A la celebración del sexto aniversario de la parroquia del Buen Pastor, en los altos de Ceares, se le sumó la bienvenida a su nuevo guía, el sacerdote praviano Rubén Díaz García, que ayer inició su ministerio parroquial con una iglesia en la que no cabía un alfiler, llena de feligreses que quisieron arropar al pastor con el que ahora recorrerán el camino de la fe y la colaboración mutua.

"Mi misión y tarea en el templo no se hace sola; el templo está lleno de piedras, ladrillos y cimientos que permiten que la iglesia no se caiga, cada uno de vosotros es una piedra que lo mantiene vivo y sin vosotros este templo se tambalea". Con estas palabras quiso Rubén Díaz presentarse ante sus nuevos fieles en una celebración donde todos tuvieron presentes a los párrocos predecesores. En especial a Juan Manuel Hevia, que se despidió en misa solemne el pasado 25 de septiembre y a Eduardo Gordón, fallecido en 2014. A este último pidió "que desde el cielo nos siga bendiciendo y acompañando", el nuevo cura de Ceares.

Para la ocasión, Rubén Díaz eligió la parábola de los leprosos a los que Jesús nunca abandonó. Y aun sin manchas en la piel "¿quién no se ha sentido solo, triste o desgraciado alguna vez?", interpeló de forma retórica para concluir que "de lo más pequeño, Dios hace tantas cosas". Y con ese objetivo tomó la palabra por primera vez ante su nueva familia. "Una parroquia es una familia, aquí todos contamos, todos formamos parte y todos aportamos algo", reconoció.

Rubén Díaz, natural de Pravia, nació en 1982 en el seno de una familia religiosa y desde su primera comunión tuvo claro que su futuro sería el sacerdocio. A los trece años ingresó en el Seminario Menor de Oviedo. El 27 de mayo de 2007, fiesta de Pentecostés, se celebró su ordenación sacerdotal en la Catedral de Oviedo, en una ceremonia presidida por el entonces arzobispo, Carlos Osoro.

Rubén Díaz se convertía entonces, además, en el cura más joven de la diócesis aunque el secreto de la juventud, según desveló ayer durante su primera homilía, depende "del espíritu y el ánimo que tengamos todos y no de la fecha que ponga vuestro DNI". También les pidió, "con el corazón en la mano", en este primer envite, que su parroquia siempre tenga las puertas abiertas y el corazón de todos con capacidad de acoger a quien lo necesite.

Fue una eucaristía bonita y llena de buenas intenciones aunque de breve parlamento. Ya lo avisó el cura que "aunque tengamos fama de pesados", advirtió, "yo soy breve y concreto, además, como espero que nos veamos con mucha frecuencia por aquí, no quiero gastar todo lo que os tengo que decir el primer día", bromeó Rubén Díaz a quien recibieron ayer con canciones. Y todo porque la música ha sido siempre su otra gran pasión desde niño. En especial el órgano, el instrumento que le cautivó desde que a los 17 años inició la carrera de Música. Hace dos años creó el dúo "Tubox", junto con Antonio Cánovas, que fusiona el órgano con el saxofón e incluso ha protagonizado algún concierto en la Iglesia de San Pedro. Y por eso no faltaron las canciones durante toda la misa, en especial, el himno de Covadonga que se entonó al cierre.