La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gijón en el retrovisor

La nueva Escuela de Industrias impulsada por Merediz reforzó los estudios técnicos

La demolición del teatro Jovellanos fue el final de una etapa histórica - El ensanche urbanístico hacia La Providencia creó nuevas zonas playeras

Mariano Merediz, ante la primera piedra de la nueva Escuela de Industrias, en 1935.

La demolición del teatro Jovellanos, en la calle del Instituto, puede considerarse el final de una época en la historia de Gijón. En aquellos tiempos en que se trataba de poner un punto final a muchas cosas, afortunadamente no se olvidaron de recuperar la vasija de vidrio que había sido colocada con importante documentación en 1852, al inicio de las obras dirigidas por el arquitecto Andrés de Coello. Al menos, no se perdía la memoria histórica. Gijón contaba como alternativas, no obstante, con el teatro Dindurra y el arquitecto que había hecho el hospital del Sanatorio del Naranco de Oviedo, Vidal Sáiz Heres, fue también el responsable de la reforma del teatro Robledo, a fin de contar con un cinematógrafo moderno. Dieciocho años después del descubrimiento por el párroco de la Abadía de Cenero de las ruinas de Veranes se reconoció oficialmente su importancia arqueológica. A pesar de las dificultades, gracias al gijonés Mariano Merediz se puso la primera piedra del nuevo edificio para la Escuela de Industrias, que iba a ser fundamental para la potenciación de las enseñas técnicas.

Dos visiones con seis décadas por el medio. El erudito recientemente fallecido José Ignacio Gracia Noriega consideraba con la perspectiva de seis décadas después que "sabido es que el movimiento revolucionario se produjo para defender y fortificar a la República: como la derecha había ganado las elecciones de noviembre del año 33 había que evitar que la República -hacia la cual los socialistas siempre se mostraron escépticos, salvo Indalecio Prieto- se volviera "fascista" con la entrada de la CEDA en el gobierno. A esto hay que puntualizar que la CEDA no era un partido fascista, ni mucho menos, sino una especie de democracia cristiana de derechas -como es normal que sea la democracia cristiana- que había obtenido en las urnas el mayor número de diputados. Es decir: que cuando no ganan las elecciones los que deberían ganarlas es lícito y no sólo lícito -recomendable- salir a la calle con la dinamita en la mano para tomar el palacio de invierno y, de este modo, defender a la República destruyéndola y así profundizar en su democracia".

Aquel panorama así quedó descrito por el Cronista Oficial, Joaquín Alonso Bonet: "Los ánimos se mostraban cada vez más alterados y, por consiguiente, cada día más sensiblemente alejada la idea de paz y de olvido. El ambiente de la ciudad presentaba cariz marcadamente revanchista. Ya no había partidos propiamente dichos. Había frentes. De un lado el Frente Popular, que aglutinaba a todas las izquierdas y organizaciones obreras; y, del otro, una coalición derechista, bajo el apelativo de Bloque Nacional. Dos fuerzas para una lucha de imprevisibles consecuencias. Si algún distanciamiento existió en 1934, entre los elementos integradores de la UGT y de la CNT, tal disensión desapareció desde el momento en que iniciaba su actuación el Frente Popular constituyendo el mando único. Se acataban sus consignas, pues no se había extinguido el eco de las palabras pronunciadas por una de las más visibles figuras de la revolución, cuando dijo que la rendición no había sido más que un alto en la lucha, para reanudar muy pronto la batalla. Está clara un ansia de desquite, cuyas propagandas enarbolaban la bandera de la amnistía para los presos de octubre de 1934".

Indultos a veinte condenados a muerte. No le faltaba razón, a Joaquín Alonso Bonet en sus clarividentes predicciones. El hombre que trajo la consigna para el inicio de la revolución de 1934, Teodomiro Menéndez, sufrió un desvanecimiento que le provocó una caída sobre una balaustrada -lo que algunos consideraron como un intento de suicidio- y tras recuperarse en el hospital donde fue visitado por Fernando de los Ríos y Juan Negrín negó que hubiese participado en los hechos vandálicos.

En marzo, el Consejo de Ministros indultó a veinte condenados a muerte por los sucesos revolucionarios de 1934. Entre los beneficiarios por la medida de gracia fueron Teodomiro Menéndez y Ramón González Peña. Haya paz y después, gloria. El presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux, presentó la dimisión, a pesar de que líderes políticos como el "socialista siempre colaboracionista" Julián Besteiro consideraban que había que encontrar una solución de consenso, a través del diálogo, para que el derechismo no predominase en las directrices de los nuevos mandatarios gubernamentales. Más o menos estamos en las mismas.

Potenciación de las fuerzas conservadoras. En el mes de febrero José María Gil-Robles asistió a la inauguración del nuevo local del partido Acción Popular de Gijón, en su calidad de jefe del Partido Agrario Español, así como Antonio González Cobos, Romualdo Alvargonzález Lanquine y José María Fernández Ladreda, quien era el jefe provincial del partido. Y en Mieres, el Partido Republicano Liberal Demócrata organizó un mitin con intervenciones de Pedro Miñor, Alfonso Muñoz de Diego, de su presidente Alfredo Martínez y del director general de Enseñanza Profesional y Técnica, Mariano Merediz.

En mayo, se celebraron dos grandes mítines. En Oviedo habló José Antonio Primo de Rivera y en Gijón, en Los Campos Elíseos, lo hicieron tres miembros de Renovación Española: Fernando Suárez de Tangil y Angulo (conde de Vallellano), Antonio Goicoechea y Víctor Pradera, quienes fueron detenidos por la fuerza pública y encarcelados en la prisión de El Coto de San Nicolás.

Mariano Merediz, el gran impulsor de la nueva Escuela de Industrias. El año de 1935 puede ser considerado como trascendental para los estudios técnicos, ya que fue entonces cuando se planificó la construcción de una nueva Escuela Superior de Trabajo, mediante una permuta entre el Patronato Local de Formación Profesional y el Ayuntamiento, por la cual sería entregado al patronato un solar municipal sito en la entonces llamada calle de Cifuentes -actual avenida de Manuel Llaneza- a cambio de que el Ayuntamiento se quedase con las instalaciones de la calle de La Merced que resultaban insuficientes ante la creciente demanda de alumnos. El acto de colocación de la primera piedra del nuevo edificio -que fue proyectado por el arquitecto Manuel García Rodríguez- tuvo lugar el 16 de julio de 1935 y fue presidio por el director general de Formación Profesional y Técnica, Mariano Merediz y Díaz Parreño, en representación del Ministerio de Instrucción Pública.

A Mariano Merediz se le debe que Gijón contara con una nueva Escuela Industrial y que a la tradicional Escuela de Comercio le fuese concedida la categoría de "altos estudios mercantiles". El director de la Escuela Industrial y de Artes y Oficios de Gijón, Juan del Castillo, fue quien firmó toda la documentación oficial.

Reconocida la importancia del yacimiento de Veranes. Dieciocho años después de que Manuel Valdés Gutiérrez, párroco de la Abadía de Cenero, descubriera el yacimiento arqueológico de Veranes, la Comisión Provincial de Monumentos -presidida por el catedrático Juan Uría Ríu, quien se sorprendió de la antigüedad de los esqueletos allí conservados- constató la importancia de las excavaciones realizadas por el sacerdote sin medios técnicos y prometió gestionar la adquisición de los terrenos donde estaban enclavadas aquellas ruinas fundamentales para entender nuestra historia.

Miguel Fleta triunfó con "Luisa Fernanda". Al margen de las vicisitudes políticas, también es preciso recordar otros eventos urbanísticos y sociales. En enero, cantaría en el teatro Dindurra (situado en el paseo de Begoña) el tenor Miguel Fleta, como divo de la gran Compañía Lírica del teatro Calderón de Madrid, quien triunfaría cantando "Luisa Fernanda". El arquitecto Manuel del Busto haría una imaginativa propuesta para la creación de un gran centro lúdico en primera línea de playa, pero nunca pasaría de una maqueta multicolor. El Ateneo Obrero sería clausurado. La ciudad -además de reivindicar la titularidad municipal del cerro de Santa Catalina- iniciaría su ensanche urbanístico hacia el río Piles abriendo nuevos espacios playeros con las carreteras hacia La Providencia y El Infanzón. Allí las mujeres lucieron felices sus modelos de traje de baño con Cimadevilla al fondo.

Compartir el artículo

stats