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Corsino el de El Jardín

Un hostelero tan tímido que fotografió por la espalda a todos los artistas que subieron al escenario de su mítico establecimiento para no molestar durante su actuación

Corsino García-Rendueles, en una vieja fotografía.

"El Jardín" era una parada obligatoria en los años 60 en Gijón, cuando venías de La Ñora. Los calamares de Conchita, la mujer de Tano García Rendueles, sabían a gloria bendita. Allí escuchábamos discos en la gramola que había traído Toni de Estados Unidos: un día tocaba José Guardiola y al siguiente, el Dúo Dinámico. Caían todos los éxitos de aquel entonces.

Hasta que llegó la explosión de "El Jardín" como discoteca. De los calamares pasamos a los mejores artistas nacionales. Por decir algunos: Los Brincos, Los Bravos, Massiel, Joan Manuel Serrat y Fórmula V. La verdad es que pasaron absolutamente todos por aquel recinto. Y todo ello, acompañado con la música en directo de Argentino y su conjunto "Maravilla".

Fue en la época de los 70 cuando empecé a trabajar como asesor artístico y responsable de contratación musical de "El Jardín". Aún recuerdo cuando a las diez de la mañana marchaban Corsino y su ayudante, Catrén, para cambiar las luces y todo lo que hiciese falta. Tardaban media hora en recorrer la discoteca. Cuando terminaban, venían a mi oficina y estaban agotados. "¿Sabes lo que tardamos en recorrer todo, Miguel? De verdad, ¿lo sabes?". Todavía me estoy riendo al recordar aquellos gloriosos días.

Corsino era el de la libreta, en la que apuntaba todo lo que hacía falta a la sala (sobre todo, durante los días de enorme ajetreo del verano); y Catrén, el de la escalera plegable y la caja de herramientas. Por eso los llamaba cariñosamente "Pepe Gotera y Otilio".

La verdad es que Corsino era un hombre un poco tímido, pero ello no suponía lastre alguno en su calidad humana. Era sin duda alguna una maravillosa persona en el trato cercano. Una prueba de su timidez son las miles de fotos que hizo a los artistas que estuvieron sobre el escenario de "El Jardín", que siempre fueron tomadas desde la parte de atrás. Es decir, siempre se veían las espaldas de los músicos, nunca sus caras, porque no se atrevía a situarse en la zona delantera. Esa colección de imágenes es un reflejo de la importancia que ha tenido durante años esa conocido sala en el ocio de nuestra ciudad. Y es que convirtieron la parroquia de Somió en un referente. Por allí pasaron las mejores atracciones del panorama musical de varias generaciones.

Es posible que "El Jardín" desaparezca, pero siempre quedará su nombre en el recuerdo de todos los gijoneses y veraneantes que disfrutaron de la capital de la Costa Verde. Mi más sentido pésame a la mujer de Corsino, Mari Carmen, y a sus hijos, Corsinín y Fernandín.

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