La parroquia de San Antonio de Padua es tal vez, uno de los centros religiosos que más actividades sociales realiza en la ciudad. Goza de un voluntariado numeroso que a lo largo del año se emplea en diversos fines como el llamado "Pan de los pobres", destinado a socorrer a las familias más necesitadas, o el grupo "Justicia y Paz" que trabaja en especial con niños inmigrantes. Colabora con Manos Unidas, da cobijo a rastrillos benéficos, exposiciones de todo tipo, recogida de alimentos? Al frente de todo ello se encuentra Fray Benjamín Serrano, un sacerdote fuerte, que se siente orgulloso de la labor que su parroquia desempeña.

-Dígame, ¿es usted asturiano?

-No, nací en un pueblo de Toledo (1961), llamado La Torre de Esteban Hambrám. Este nombre deriva de una torre musulmana que pudo existir en el siglo XIII que pertenecía al mozárabe Esteban Ambrám. Soy el segundo de cuatro hermanos. En cuanto a mi carácter, creo que he vencido mi timidez y hoy me considero sociable. Muy ordenado no soy, pero las cosas que dependen de mí las procuro llevar con la mayor seriedad posible. Aquí soy el párroco y el superior de la comunidad, o el "Guardián" según la terminología franciscana.

-¿Dónde hizo sus estudios?

-En el Seminario de los Capuchinos de El Pardo

-¿Estaba próximo el convento al palacio donde residía Franco?

-No pero recuerdo que teníamos una escolanía y en una oportunidad, creo que se celebraba un bautismo, fuimos a cantar , al palacio.

-¿Fue la suya una vocación temprana?

-No, simplemente estudiaba allí. Pero a los 16 años vi claro que ese era mi camino.

- ¿Cómo lo tomaron en su casa?

-Siempre me apoyaron, y nunca me arrepentí de la decisión tomada. He pasado por altibajos, he sufrido dudas, algo que ocurre a todo el mundo, pero aquí estoy.

-¿Dónde se ordenó?

-En el propio monasterio de El Pardo, en 1988. Habíamos empezando aquella andadura cuarenta chavales, y únicamente llegué yo al final. Así que me ordené solo.

-¿Cómo ha sido su itinerario laboral?

-Estuve ocho años de profesor en El Pardo, hasta que me enviaron a Venezuela donde permanecí diez años. Luego otros tres en Vigo, tres en Madrid, y en Gijón estoy a punto de cumplir tres más. Durante mi estancia en Venezuela, viví seis años en Machiques, en el Estado de Zulía que rodea el lago Maracaibo, donde la población era criolla. El resto lo pasé en El Tokuko, entre los indígenas yukpa. Eran muy pobres, pero yo fui muy feliz, supe lo que significaba el amor al prójimo.

-Una vida muy distinta a la de Gijón?

-Aquí estoy muy a gusto, cómodo y tranquilo, rodeado de buena gente.

-¿Qué le parece el Papa Francisco?

-Me gusta. Ha sabido llevar a la Iglesia el espíritu que necesita en el momento adecuado, para renovar ciertos aspectos que son ineludibles.

-¿Cómo cuáles?

-Por ejemplo, está procurando dar a todo lo que se relaciona con los poderes de la Iglesia, un control y una trasparencia imprescindibles. Y me gusta la cercanía con que trata a todas las religiones y a todos los hombres, hasta el punto de reunir a los representantes de todas las confesiones del mundo para orar por la paz, tratando que la fe no sea un obstáculo para conseguirla.

-Fallan los jóvenes?

-Sí, este es un problema. Nosotros hacemos lo que podemos, pero no hemos encontrado aún el sistema de atraerlos, hay fuerzas muy potentes en el mundo que los frenan de un acercamiento a la fe. Estamos intentando su conquista, yendo poco a poco, aunque el obstáculo mayor está en las familias, que participan únicamente de los ritos sociales, bautizos, comuniones, pero luego no vuelven a pisar la iglesia, y desaparecen del ámbito religioso.

-¿Sus confesionarios está vacíos?

-No, aquí hay bastantes personas que se confiesan. La iglesia está abierta de ocho de la mañana a una de la tarde; y de cinco a nueve menos cuarto de la noche. Casi siempre hay confesores y si no se solicitan.

-Se ha terminado el Año de la Misericordia, ¿con qué resultado?

-Nosotros hemos intentado dar una imagen de Dios abierta siempre al perdón, ya que su amor es lo que mejor define su misericordia.

-¿Usted, a qué santo le reza?

-Especialmente a ninguno, pero tengo muy en cuenta a San Francisco de Asís, fundador de la Orden de Frailes Menores Franciscanos y Capuchinos, a la que pertenezco, y también me acuerdo de vez en cuando del santo de mi cumpleaños, el 17 de mayo, festividad de San Pascual Bailón, al que tengo cariño, entre otras cosas porque me recuerda a mi infancia, ya que había una imagen de él en el coro de un convento de mi pueblo al que subíamos a cantar.

- ¿Quién era San Benjamín?

-Se sabe poco de él, sólo que fue un diácono persa del siglo IV, que sufrió martirio durante una de las persecuciones a los cristianos.

-Esa fotografía que preside su despacho del obispo brasileño Helder Cámara, significa que es usted partidario de la Teología de la Liberación?

-De ningún modo. Lea lo que escribe: "Cuando doy pan a un pobre, dicen que soy santo, pero cuando pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista." En su día se sacaron las cosas de quicio, pero en realidad la Teología de la Liberación hizo a la comunidad mucho bien. Hoy apenas se habla de ella, se ve como normal.

-¿Qué le parece que por fin los sacerdotes pueden perdonar el aborto?

-Es una buena noticia para clausurar el Año de la Misericordia. Si Dios es pura misericordia, ¿quiénes somos nosotros para negar el perdón a nadie?

-¿Se ha encontrado usted en el confesionario con ese problema alguna vez?

-En Gijón, no, pero en Vigo, sí. Sentí compasión por esas mujeres arrepentidas; nunca sabremos cuales eran sus circunstancias.

-¿Cuantos frailes capuchinos integran ahora su comunidad?

-Somos cinco. El más joven soy yo. El mayor cuenta 89 años y el resto rondan los setenta. Son estupendos y nos llevamos muy bien, por eso me gustaría quedar en Gijón, por lo a gusto que estoy

-¿Teme usted a la muerte?

-No, pero tampoco la ansío. La vida, cuando Dios nos la da es para que la vivamos hasta que Él quiera. Yo pienso como Santa Teresa: "Vivo sin vivir en mi / y tan alta vida espero / que muero porque no muero."

- ¿Le gusta el carácter de los asturianos?

- Mucho. Sois muy abiertos, nobles; se os ve venir.

-¿Que hace para entretenerse?

-Me dedico a la música. Toco el saxofón y la guitarra. Soy autodidacta, pero tengo buen oído, y aprendí algo en el Seminario de El Pardo.