Una patrulla de agentes del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de El Natahoyo se desplazó ayer hasta el supermercado situado en el centro comercial Los Fresnos para intentar identificar a una mujer acusada de robar un bogavante. El curioso suceso tuvo lugar a mediodía. Las cajeras del establecimiento alertaron al vigilante de seguridad cuando vieron que la mujer, acompañada por un hombre, salía por la línea de cajas con el pescado congelado escondido entre sus ropas. El robo era tan evidente que las trabajadoras apenas podían dar crédito a lo que estaban viendo. El responsable de la seguridad del recinto avisó a la Policía pero para entonces ya era demasiado tarde, la mujer había abandonado el establecimiento con su particular botín.

El suceso de ayer, por lo singular, recuerda otras sustracciones de marisco ocurridas en Gijón. Como la de febrero del año 2014 cuando la Policía Nacional identificó a una mujer acusada de aprovechar un altercado que había tenido lugar en un bar situado en la calle San Nicolás de Contrueces para robar una ñocla y salir corriendo del establecimiento de hostelería en el que tuvieron lugar los hechos. Era la una y veinte de la madrugada. La Policía había acudido al lugar para intentar expulsar del local a un cliente que se negaba a pagar la cena y las botellas de sidra que había consumido. El presunto estafador, de 43 años, protagonizó una fuerte discusión que la acusada de robar la ñocla aprovechó para salir corriendo con la cena.

En esta ocasión, eso sí, el robo del bogavante tuvo lugar a plena luz del día. Si la Policía hubiera podido detener a la acusada del robo -a la que se sigue intentando identificar-, la mujer se hubiera enfrentado a la imposición de una pena por un delito leve ya que el valor de lo sustraído no habría alcanzado en cualquier caso los 400 euros, el límite para que los detenidos sean procesados por robo y no por hurto.