Su primera incursión olímpica fue en Barcelona 1992, como voluntario. Hizo las veces de juez de ejecución en Atenas 2004 y en Pekín 2008 y Londres 2012 estuvo como juez de dificultad en caballo con arzones, conocido como potro con arcos. Pablo Carriles, responsable de la sección de gimnasia artística masculina del Grupo Covadonga, es uno de los mejores jueces del mundo en su especialidad. Ayer llegó a Gijón de vuelta de Brasil.

-Son sus cuartos Juegos Olímpicos pero cada uno habrá sido un mundo, ¿no?

-No se parecieron casi nada.

-La opinión pública era muy pesimista respecto a las condiciones en Río. ¿Qué lectura hace tras su paso por Brasil?

-A nivel organizativo han sido los más desastre de todos los que he conocido. A nivel de instalaciones, salvo la anécdota de la piscina que el agua se volvió verde, estaban bien. Pero el transporte y la seguridad, horrible. Normalmente, es imposible acceder a ver cualquier deporte en los JJOO con acreditación, a no ser que seas de ese deporte. Por ejemplo, yo tengo acreditación de gimnasia y sólo puedo ver gimnasia, en cambio, en Río de Janeiro, nadie te pedía nada, ni revisaba la acreditación. Eso a nivel de seguridad deja mucho que desear. Claro que también tuvo su parte positiva porque pudimos ver el tenis, baloncesto, todo lo que querías.

-Ha sido juez de dificultad en gimnasia artística masculina, en la modalidad de caballo con arzones. ¿En qué consiste su labor?

-Te encargas de dar la nota de partida, es decir, sumar la dificultad que tiene el ejercicio. Es la parte objetiva para la que tengo completa autonomía. Y luego superviso a los jueces de ejecución, que las notas sean las correctas, marcar el tempo de la competición, coordinando con la televisión, con una persona al lado por si hay que esperar un poco porque un gimnasta entra en directo en televisión.

-¿Juzga a los otros jueces?

-No exactamente. Si un juez se equivoca al meter la nota, yo tengo un secretario al que le digo que permita cambiar la nota, o si veo una diferencia muy grande entre notas de los jueces de ejecución puedo llamar a los jueces superiores, pero no tengo potestad para decirle nada a nadie. Es quizás un enlace de coordinación entre esos jueces y el jurado superior.

-¿Cómo se llega a ser juez olímpico?

-Hay un curso intercontinental al que van dos jueces por país, nos juntamos más de 200 jueces y los 25 primeros acceden a la categoría 1. Esos son los jueces que la federación internacional designa como jurado de dificultad en cada Campeonato del Mundo o Juegos Olímpicos. Son dos por cada aparato; esta vez estaba con un ruso. Cada cuatro años hay un examen. En el ciclo que fue hasta los Juegos de Pekín, quedé sexto. En el ciclo tras Londres ya no dieron ranking, sólo nombraron a los 25 de categoría 1. Y ahora, en noviembre vuelve a haber examen para los cuatro siguientes años, hasta Tokio.

-¿Y se presentará?

-Es decisión de la Federación Española, que debe designar a los dos jueces que van representando a España, pero todo apunta a que estaré en ese curso.

-El ganador en su disciplina fue Max Whitlock (Reino Unido), con una décima más que la plata. ¿Se gana un oro por pequeños matices?

-Es un deporte que, a no ser que haya un 'supercrack' que destaque, cualquier mínimo detalle entorna la balanza. En cambio, en femenina, Simone Biles, americana, tiene una diferencia estratosférica con el resto; en masculina está todo más igualado.

-¿Se reciben presiones?

-Hace varios ciclos te podía llegar al rumor que a alguien le apretaban, pero ahora no. Antes, los jueces tenían mucho poder, los antiguos. Tras Atenas, cambió el código y hubo un cambio generacional. Ahora a nadie se le ocurre venir a decirte nada, ni recibir regalos. Eso ya pasó a la historia y nos dejan hacer nuestro trabajo. Todo el mundo ha dicho que el ranking de estos Juegos ha sido el correcto. Sí es cierto que hay una parte subjetiva, pero hay siete jueces y siempre se elimina la puntuación más alta y la más baja, se hace la media con el resto.

-Si cada vez hay mejores gimnastas, ¿los criterios de valoración también han subido?

-Los gimnastas cada vez hacen elementos con más giros y más rápidos que cuesta más verlo y eso requiere una mayor preparación del juez, ver vídeos, estudiar el código y estar al día de la gimnasia moderna. Mi trabajo en el Grupo Covadonga ayuda a tener el ojo hecho.