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VERÓNICA SIERRA BLAS | Historiadora, autora del libro "Cartas presas"

"Las políticas de memoria histórica dejan todavía bastante que desear"

"Las cartas hacen que todas esas personas, que nos han dejado un legado de paz y esperanza, sigan entre nosotros"

Verónica Sierra Blas, ayer, en el Pueblo de Asturias. ÁNGEL GONZÁLEZ

Doctora en Historia y profesora en la Universidad de Alcalá desde el año 2000, Verónica Sierra Blas es la autora del libro "Cartas presas. La correspondencia carcelaria en la Guerra Civil y el franquismo", que ayer presentó, en Gijón, en el Museo del Pueblo de Asturias. Su línea principal de investigación se centra en el estudio de las prácticas sociales de la escritura.

-¿Por qué aborda esa parte de la historia de España a través de cartas personales?

-Hay distintas escuelas historiográficas y, en mi caso, estoy formada en la historia de la cultura escrita. Nosotros privilegiamos mucho lo que se llama la historia desde abajo, que intenta hacer una historia más democrática, en la cual estén representadas todas las personas, no solo los personajes importantes a nivel político, económico, militar o intelectual, y ese es el problema al que nos enfrentamos: a la hora de buscar documentación de la gente común en los archivos públicos vamos a encontrar muy poquito, por eso hay que recurrir a otras fuentes que nos permitan hacer un recorrido de estas personas anónimas.

-¿Y las fuentes?

-En el libro, no obstante, combino distintas fuentes. Además de unas mil quinientas cartas, también recurrí a distintos archivos públicos y de asociaciones privadas y familiares, que son, los últimos, la fuente más importante.

-¿Qué fue lo que más le llamó la atención, en conjunto, tras la lectura de las cartas?

-Los historiadores debemos mantener siempre una distancia y una objetividad, a la que llegamos con la complementariedad de fuentes, lo que no quiere decir que seamos fríos. He tenido momentos en los que tuve que parar la investigación y reflexionar, pero, en definitiva, es una parte de la historia que hay que contar. No ha sido fácil, pero también, en algunos momentos, pienso que este es un libro más lleno de esperanza que de muerte, es decir, que las cartas que están ahí hacen que todas esas personas sigan entre nosotros de alguna manera y nos han dejado un legado de paz y de esperanza.

-¿Es su lectura histórica de lo que ocurrió?

-La lectura que yo hago, al menos, es en positivo, que no vuelva a repetirse lo que ocurrió en España en esa época aprendiendo del pasado y, sobre todo, teniendo una serie de precauciones, de valores y de actitudes que son indispensables para una vida en paz.

-Es curioso, no obstante, que se puedan leer las cartas de personas que todavía están sepultadas en cunetas y fosas comunes sin señalizar...

-Hay muchas tareas que hacer y las políticas de memoria histórica de este país dejan todavía bastante que desear y es mucho el camino que hay que recorrer, pero desde el ámbito de la historiografía y de las asociaciones que se están creando se está haciendo una labor ahora que hace treinta o cuarenta años era inimaginable. Es verdad que siempre quedarán nombres, ya que restituir los nombres de todas las víctimas es una tarea prácticamente imposible, pero granito a granito vamos consiguiendo muchísimo. Las cartas suplen, en gran medida, esa falta de un lugar donde ir y se convierten en una reliquia y en un lugar de culto de las personas que no tienen los restos de sus seres queridos.

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