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Borja de Madariaga: "Quiero que mis fotos transmitan una experiencia de vida"

El artista madrileño inaugurará el próximo viernes en la sala Viki Blanco "Diarios de viaje", imágenes que reivindican la contemplación demorada

Una de las imágenes captadas por Borja de Madariaga en el Monument Valley. BORJA DE MADARIAGA

En los tiempos del turismo masivo y de la facilidad para multiplicar la captación de imágenes por la ubicuidad de los dispositivos móviles, ¿es posible aún hacer una fotografía original, distinta, de esas ciudades y lugares que nuestra retina reconoce al instante? Lo es aunque parezca difícil, tarea para una sensibilidad especial. Un ejemplo es la obra fotográfica de Borja de Madariaga (Madrid, 1966), un autor que ha convertido algunos de esos espacios transitados, icónicos, en asunto de su objetivo y en explicación inteligible de su manera de ver el mundo. "Quiero que mis fotos transmitan una experiencia de vida", afirma. Y también: "Quieren descubrir una manera diferente de ver los lugares".

Borja de Madariaga, cuyo abuelo era primo de Salvador de Madariaga, reúne en "Diario de viajes" una apretada selección de algunas de esas imágenes. La exposición se inaugurará el próximo viernes (20,00 horas) en la sala Viki Blanco. Una excelente ocasión para acercarse al trabajo de un artista que estuvo presente este año en la Feria Arco y que hace de la contemplación demorada, de la paciencia y el silencio receptivos, un elemento central de su concepción de la fotografía como representación de una belleza fugaz y eterna al tiempo, si se permite el oxímoron. Trae a esta muestra imágenes de Roma, Angkor o el Monument Valley de la frontera sur de Utah con Arizona, en los Estados Unidos.

"Me planteo la fotografía de viajes como una manera distinta de ver y sentir las ciudades; lo que me gusta es contemplar y mostrar la belleza", insiste. Borja de Madariaga, licenciado en Derecho y profesor de Fotografía de Paisaje, Naturaleza y Urbano en el centro internacional EFTI, en Madrid, defiende la conquista de la imagen que sea a la vez subjetiva e intemporal. "No me interesa la foto del instante", sostiene, en las antípodas de Cartier- Bresson y otros teóricos del "instante decisivo". Para el artista madrileño no se trata tanto de sorprender a la vida en "flagrante delito", como quería el maestro francés, sino de captar desde el ángulo propio lo que han preservado el tiempo y la historia. "Una fotografía pensada", como dice él mismo.

Se siente discípulo del italiano Mario Giacomelli, un artista que fotografió obsesivamente los paisajes de su Senigallia natal. El madrileño, que se autorretrata como un fotógrafo con un evidente fondo "pictorialista", cita además otras influencias: de Delacroix a Turner.

"Me alejo todo lo que puedo de eso que se ha llamado nueva objetividad y apuesto por la más abierta subjetividad, aunque no sea comercial", indica. Borja de Madariaga está interesado en fotografiar Gijón. En conversación con este periodista se mostró interesado por hacer algo en el astillero local: "Plásticamente, me interesa mucho".

Trabaja con el color y en blanco y negro, con una Hasselblad analógica. Imágenes que revela y expone en tamaños grandes. "Yo no cuento historias, tan sólo me interesa la belleza", hace resaltar. Naturaleza, paisaje o arquitectura constituyen sus intereses principales, aunque, curiosamente y pese a que la figura apenas tiene presencia en esas imágenes suyas, también hace retrato. No se ve a sí mismo como un retratista complaciente.

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