No necesitan afinar, el director no lleva batuta y sus instrumentos viajan en un discreto maletín, pero juntos hacen música y ayer protagonizaron una noche de estreno. La Orquesta de Portátiles de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, la "LOrk@EPI", se puso anoche de largo con un concierto en el Antiguo Instituto en el que el sonido y el ritmo son cosa de las computadoras. Eso sí, con la mano experta y la capacidad de improvisación de los peculiares instrumentistas detrás.

Seis "músicos" se subieron al escenario para presentar tres piezas tituladas "Convergencia-Divergencia", "Sonitus" y "SCop1", tres creaciones nacidas de la experimentación y de las ganas de pasarlo bien de un grupo de curiosos procedentes de distintos ámbitos: desde alumnos hasta padres de alumnas que acudieron hace un año a la llamada de Javier Suárez Quirós, el profesor del campus gijonés que está detrás de una iniciativa que, no obstante, y a pesar de ser novedosa en Asturias, ya hace tiempo que se desarrolla en universidades como Stanford o Princeton. Y que cuenta con alguna experiencia en Cataluña.

Unas cien personas acudieron al estreno, en el que Suárez Quirós tomó la palabra para explicar el origen de la iniciativa, "un espacio de reflexión", dijo, "sobre arte y tecnología". Presentó a los "artistas", todos ellos con conocimientos musicales e informáticos. Y comenzó el sorprendente concierto.

La primera pieza, "Convergencia-Divergencia", es un homenaje a esquemas muy repetidos en la historia de la música. La segunda, "Sonitus", es obra de Begoña Muñoz. Y de Olaya Fernández, la tercera: "SCop1".

A Suárez Quirós se le ocurrió que quizá podría juntar a varios "laptoppers", como ellos mismos se denominan, para utilizar sus portátiles más allá de trabajar o ver películas. Porque "aún mucha gente no sabe que se pueden usar para generar sonidos", explica el profesor y a la sazón director de la orquesta. Para ello utilizan un programa "muy sencillo", un adaptador con mandos integrados, para no tener que usar el ratón y el teclado, y toda la imaginación del mundo. Con todo ello, grabaciones y varias pistas de sonido diferentes han logrado crear una pequeña orquesta con partituras y todo, con "mucha capacidad de improvisación" y con la certeza de que ninguna actuación será igual a la siguiente porque cada "músico" decide qué sonidos lanza en cada momento.

El resultado son piezas que dejan mucho a la interpretación del oyente, y que confirman que la capacidad para crear sonidos y melodías está en todas partes. Olaya Fernández, Begoña Muñiz, María Victoria Morán, Marta Rodríguez, Javier Cifuentes y Javier Suárez Quirós conforman un experimento "abierto a cuanta más gente mejor", que aspira a seguir creciendo este curso con nuevos ensayos y sesiones creativas. Porque la primera premisa, y la más importante es la de que "aquí no hace falta saber mucho de música; basta con pasárselo bien". Y ayer dieron muestras de haber aprendido la lección.