Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil han tenido que intervenir en las últimas semanas en tres violentos sucesos protagonizados por personas afectadas por enfermedades mentales en Gijón. El más dramático tuvo lugar el pasado martes en una vivienda familiar de El Natahoyo, pero no fue el único que obligó a un despliegue policial.

La primera intervención la llevó a cabo la Policía Nacional el día 12 de este mes en un piso de El Natahoyo, en donde un hombre con depresión había intentado matar a martillazos a su pareja, una mujer que resultó herida grave y que pudo salvarse tras pedir auxilio a gritos a sus vecinos. Los hechos tuvieron lugar en una vivienda de la calle Luis Braile. El agresor había salido unas horas antes del área de Psiquiatría de Jove, en donde había estado ingresado para tratarse la depresión que padecía. Los vecinos aseguran que nunca antes se habían producido escenas de violencia en el inmueble familiar. El detenido llevó a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía encargados del caso hasta el martillo y el punzón que había utilizado para llevar a cabo la agresión. El hombre fue derivado de nuevo al centro hospitalario del que había salido apenas unas horas antes. Once días después de su ingreso el hombre pasó a disposición judicial. La magistrada del juzgado de violencia contra la mujer ordenó, de acuerdo con la Fiscalía, su ingreso en prisión preventiva e impuso una orden de alejamiento que impide al reo acercarse a su víctima o comunicarse con ella por cualquier medio.

Apenas once días después, el 23, la Policía Local tuvo que intervenir en una vivienda de la avenida de Schultz en donde una mujer de 38 años había agredido a su madre. Los agentes acudieron al piso alertados por los vecinos que habían escuchado gritos desde el interior de la vivienda. Al llegar a la casa, los funcionarios municipales se encontraron con la víctima. La mujer aseguró que su hija le había quitado el teléfono. En ese momento la acusada comenzó a agredir a la denunciante delante de los agentes. La agredida aseguró que cuando estaba tumbada en el sofá su hija se había abalanzado sobre ella y le había tirado del pelo dándole además patadas y puñetazos. Los agentes vieron que la televisión había sido volteada, y en el piso había marcos de puertas arrancados, ropa tirada y mechones de pelo por el suelo.

La acusada pasó a disposición judicial horas después y fue condenada a 20 días de trabajos en beneficio de la comunidad como responsable de un delito de lesiones en el ámbito familiar. La magistrada también impuso una orden de alejamiento que impedirá a la mujer acercarse a la víctima o comunicarse con ella durante los próximos ocho meses. La procesada tenía un trastorno de la personalidad y carecía de antecedentes penales.