Cuatro etapas. 1.000 kilómetros. Una velocidad media cercana a los 80 kilómetros por hora. Y un vuelo a 300 metros de altura. El reto deportivo que tenía pensado Víctor Rodríguez se transformó en un proyecto solidario para colaborar con "Bomberos en acción". Ayer, este leonés, que trabaja de bombero en Valladolid, partió desde una explanada de la Universidad Laboral rumbo a Benavente para iniciar un reto que tiene el fin de concienciar a la población para recopilar alimentos para el Sáhara. La campaña recibe el nombre de "75.000 comidas para niños del Sahara".

"Es un reto personal que tenía desde hace tiempo, en principio era una aventura como reto deportivo, pero ahora aprovecho para sumarse a esta causa solidario y unirla junto al trabajo y al deporte", destaca este leonés, que tardó ayer cerca de dos horas y medias en recorrer los casi 200 kilómetros que separan Gijón y Benavente.

La salida estaba prevista desde el Cabo Peñas, pero las condiciones técnicas hicieron que se cambiase y se llevase a una de las explanadas cercanas a la Universidad Laboral. Pasaban unos minutos de las diez de la mañana de ayer cuando, con viento sureste, se produjo el despegue. Todo, pese a los nervios iniciales, se produjo según lo previsto.

Víctor Rodríguez tiene 28 años, lleva 13 practicando el paramotor y subcampeón del mundo por equipos de esta modalidad. Trabaja como bombero en Valladolid, y ahora vivirá una gran experiencia. "Los imprevistos que puedan surgir es que falle la meteorología o tener algún problema mecánico, pero habrá una furgoneta que me siga prácticamente al milímetro, tendré comunicación permanente e incluso haré conexiones en directo en internet durante el vuelo", señala este leonés.

"75.000 comidas para niños del Sahara" es la campaña de Bomberos en Acción para concienciar sobre la necesidad de recopilar alimentos para los niños saharauis. La intención de Víctor Rodríguez es ir realizando charlas informativas sobre el proyecto de Bomberos en Acción en los distintos pueblos que vaya haciendo paradas, que serán entre una y dos cada día. La primera se realizó ayer en Benavente, y allí llegó tras remontar hasta 2.000 y 3.000 metros de altura para salvar la Cordillera Cantábrica, alcanzar los 100 kilómetros por hora en algún momento de viento favorable, y disfrutar desde lo más alto de un reto solidario, en un paramotor que consume 12 litros de combustible cada dos horas y media de trayecto.