La sección octava de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Gijón, acaba de condenar a una pena de seis meses de cárcel a un vecino de la ciudad de 60 años extrabajador del sector de la seguridad privada acusado de colarse en casa de una vecina. El allanamiento de morada tuvo lugar en agosto de 2015 en el barrio de Nuevo Roces. Fue entonces cuando el ahora procesado entró en el piso sin el consentimiento de la denunciante. La chica llevaba cuatro años viviendo en el mismo edificio que el detenido.

El juez explica que la víctima "es estudiante y tiene una rutina bastante fija puesto que de lunes a viernes reside en Gijón y los fines de semana se desplaza a Llanes, en donde viven sus padres". El magistrado explica que el condenado "conocía los horarios y rutinas de la chica" por lo que el 22 de agosto del año pasado -un sábado-, el arrestado aprovechó que la mujer no estaba en su vivienda y accedió al interior del inmueble. Eran las seis y media de la tarde. Para acceder al piso el detenido utilizó la llave de su vivienda, que abría también la cerradura del domicilio de la víctima. "La introdujo en el bombín y giró dos vueltas hasta abrir la puerta", señala el juez recalcando que el hombre pretendía "permanecer en el interior del piso sin que la denunciante le hubiera prestado su autorización o consentimiento".

"Ese mismo día la chica se encontraba en Llanes y habló con unas amigas para comer al día siguiente, por lo que cambió de planes y se desplazó a Gijón con el objetivo de dormir y quedar al día siguiente con sus amigas, por lo que la joven volvió a Gijón", se relata en la sentencia. Al meter la llave en la cerradura de su casa la chica se percató de que "la puerta estaba cerrada sólo con el resbalón, en vez de con las dos vueltas con las que la había cerrado antes de marcharse a Llanes". Algo iba mal. El perro de la joven empezó a ladrar en cuanto accedió al piso y se fue directo al salón, en donde descubrió al hombre que se encontraba escondido detrás de la puerta.

La Audiencia Provincial tenía previsto tramitar este procedimiento bajo la Ley del Jurado, sin embargo el acuerdo al que llegaron la acusación y la defensa antes de la celebración del juicio hizo innecesario que se convocara a los ciudadanos que tenían que decidir sobre este caso. A la pena de cárcel el ahora procesado debe sumar el pago de los 75 euros que a la chica le costó cambiar la cerradura y los 150 que le debe abonar a la joven como indemnización por daños morales.

En el momento del arresto el detenido trató de justificar su actuación ante la Policía Nacional asegurando que había escuchado ruidos en casa de su vecina y que se había acercado para comprobar que no hubiera pasado nada. En su defensa atribuyó a "una casualidad" que la llave de su piso abriera también la vivienda de su vecina. Lo cierto es que cuando los agentes registraron su vivienda descubrieron que en el domicilio del imputado había otras llaves con las que se podía acceder a varios pisos anexos. El acusado había instalado, además, una cámara de vigilancia que grababa el descansillo a través de la mirilla de su vivienda.