La presión social se ha vuelto insoportable. Los familiares de Abdellah Ouelji, el supuesto yihadista detenido en El Natahoyo hace ahora un mes, han anunciado a su círculo más íntimo su voluntad de volver a Marruecos en las próximas semanas para hacer una nueva vida. Los gijoneses aseguran que ya no se encuentran cómodos en el barrio en el que todo el mundo les definía como personas "muy bien integradas". No en vano el padre del ahora encarcelado llevaba décadas trabajando en la ciudad, a la que llegó como vendedor ambulante.

La vida de Abdellah Ouelji y su familia cambió radicalmente el pasado 11 de octubre. A primera hora de la mañana varias unidades de la Policía Nacional llegadas desde la Comisaría General de Madrid procedieron a su arresto. El Ministerio del Interior señaló al gijonés de 34 años como una "pieza clave" del entramado propagandístico del autodenominado Estado Islámico. Apenas unos días después el supuesto yihadista fue enviado a la prisión de Soto del Real por orden de un juez de la Audiencia Nacional. Los familiares de Ouelji defendieron desde un primer momento su inocencia. "No tenemos nada que esconder, no vamos a agachar la cabeza, aquí nos conoce todo el mundo", gritó una mujer tras el arresto del supuesto terrorista mientras decenas de vecinos de La Calzada contemplaban el espectacular despliegue policial que se preparó en la calle Rosalía de Castro para proceder a la detención de Ouelji.

Nadie daba crédito a lo sucedido. Uno de los hermanos del acusado había trabajado como portero en varios bares de copas. El otro era dependiente de un kiosco de la zona. "Estaban muy integrados", repetían una y otra vez los gijoneses que conocían a la familia del acusado. Ouelji, jubilado como consecuencia de un accidente laboral que a punto estuvo de costarle la vida, ejercía actualmente como presidente de la comunidad de vecinos en la que residía con su mujer y sus hijos, un piso situado en el número 14 de la calle Venezuela, en pleno barrio de La Calzada. Cuentan los residentes en esta zona que su arresto impidió que se cerrara con éxito un pleito que la comunidad de propietarios mantenía desde hacía años con el dueño del bajo del edifico. Después de meses de discusiones las partes implicadas en el juicio habían llegado por fin a un acuerdo. Sólo faltaba que firmara el presidente de la comunidad. Y lo tenía que hacer justo el día en el que fue detenido. El día, además, en el que cambió radicalmente la relación de los vecinos con la familia, a la que se había puesto como ejemplo de integración.

La Policía Nacional le seguía la pista a Ouelji desde hacía un año y medio. A pesar de que sus familiares argumentaban el día de su arresto que en los últimos meses no habían notado "nada raro" en su actitud, lo cierto es que quienes trataban con el gijonés cuentan que "se había radicalizado". Se había dejado barba y se dejaba ver menos por los establecimientos de hostelería del barrio que hace dos años frecuentaba de manera habitual.

Ouelji ha cambiado ahora hasta de abogado. El reo y su familia buscan una defensa especializada en Madrid para afrontar el procedimiento judicial al que debe hacer frente en los próximos meses en la capital. La Audiencia Nacional le juzgará a él y a otros supuestos miembros del Estado Islámico en España.