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DIEGO LÓPEZ GARRIDO | Exsecretario de Estado para la Unión Europea, exportavoz socialista en el Congreso y catedrático de Derecho Constitucional, presentó en Gijón su libro "Paraísos fiscales"

"El fraude es una de las acciones más antidemocráticas que se pueden hacer"

"El Partido Socialista tiene un espacio político fundamental, que es la socialdemocracia, y la evolución de Podemos lo aleja de ese espacio"

Diego López Garrido, ayer, con un ejemplar de su libro "Paraísos fiscales", en el paseo del Muro. ÁNGEL GONZÁLEZ

Retirado de la vida política activa después de desempeñar, entre otros cargos, el de Secretario de Estado para la Unión Europea y portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido (Madrid, 1947) imparte clases en el campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha, en su calidad de catedrático de Derecho Constitucional. Estuvo ayer en Gijón para presentar su último libro, titulado "Paraísos fiscales. 20 propuestas para acabar con la gran evasión". Fue presentado por Vicente Álvarez Areces, actual portavoz socialista en el Senado.

-¿El nivel democrático de un país también se puede medir por los ratios del fraude fiscal?

-Sin duda. A más fraude fiscal menos democrático es el país, lógicamente, ya que el reparto de la riqueza es menos democrático. El impuesto es la forma en que se contribuye al mantenimiento de los servicios públicos y el impuesto progresivo es democrático y el regresivo no lo es. Por ejemplo, los impuestos indirectos, el IVA, lo pagan lo mismo el rico que el pobre. Sin embargo, el impuesto de sociedades o el de la renta se pagan en función de la riqueza. El fraude es una de las acciones más antidemocráticas que se pueden hacer, es no contribuir a los servicios, aprovecharse de ellos y hacer que otros que realmente son honrados y pagan a la hacienda pública por estar más controlados, por ejemplo los asalariados, paguen lo que el que evade no paga.

-Atendiendo a ese axioma, ¿cuál es entonces la salud democrática de España?

-En España hay un importante fraude fiscal, pero hay dos dimensiones: una de fraude importante de sectores no controlados suficientemente, como en algunas profesiones, y luego hay un fraude permitido en el sentido, por ejemplo, del impuesto de sociedades, que tiene gran cantidad de deducciones, con lo cual el tipo real es mucho más bajo. Luego está el fraude que España comparte con el resto de los países de la Unión Europea, que es la evasión fiscal como consecuencia de la existencia de paraísos fiscales en otras partes del planeta.

-¿Después de cuarenta años de democracia y de la reforma fiscal de Fernández-Ordóñez, que un gobierno, sea socialdemócrata o de derechas, no pueda poner coto es preocupante?

-Con voluntad política se puede conseguir, lo que pasa es que llega un momento en el que la lucha contra al fraude necesita que sea supranacional, requiere que tenga la ayuda de la Unión Europea, un Estado solo no puede. Un Estado puede cometer pecados como, por ejemplo, la amnistía fiscal, o no darle suficiente importancia a la Administración tributaria con una inspección lo más potente posible. Un gobierno puede decidir, como hizo el último, una bajada del IRPF que favorece a las rentas más altas, y es que la Unión Europea no te dice que bajes o subas los impuestos, lo que dice es que tienes que cumplir un déficit del tres por ciento, pero cada país tiene el dominio de los tipos fiscales, es decir, puede optar por los recortes o por incrementar el tipo fiscal a los que más ganan. Pero la lucha contra la elusión, que no evasión, de capitales, requiere una posición conjunta de la Unión Europea que no se ha conseguido todavía.

-¿La economía sumergida es una enfermedad congénita de la sociedad española, o dicho de otra forma, se necesita para que el país funcione?

-Es una característica de los países del sur de Europa, seguramente la mayor es la italiana, y es imposible saber su cuantía, está en la alegalidad total. Pero se calcula que puede haber un diecisiete o dieciocho por ciento de economía sumergida del Producto Interior Bruto de España, y una parte no tributa, por eso, además, es un fraude fiscal.

-¿De las veinte medidas que relata en su libro, cuál o cuáles son las principales para tratar de poner freno a la evasión fiscal?

-La que denomino "industria de la evasión fiscal" tiene tres componentes y hay que actuar sobre los tres: los evasores, los paraísos fiscales que les facilitan la tarea y los colaboradores necesarios, como son entidades financieras y abogados expertos en el asunto. Hay que ir contra los tres. Hay que conocer al evasor para combatirle con transparencia, y es en lo que más se podrá avanzar a corto plazo, seguramente. En Europa ha desaparecido el secreto bancario gracias a los Estados Unidos y, por tanto, hay transparencia. Segundo, sin paraísos fiscales, sin Panamá, sin Islas Vírgenes, sin Dakota del Sur... no podría haber esa evasión fiscal a grandísima escala, no habría refugios para el dinero que se va...

-¿También sin la City de Londres?

-Tampoco sin la City de Londres y muchos territorios que tiene el Reino Unido, que son auténticos paraísos fiscales, el mayor de todos, posiblemente, el de las Islas Vírgenes. Para empezar, la Unión Europea no tiene ni una lista de los paraísos fiscales, aunque dice que la tendrá el año que viene. Y es que en el momento en que se supieran los países a los que hay que considerar paraísos fiscales, que son aquellos que tienen una legislación apropiada para atraer a capitales fugitivos, capitales negros, uno de los ejemplos es Panamá, lo que habrá que hacer es una serie de sanciones comerciales, prohibición de que los bancos comercien con ellos para asfixiarlos y que desaparezcan. Y tercero, hay que ir contra los cooperadores necesarios, contra las entidades financieras que colaboren en ese trasiego de dinero negro y contra los abogados que hacen eso quitándoles la licencia para ejercer. Esas son las tres cosas que hay que hacer, pero hay un punto fundamental: Estados Unidos es el gran problema.

-¿Por qué?

-Estados Unidos logró romper con la religión suiza, que era el secreto bancario, y también en toda Europa. Pero el problema es que no hacen lo mismo con Europa. Estados Unidos exige a los bancos europeos que le digan sus evasores dónde están, pero no a la inversa, y cuando los países europeos preguntan a Estados Unidos no hay respuesta, no colabora. Pero allí hay Estados que son paraísos fiscales: Dakota del Sur, Delaware, Wyoming, Nueva York y algunos más, es una cosa sabida y absolutamente aceptada y legal allí. El problema es muy grave, mientras Europa va avanzando en cortarle las alas a la industria de la evasión fiscal, lo que se está produciendo es un flujo de capitales hacia Estados Unidos, allí van a estar más "confortables", es tremendo. En el caso de que Estados Unidos no colabore, y no colabora, y luego la victoria de Trump es la peor noticia que podríamos tener en este sentido, será muy difícil combatir la evasión fiscal a gran escala, que es la verdaderamente significativa y producto de la globalización financiera. Sin la colaboración estadounidense los avances serán limitados. Por eso la Unión Europea tendría que plantarse y exigir a Estados Unidos su colaboración para acotar la evasión fiscal. El problema número uno en este momento de la evasión fiscal es la falta de colaboración de Estados Unidos, que incide en Europa en el mantenimiento del Estado de Bienestar, la gran joya de la corona europea, por la falta de ingresos fiscales de las grandes fortunas.

-Desde su retiro de la política activa, ¿cómo analiza lo que está sucediendo en el PSOE?

-El Partido Socialista ha tenido un tropiezo en la estrategia seguida después de las últimas elecciones. El "no es no" era un callejón sin salida y cambiar esa estrategia ha sido traumático. Ahora bien, el PSOE tiene un espacio político fundamental, que es la socialdemocracia europea, que no tiene otro partido, y la evolución que está teniendo Podemos le aleja de ese espacio, por eso en el momento en el que el Partido Socialista ordene su situación interna, haga su congreso y elija un liderazgo, en ese momento creo que habrá una recuperación clara de sus posibilidades políticas y estará en condiciones de ser una alternativa real en las próximas elecciones. Soy optimista.

-¿El problema fue que el PSOE abandonó ese espacio claramente socialdemócrata y dejó libre el campo a otros por la izquierda?

-Lo que pasó es que hubo una crisis terrible y la socialdemocracia europea no fue capaz de crear una alternativa creíble de salida de la crisis y apareció subordinada a las políticas de austeridad.

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