Las tareas de consolidación del edificio, enumeradas ayer por uno de los arquitectos directores del proyecto, Román Villasana, pasan por estabilizar la cimentación existente y la estructura muraria, resguardar al edificio de los agentes atmosféricos, recuperar y rehabilitar elementos arquitectónicos de valor, proteger y preservar el patrimonio histórico y arqueológico que existe en el interior y garantizar su correcto mantenimiento en el tiempo. Unas labores ligadas indivisiblemente a la investigación patrimonial que se lleva a cabo de forma paralela y que motiva el presumible retraso que sufrirán estas tareas de consolidación.

El edificio consta de dos plantas, la superior resultó de una ampliación de la Fábrica de Tabacos. Además, según el arquitecto Villasana, se le añadirán unos sótanos bajo rasante, de seis metros de altura y gran amplitud, que se construirán en los perímetros exteriores, en la zona que va del inmueble al parking ubicado bajo el cerro Santa Catalina. Estos almacenes polivalentes, que aún no tienen un uso adjudicado, "no causarán ningún impacto visual para el entorno de Cimavilla y se respetará en su integridad el edificio", aseguró. Villanueva, que comparte dirección con los arquitectos Óscar Pérez, Ignacio Olite y Carlos Pereda, ve en este espacio "una versatilidad y polivalencia que permitirán definir con gran libertad el uso público final".

En la visita guiada para los munícipes y miembros de la asociación vecinal del barrio, llevó la voz predominante de Paloma García, coordinadora del proyecto patrimonial del complejo. "Elaboramos una lectura de paramentos para conocer cómo el edifico se ha ido transformando y cómo el espacio de Cimavilla evolucionó desde la época romana y para ello contamos con un importante grupo de investigadores", resumió sobre un edificio convertido en punto de encuentro y referencia para "historiadores, documentalistas, arqueólogos, topógrafos, restauradores, geólogo", entre otras disciplinas investigadoras. En definitiva se trata de "una síntesis histórica de la ciudad" comprendida en 7.500 metros cuadrados. Desde los romanos a la fábrica de tabaco pasando por el convento barroco de las Agustinas.

Muchos de esos restos son todavía visibles como un depósito de agua de la época romana, pinturas en la iglesia del antiguo convento (utilizado como almacén de tabacos después), azulejos o ladrillos de la fábrica de la cruz de Ceares.

No hay marcha atrás

Por su parte, la alcaldesa Carmen Moriyón se mostró optimista con el futuro del inmueble. "Era imprescindible el rescate del edificio y eso lo tenemos asegurado, no hay marcha atrás", señaló la líder de Foro en Gijón tras visitar todas las estancias. La única preocupación de Moriyón es "no equivocarnos" en este mandato para ser "respetuosos con la historia del edificio" por lo que estamos "trabajando de forma seria y rigurosa con la Universidad de Oviedo". En lo que respecta a los usos de Tabacalera, Moriyón espera lograr un amplio consenso con los demás grupos políticos para dotar de un contenido cultural y creativo a las futuras nuevas instalaciones. A este respecto, el Centro Municipal de Empresas se encuentra analizando la industria cultural y creativa de la ciudad. No obstante, Moriyón recordó que cualquier movimiento debe ser "de la mano de los vecinos de Cimavilla; así acertaremos más y mejor".