"Debo de haber tenido entre mis ancestros un militar glorioso", pensaba ayer, cuando al asistir a la ceremonia de jura de bandera de los 700 civiles voluntarios reunidos en Gijón, la emoción se me hizo tan irreprimible que acabé llorando como una criatura. Observar el orden y disciplina castrense, su contenido de valores, el respeto que muestran ante los símbolos, la adhesión a la superioridad, y lo que es mejor, el sentido que tienen de la patria, desarmó mi integridad. Sentimiento que seguro fue compartido por la multitud que llenaba las tribunas de Las Mestas en una mañana soleada y espléndida. Unas dos mil personas asistieron al evento, por confirmar como el de mayor número de jurandos civiles de cuantos se han celebrado en España.

Sobre la formidable alfombra verde del hipódromo, y bajo un sol radiante, formaron los integrantes de la Primera Compañía del Batallón Toledo, perteneciente al Regimiento Príncipe nº 3. A su lado la banda de música de dicho cuerpo, compuesta de cornetas, gaitas y tambores. Y en medio, la enseña nacional, con el escudo real bordado en oro, custodiada por dos oficiales.

A las doce en punto se inició la ceremonia. Tanto los jurandos como el resto de la asistencia permanecían en silencio, bajo la presidencia del comandante militar de Asturias, coronel Raimundo Rodriguez Roca, acompañado de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón y del delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo. Junto a ellos los oficiales de los diferentes cuerpos se seguridad del Estado, como el comandante de Marina del Principado, Fernando Brinquis y el delegado de Defensa, Vicente Bravo Corchete.

El oficial encargado de dirigir el ritual, comandante Daniel González Fernández una vez recibido el permiso, dio lectura al artículo del reglamento que permite el acto, y en el capítulo de efemérides, recordó que el 1 de octubre de 1578, a la edad de 33 años había muerto en Namur (Bélgica), don Juan de Austria, capitán general de las Fuerzas Reales, el héroe de Lepanto. Acto seguido, ante la bandera, el comandante militar de Asturias, pronunció la fórmula del juramento, y después gritó ¡¿Jurais?! La respuesta fue un ¡Sí, juro! atronador y unánime. Y comenzó el desfile de los stecientos y pico españoles, en orden riguroso, dirigiéndose a besar la enseña rojo y gualda.

El discurso pronunciado a continuación por el comandante militar de Asturias, después de felicitar a los jurandos, resumía el significado del compromiso que estos ciudadanos acababan de adquirir. "Sois españoles valientes que habéis dado una muestra de patriotismo ante la bandera, símbolo de unidad. Este es un compromiso de amor a España que habéis dado no por obligación, sino por convencimiento, ya que la bandera representa siglos de esfuerzo, honor y gloria". Y añadió el militar de mayor rango en el evento que la bandera es un vínculo entre la clase civil y la militar, y que la defensa nacional es tarea de todos. Sus vivas, ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva el Ejército!, fueron clamorosamente respondidos, también desde los asistentes que presenciaban el acto desde la grada de Las Mestas y que culminaron en una monumental salva de aplausos.

Una corona de laurel escoltada por diez oficiales se dirigió al medio de la pradera para rendir homenaje a los caídos por España, ante una Cruz defendida por dos fusiles. Fue el momento en que las emociones ya no pudieron resistir más, desbordándose en tantos ojos. El cornetín emitió el toque de oración, y los soldados cantaron, "Tú nos dijiste que la muerte, no es el final del camino? ", y por último se hizo una descarga al cielo. Desde la tribuna el comandante militar de Asturias, Raimundo Rodríguez Roca puso el broche final a tanta belleza, pronunciando el texto de rigor: "Lo demandó el honor y obedecieron,/ lo requirió el deber y lo acataron; / con su sangre la empresa rubricaron / con su esfuerzo la Patria defendieron?"

Como punto final, después de entonar el Himno de Infantería, se procedió al desfile de la Compañía ante la tribuna de autoridades y público. Atrás quedada una mañana inolvidable, una ceremonia seria y emotiva, adornada de los mejores valores del ser humano. Que mi militar descanse en Paz.