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Un inodoro es un tesoro

El Día Mundial del Retrete pone de relieve su gran importancia contra la transmisión de enfermedades y la contaminación

Sección de un inodoro en el que puede verse su sistema de desagüe.

Desde el año 2013 cada 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete lo que, a priori, puede causar cierta sorpresa y hasta incredulidad. Se suele decir que hay días para todo y en gran medida es cierto siendo, en muchos casos, labor de la ONU y de sus organizaciones afines. Precisamente la convocatoria de estas jornadas pretende focalizar la atención en aspectos clave para la humanidad y, aunque pueda parecer un asunto menor, el inodoro y las redes de saneamiento tienen una importancia capital por su relación directa con la contaminación de las aguas potables y con la transmisión de enfermedades

Los datos oficiales son contundentes: la falta de redes de saneamiento o sus malas condiciones son la principal causa de mortalidad infantil -aproximadamente un niño por minuto fallece por ello- y provocan una media de unas 7.500 muertes a diario en el planeta. Otra cifra resulta esclarecedora: en la práctica una de cada tres personas, unos 2.400 millones, no tiene acceso a un váter. Las inversiones en este ámbito son así esenciales y un objetivo prioritario para lograr un desarrollo sostenible a nivel mundial.

En nuestra propia historia local hay episodios muy representativas de la situación crítica que nuestros antepasados vivieron debido a la carencia o a las deficiencias de las redes de saneamiento, siendo quizás la más grave la epidemia de tifus que asoló la ciudad entre 1911 y 1912. Por ello la construcción y la ampliación del alcantarillado fueron una reivindicación constante desde la segunda mitad del siglo XIX, con muy pocos logros notables que, cuando ocurrían, llegaban a festejarse por todo lo alto como ocurrió en El Natahoyo en 1915 tras la construcción del alcantarillado principal del barrio.

En cuanto al protagonista de este día, el inodoro, también cuenta con su propia historia. Existen testimonios de la existencia de retretes de concepción similar a la actual hace más de 4.000 años primero en India y después en Creta, incluyendo el uso de bajantes y cisternas, mientras las redes de saneamiento romanas fueron el antecedente más directo de las actuales si bien la invención del inodoro moderno es mucho más reciente. Con un primer prototipo diseñado hacia 1590 en la corte de Isabel I de Inglaterra por John Harrington, que no prosperó, no fue hasta 1775 cuando el relojero escocés Alexander Cumming patentó un sistema de inodoro con cisterna que incluía un desagüe acordado en su parte inferior. Este detalle es en sí la clave para que el inodoro lo sea literalmente ya que conforma un sifón o cierre hidráulico que impide el retorno de las emanaciones provenientes del alcantarillado que harían inviable su instalación dentro de las viviendas. Samuel Prosse introdujo poco después el perfeccionamiento del mecanismo de la cisterna incluyendo en ella la válvula esférica que controla su llenado.

Durante el siglo XIX se produjo el diseño definitivo del inodoro actual. La taza en porcelana comienza a comercializarse en 1883 por iniciativa de Tomas Turifed y dentro de los modelos finiseculares fabricados en serie destacarán los de la firma Thomas Crapper. En ese periodo inicial no faltan piezas decoradas que hacían del retrete casi una obra de arte y que convivían con otros modelos más básicos y meramente funcionales. Como referencia de tal variedad resulta ilustrativo que el precio de un inodoro en Gijón hace 125 años oscilase entre las 20 y las 250 pesetas. Su instalación en todas las viviendas del casco urbano se hizo obligatoria en 1934.

Existen en el Mundo varios museos dedicados al inodoro -el más relevante es el Museo Sulabh de Nueva Delhi y el más próximo a nosotros está en Praga- y constituye una experiencia peculiar visitar el Musée des Égouts en el que puede recorrerse medio kilómetro del alcantarillado histórico de París.

En todo este contexto, no deja de ser también un día oportuno para recordar que Gijón cuenta actualmente con la mejor red de saneamiento de toda su historia aunque lastrada por el desastre que supone no haber culminado aún el Plan Integral de Saneamiento de 1991.

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