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DAVID GONZÁLEZ | Poeta, presenta hoy el libro "Si te echan mano al cuello, encontrarán la soga"

"Estoy siempre al límite porque mi poesía es autobiográfica"

"El maldito es un incomprendido por sus contemporáneos; somos unos inútiles que sólo sabemos escribir o lo que sea"

David González, ayer, en Gijón. JUAN PLAZA

Autor de libros como "El demonio te coma las orejas", "La carretera roja", "Sembrando hogueras" o "Reza lo que sepas", el gijonés David González (1964) cultiva una poesía biográfica y despojada, emparentada en ocasiones con el llamado "realismo sucio" y desde posiciones siempre críticas. Ha sido traducido a varios idiomas. Presenta hoy (20,00 horas) en el Club de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón su último libro, "Si te echan la mano al cuello, encontrarán la soga".

-¿Cómo encuadra este nuevo libro en su obra?

-En el ciclo "Los que viven conmigo". Aparece gente que me ha venido acompañando, pero también mis cantantes o actores favoritos. Nombres que forman parte de mis poemas y relatos; algunos se repetirán y otros no. Lo que destaco son hechos, pero sin seguir un estricto orden cronológico. Es escritura nueva, aunque aprovecharé alguna cosa ya publicada. El libro empieza con el poema más corto y acaba con el texto más largo, un relato.

-¿Habrá cada vez más relatos y menos poemas?

-Posiblemente, sí. Estoy con varias narraciones, aunque los poemas siguen apareciéndoseme. En este libro, donde insisto en la limpieza tipográfica, introduzco también la cursiva, que es como una síntesis informativa y ofrece una doble lectura del texto.

-Lo que hay es una fidelidad al estilo conocido de David González...

-Sí, incluso hay una depuración cada vez mayor. No sólo quiero contar una historia, sino que también quede bien dispuesta en la página.

-¿La poesía como relato de una historia?

-Claro, pero ofreciendo en los versos finales la poesía que está oculta en esa historia. Es lo que hace que cobre sentido. Me dicen que lo escriba en prosa, pero no, porque hay palabras que es necesario individualizar.

-Usted apostó desde sus primeros libros por una poesía realista, de factura sencilla. que ha tenido continuadores. Algunos de ellos son los autores que más libros venden ahora, pero, paradójicamente, usted sigue siendo un autor minoritario...

-Hasta he escrito prólogos para algunos de esos libros. Mientras yo seguía currando con mi blog, ellos empezaron con las redes sociales y encontraron un filón. También pusieron en marcha las "jam" poéticas. Han atraído a mucha gente joven. Hay que estar en el momento oportuno, en el sitio adecuado... Yo, por alguna razón, voy adelantado o retrasado. Tengo una imagen por la que la gente me ve como un maldito.

-¿Es un poeta maldito?

-Hay una confusión con eso del malditismo. Se sigue pensando que (Leopoldo María) Panero era un maldito, pero entró por su voluntad en un manicomio. Yo entiendo al maldito en el sentido que le daba Verlaine: un artista incomprendido por sus contemporáneos, al que no tienen en cuenta. Se mueren de hambre porque no saben hacer otra cosa. Somos unos inútiles que sólo sabemos escribir, pintar, lo que sea.

-¿No se siente aceptado por sus contemporáneos?

-Para nada. Vivo en Gijón, que está lejos de la sociedad literaria. No voy a tertulias.

-Ha participado en bastantes encuentros y festivales...

-Pero siempre voy a mi bola. No me gusta esa vida social. Acabaré, posiblemente, tirado en la calle, en la miseria, pero con una libreta en la que escribir.

-¿La poesía sigue siendo para usted una manera de limpiarse por dentro?

-Es una terapia que no sólo me limpia a mí, también, porque me lo han dicho, a algunos lectores. Es un compromiso con uno mismo: para limpiarse hay que ensuciarse. Es como en "El retrato de Dorian Grey", mientras escribo no envejezco. Estoy siempre al límite, porque mi poesía es autobiográfica. No oculto nada.

-Cita con pelos y señales a quienes comparten parte de su vida con usted...

-Tienen razón en mosquearse conmigo. Ahora he cambiado algún nombre; es la única ficción que me permito.

-He leído, hace meses, que estaba dispuesto a suicidarse.

-Depresiones. Cuando llevas una vida como la mía, es muy jodido. Muchos colegas pasan de ti, otros no te llaman a sitios en los que tendrías que estar. Momentos de desesperación.

-¿Ha sido un año malo para usted? Tuvo también el lío judicial por aquella agresión a dos policías.

-Ha sido fatal. Hubo también una separación. Empecé a levantar cabeza en septiembre. Me salva que sigo escribiendo, por eso es llevadero.

-¿Todo eso lo encaja en la opción de vida que ha elegido?

-Tengo una serie de principios que sigo a rajatabla. Por ejemplo: jamás aceptaría un premio que implicara darle la mano a Rajoy o al rey Felipe. Y me lo plantearía también con algunos políticos de izquierda. No hago como otros republicanos que chochean.

-¿Hay mucha falsedad entre los literatos españoles?

-Mucha. Es como lo de Bob Dylan, que no va a recoger el Nobel porque dice que tiene otro compromiso. Si aceptas el premio, tienes que ir. ¿Puede haber un compromiso mayor que recibir el Nobel? Tendría que estar encantandísimo. Alguien que está tan integrado en el sistema.

-¿Y su relación con los poetas españoles actuales?

-Bien, pero me he distanciado de los poetas críticos porque ya no creo nada de lo que dicen. Con los jóvenes, los de las redes, me llevo bien. Y con el resto, no tengo ningún problema.

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