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Armando Menéndez: " 'El soldadito Lu' es un canto al humilde y al que pide perdón"

El médico y voz de la fundación de ayuda al Tercer Mundo que lleva su nombre escribe una fábula budista contra la guerra

El médico Armando Menéndez, autor de "El soldadito Lu". MARA VILLAMUZA

El popular médico gijonés Armando Menéndez (1957) conjuga en su persona la hiperactividad del galeno dedicado a las causas de los desheredados del Tercer Mundo, de Nepal a la India, con los silencios y la templanza que busca en sus meditaciones en los monasterios budistas del Himalaya. De esa relación con el mundo en carne viva y con la verdad del ejemplo que mostraron Jesús o Siddharta, Teresa de Calcuta o Vicente Ferrer, salen exposiciones tan contundentes como "La mujer en la reconstrucción de Nepal" o textos de afinada espiritualidad, como "El monje mentiroso". Como al clásico, nada de lo humano le es ajeno. Acaba de publicar "El soldadito Lu", una fábula o cuento antibelicista. "Es un canto al humilde, al bueno, al generoso, al que pide perdón antes de acusar y al que abraza antes de juzgar", explica.

"El soldadito Lu", impregnado de la convicción moral de que todos los pequeños gestos son necesarios para parar la violencia y la guerra, tiene su origen en una preocupación paterna: "Explicar a mi hijo Guillermo, que es ingeniero aeroespacial y máster en exploración planetaria, y también a todos los jóvenes, las causas de las guerras, quiénes son sus instigadores y sus horribles consecuencias". "Vivimos en una cultura violenta; videojuegos violentos, violencia en la televisión, en el deporte y hasta en las gradas", añade el médico. El autor, que estudió en la China de Mao y trabajó en hospitales del Bronx, en Nueva York, aún añade sobre los motivos de su último texto: "Advierte a los jóvenes de que no se comporten como ratas detrás del flautista de Hamelin". Y más: "Detrás de un himno y de una bandera no siempre hay patriotismo".

El cuento, que narra como el novicio de monje Lu es capaz con su modesta fregona de frenar el belicismo de los señores de la guerra en las fronteras de Bhután y el Tíbet, allá hacia 1740, ha sido publicado en castellano, asturiano e inglés. Incluye unas muy hermosas ilustraciones de la artista argentina Margarita Inés Rossano y será presentado, en el Centro Antiguo Instituto, el próximo día 29. A Covadonga García, la niña asturiana que fue una de las triunfadoras de la tercera edición de "Masterchef junior", le ha gustado tanto esta fábula de Armando Menéndez que será la maestra de ceremonias de la puesta de largo de "El soldadito Lu".

"Los niños se preguntan cómo pueden evitar las guerras a las que, por cotidianas, ya nadie hace caso. Les respondo que son el resultado de la suma de muchos pequeños odios", subraya el doctor, quien impartió el pasado marzo en la Universidad de Oviedo, invitado por el Departamento de Filosofía, un seminario sobre el pensamiento oriental en la Antigüedad. Y aún añade: "Hay que alejarse de los bárbaros y violentos, de las doctrinas que buscan culpables para el sacrifico y de todo aquello que no traiga paz a nuestro corazón".

Para Armando Menéndez hay que actuar allí donde se puede y en la medida de las capacidades propias, igual que Lu aprende del lama fregón la trascendencia de los gestos de apariencia más modesta: "Un niño no puede evitar las matanzas de Alepo, pero sí que marginen a otro niño o se burlen ; bienvenido el que busca solucionar los problemas dialogando, porque el verdadero superhéroe es el que evita las guerras, mientras que el villano es el que las provoca en su beneficio".

El autor de "El soldadito Lu" opina que la mayor guerra es la que toda persona libra con su corazón: "De no ganarla, nos convertimos en seres egoístas e insensibles". "Lu dice que detrás de cada pensamiento, aunque no coincida con el tuyo, hay un ser humano; abraza a ese ser, atraviesa su coraza y llega a su corazón porque todos los corazones hablan el mismo idioma", afirma.

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