La Cocina Económica peleará por conseguir la totalidad de la herencia que en su día dejó a la entidad de beneficencia el millonario gijonés Luis Bango Escacho: otros 14 millones de euros que se encuentran depositados en Suiza y que "tenemos la esperanza de obtener en un futuro", señala el presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad, Luis Torres.

Tras siete años de largas tramitaciones, la Cocina Económica pudo ayer por fin estrenar la residencia para mayores sin recursos "La Golondrina", un edificio en la antigua finca de la Pecuaria de Somió que albergará por ahora a un máximo de 62 personas mayores de 60 años que no tengan dinero para pagar una residencia. Podría ampliarse hasta con dos plantas más en función de las necesidades, pero para ello sería necesario seguir rescatando una herencia que se quedó atrapada entre Suiza y Liechtenstein. Son los países en los que el fallecido Bango Escacho tenía depositada su fortuna, parte de ella en una fundación que resultó ser un instrumento opaco de gestión de activos y que acabó bloqueando durante un tiempo el dinero que debería recibir la Cocina Económica.

Finalmente, y tras varias resoluciones judiciales, recibieron una parte de ese dinero. Cerca de ocho millones de euros han sido invertidos en la creación de la residencia (dos de ellos fueron para la compra del terreno), y a ello se suma "un fondo que hemos dejado para pérdidas, todos sabemos que esto no es un negocio", reflexiona Luis Torres. No obstante, "hay otros 14 millones de euros en Suiza y vamos a luchar por ellos, no renunciamos a la idea de hacernos con ese dinero; ya perdimos dos millones de intereses", señala el presidente de la Cocina Económica.

Por ahora, los esfuerzos de la entidad se centran en echar a andar una residencia que en unos días recibirá a sus primeros inquilinos. "Las demandas de información han sido muchas, iremos atendiendo las necesidades según se vayan presentando", afirma Torres. La residencia, cuyo director será Antonio Corripio -presidente del Grupo Covadonga y empresario del sector sociosanitario- supondrá en la práctica un recurso más de apoyo para la Red de Inclusión Activa de Gijón, ya que las personas que cumplan con los requisitos exigidos y que formen parte de esa red podrán ser derivados a dicho establecimiento. En principio, la máxima es que se trate de personas válidas y sin recursos, que irán pagando "lo que buenamente puedan" y sin perjuicio de que en un futuro se cambien los criterios de admisión.

Con 62 plazas distribuidas entre habitaciones individuales, dobles y dos apartamentos para parejas, con cafetería, zona de rehabilitación, médico, farmacia y capilla, la idea es la de funcionar autónomamente. "Al menos en el plazo de dos años no pediremos ayuda a nadie, queremos pregonar que las subvenciones no resuelven las cosas", matizaba Luis Torres antes de la inauguración, con misa presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y con bendición de las instalaciones. "La tercera edad no es un apéndice, forma parte de la sociedad", clamó Sanz Montes en una concurrida misa, antes de que los diez primeros usuarios lleguen a las instalaciones en los próximos días.

Con ello se dará cumplimiento a la voluntad de Luis Evaristo Bango Escacho, fallecido el 9 de mayo de 2006 sin descendencia y tras haber nombrado heredera universal a la Asociación Gijonesa de Caridad bajo la condición de que todo su legado se destinase a construir una residencia para ancianos sin recursos. La herencia del millonario gijonés constaba de fincas rústicas en Jove, Serín, Carreño y Villaviciosa, así como 200.000 metros cuadrados de monte dedicado a la madera, un solar edificable en la calle Eleuterio Quintanilla y un bloque de viviendas en la calle Corrida. A eso se suman algunos fondos en entidades financieras españolas y los más de 16 millones de euros depositados en Suiza.

La fortuna que heredó Bango Escacho y que ahora ha pasado parcialmente a manos de la Cocina Económica tiene su origen en La Habana, donde enriquecieron sus padres, Álvaro Bango León y Eulogia Escacho Álvarez. Sus hermanos fallecieron en la Guerra Civil, con lo que todos los bienes y dinero de los patriarcas pasó a sus manos. Él mismo, tras estudiar en la Escuela de Comercio, se encargó de incrementar el patrimonio familiar con numerosos negocios. A lo largo de toda su vida fue un importante benefactor de la Cocina Económica, con la que ya colaboraba activamente su padre. Poco antes de morir, a los 86 años y sin descendientes, quiso que la entidad fuera la única beneficiaria de sus bienes.