Marina ÁLVAREZ

Gijón volvió a despertar ayer en tinieblas, con una densa bruma que cubrió gran parte de la costa y que fusiló lo que iba a ser un día de sol.

Pese a que la bandera roja izaba en las playas de San Lorenzo y Poniente, los asiduos a los arenales gijoneses no se resignaron a quedarse en casa el día de la víspera de Begoña. "El clima de Asturias es así, aunque haya niebla hay que aprovechar, los días que vienen buenos son pocos", señaló Encarnación Fernández, que salió a estirar las piernas junto a su marido por el paseo de San Lorenzo. "Nos da igual el mal tiempo, esto es el paraíso", añadió la gijonesa. Pilar López también es de esa filosofía: "En cuanto vi que despejaba un poco cogí la tumbona y bajé a San Lorenzo", señaló la asturiana, que trató de abrirse paso por un paseo marítimo en el que había poca visibilidad.

En cuanto el sol pareció volver a reinar sobre los arenales, fueron muchos los que sacaron la toalla. "Hoy hay que bajar a la playa aunque solo sea por ver un poco el folklore, la fiesta", explicó Reyes Victorero, que prometió acercarse a ver los fuegos de noche. "Tengo más sensación de calor hoy que otros días", apuntó Maximino González, de León, que es ya un habitual de los veranos gijoneses, "solo me puedo quejar de una cosa de Asturias, y es lo fría que está el agua", agregó el leonés. De lo mismo se quejaba Fernando Fernández, de Madrid, que no por eso dejó de meterse a remojo. "En la capital no tenemos mar", señaló el bañista entre risas.

La "niebla de advección", como la denominan los expertos no penetró en el centro de Gijón, que permaneció despejado y albergó a masas de gente que disfrutaron de las actividades programadas para el domingo de la Semana Grande.