Hay quien no sale de la misma galería en toda la noche, a pie de obra, y quien está a punto del afoguín por querer ver, escuchar y probar lo mucho que ofrece en sus quince escenarios la Noche Blanca. Son casi cuarenta actividades (de la inauguración de exposiciones a la música y la magia en directo; de una actuación tanguera a una cata cervecera) con las que la ciudad, en esa plétora, viene fijando desde hace cinco años la animada apertura de la temporada de arte. La de ayer fue una cita un poco emborronada por la climatología, pero en la que hubo participación. Es ya una convocatoria consolidada que, en esta edición, se prolongará con dos jornadas: hoy mismo y el próximo jueves, día 6, con visitas guiadas de media hora por las distintas salas y exposiciones.

Mucho y bueno en esta edición de la Noche Blanca, con exposiciones coherentes con las importantes apuestas que vienen manteniendo desde hace años las galerías gijonesas. Adriana Lastra presentó el proyecto "Douglas", un grito ecologista. La sala ATM, en Deva, apostó por el albaceteño Santiago Talavera. Aurora Vigil-Escalera ha reunido, bajo el epígrafe "En silencio", a artistas de la potencia de Herminio, Lisardo, Pablo Armesto e Izaskun Escandón. En Bea Villamarín homenajearon a Cartier-Bresson y presentaron "Labor 1.0", una convocatoria artística de Editorial Dos Cuervos. El poeta Miguel Mingotes intervino en el escaparate de Cornión, donde además se inauguró "Kollaps", con piezas del escultor asturiano Jorge Flórez. Espacio Líquido mantiene su apuesta por Chechu Álava, valor seguro. En Gema Llamazares se vio el "Blanco sobre fondo blanco" de uno de los jóvenes artistas españoles a los que es obligatorio seguir, Guillermo Peñalver. En La Salita se expuso obra de Alsira Monforte Díaz. Y Viki Blanco tiró de los fondos de la galerías y de las fotos viajeras del madrileño Borja de Madariaga.

Hasta Telefónica se sumó a la Noche Blanca. Abrió sus puertas de la central de Pumarín, donde está el Centro Nacional de Acceso Inalámbrico, para acercar una tecnología puntera a los ciudadanos. La compañía montó talleres para niños. Los visitantes pudieron visitar algunos de los espacios fundamentales de la instalación, donde se explicó el funcionamiento de la central.

La Fundación Municipal Cultura, organizadora de la cita, desarrolló el proyecto "El tiempo oscuro de la luz blanca" en tres de los centros y museos municipales: Antiguo Instituto, Termas Romanas y Museo Casa Natal Jovellanos. "Una inmersión en los abismos de la consciencia", según el comisario de la propuesta, el siempre inquieto Alfredo Aracil. Participaron en las distintas sedes, en el despliegue del proyecto, los artistas Ernesto Avelino, David Ferrando Giraut y Sara Ramo. "A caballo entre el iluminismo de la ciencia y las tinieblas de la magia", según Aracil,

Y el Conseyu de la Mocedá apostó por la poesía visual y el grafiti, entre otras cosas. Invitó a los componentes de "Asociarte", grupo tan ligado a algunos de los mejores murales gijoneses, a hacer una exhibición de arte urbano. Organizó, asimismo, un recorrido por algunos de los mejores ejemplos del patrimonio local y una proyección de los cortos del concurso "Rodando en la Laboral".

La Noche Blanca suma adeptos y, aunque las casi cuarenta actividades que se concentran en cuatro horas se podrían pautar de otra manera, en varios fines de semana, parece que después de cinco años se ha convertido en una convocatoria que suscita el apoyo popular. Es una manera de que las galería privadas, con el apoyo municipal, sumen esfuerzos en una propuesta común que da mayor relieve aún al siempre vivo entramado artístico de la ciudad. La novedad de alargar la cita durante dos jornadas más, con explicaciones de tres expertos sobre las distintas exposiciones, permitirá acercar mejor el arte a los aficionados.