Cuando Paula Barreal salió ayer de la capilla de La Providencia convertida en la flamante esposa de Pablo Gallego no pudo evitar un respingo y un gesto de sorpresa. Porque una cosa es ser habitual de los chigres y de la sidra, y otra que los invitados a su boda llegaran a bordo del autobús descapotado que ejerce de transporte oficial para los asistentes al evento Gijón de Sidra, con servicio de "culetes" incluido y el buen humor de serie desde media tarde.

Porque ya a las cinco y media medio centenar de gijoneses enfundados en sus mejores galas hicieron el paseíllo hasta la parada del Fomentín, donde el "sidrobús"esperaba a la comitiva para trasladar a los invitados hasta el lugar de la ceremonia religiosa. Un transporte poco común y del que la novia, profesora de profesión, no sabía nada. Todo se urdió entre los amigos de la pandilla y habida cuenta de que los novios son "muy conocidos en el mundo de la hostelería gijonesa", indicaba ayer Iván de la Plata, de Fenicia, la agencia organizadora de Gijón de Sidra.

De hecho, "fue en este festejo en el que los novios empezaron a intimar", señalaban ayer los amigos entre bromas. Y comoquiera que a los dos miembros de la pareja el mundo chigrero "les encanta", la pandilla tuvo a bien organizarles una pequeña sorpresa en forma de autobús sidrero y "culines" de bienvenida al nuevo matrimonio.

"Pensamos que sería una buena idea que nos viera llegar de punta en blanco en este autobús, es un buen guiño para ellos", señalaban los amigos a punto de embarcar rumbo a la ceremonia, de tacón, corbata y lentejuela.

La sorpresa para la novia fue monumental, ante la antenta mirada del ya marido y responsable del Café del Parchís y de un nutrido grupo de colegas del gremio. De hecho, Ricardo Álvarez, presidente de la asociación local de hostelería, ejerció como chófer para trasladarlo a la capilla de La Providencia.

Después del posado oficial ante el "sidrobús" y el correspondiente reparto de "culetes" entre el respetable, los invitados se desplazaron de nuevo en el singular vehículo a la finca de La Isla, donde disfrutaron del banquete nupcial, la música y la diversión hasta bien entrada la madrugada. La vuelta, eso sí, fue en autobús convencional.