critique sin miedo.

-La venta es otro cantar. Hasta mayo o junio estás a verlas venir y vas tirando, muy precariamente, con los encargos que llegan. He vivido épocas mucho mejores así que tengo que confiar en que volverán, quizás no tan vacas gordas como las que hubo pero que nadie se asuste de esto. El que aguanta, persevera y vale, al final va a llegar.

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