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Javier Fano Herrero | Abogado y empresario

"No estoy de acuerdo con la Iglesia en el asunto de las cenizas, es decisión del difunto"

"A veces hay escenas patéticas ante la muerte: de gritos, y otros ríen debido a los nervios; no son ellos"

"No estoy de acuerdo con la Iglesia en el asunto de las cenizas, es decisión del difunto"

-¿Quién es usted?

-Un gijonés nacido en 1970, menor de tres hermanos, y el único ocupado en esta empresa. Dicen que soy trabajador, extrovertido y absolutamente metódico para todo. Tengo muchos amigos; mi padre me enseñó a valorar la amistad.

-¿Cómo fue su infancia?

-Muy feliz. Hice el Bachiller en el colegio del Corazón de María, donde fui un buen estudiante. Jugaba al fútbol y al balonmano. Luego me licencié en Derecho en Oviedo, y seguí las prácticas jurídicas en Gijón.

-¿Se incorporó inmediatamente a Funerarias Gijonesas?

-No, trabajaba en el despacho de mi hermano mayor, y un día un socio de mi padre me propuso incorporarme a la empresa y acepté. Era 1998, y desde el año 2000 soy el director del grupo. Funerarias Gijonesas es el resultado de la fusión de cuatro familias: Quince, Constan, Palacio y Feliciano Rodríguez, que era el más antiguo. Su oficina siempre ha estado en la calle Los Moros.

-Se muere el año, ¿le va a despedir con flores?

-No demasiadas. Ha sido un año de transición, complicado, debido a la puesta en marcha del nuevo tanatorio de Jove, que necesitó una distribución del personal. Se nota que persiste la crisis, pero nos ha ido bien en Granda, donde hemos instalado un tanatorio en colaboración con el Ayuntamiento, ya que no tenían un servicio municipal.

-¿El contacto con la muerte le ha enseñado a relativizarla?

-No, nunca, somos conscientes del drama que supone la pérdida de un familiar, y debemos trabajar bien, con seriedad y cariño para ayudar a la gente. Tengo mucho respeto a la muerte, sé lo que supone desde que en el año 2006 falleció una amiga mía al caer por una escalera. Me cambió la perspectiva de lo que es la vida y la muerte. Me enseñó a tratar mejor a los vivos, a mostrar cariño y atención a las personas que quiero, y si un día se van no tener la mala conciencia de no habérselo demostrado suficientemente.

-¿Usted teme a la muerte?

-No, temo a la vida. Dice una canción de Alejandro Sanz que vivir es lo más peligroso que tiene la vida.

-Y además la vida siempre acaba mal.

-Es un proceso natural: nacer, vivir y morir.

-¿Conserva muchas anécdotas de ese trance?

-Miles, algunas tristes y otras divertidas, pero no debo contarlas porque puedo molestar. En esos momentos de desconcierto a veces la gente se comporta de un modo absurdo.

-Le cuento yo una. Hay un señor que lleva las cenizas de su padre a El Molinón cuando juega el Sporting.

-Lo creo, pero hay cosas más raras aún.

-Dígame, ¿cuánto vale un servicio funerario completo?

-Cuesta lo mismo con incineración que con inhumación. A una persona que no tenga seguro le valdrá unos 4.000 euros.

-¿Y qué hacen las familias que no tengan esa cantidad?

-Nosotros les damos la oportunidad de pagarlo en plazos, y aun así, una vez demostrado que no pueden, les sufraga los gastos la Fundación Municipal de Servicios Sociales.

-Últimamente la Iglesia se ha pronunciado sobre el destino de las cenizas...

-Sí, pero yo no estoy de acuerdo con la normativa. Ésta dice que las cenizas deben ocupar un lugar sagrado, bien una iglesia, un cementerio, una capilla... Creo que es una decisión de la familia, o del propio difunto. Hay personas que ordenan en el testamento lo que se debe hacer con su cuerpo, pero llegan tarde, ya que las últimas voluntades no se leen hasta pasados quince días del fallecimiento.

-Según esa voluntad, las cenizas pueden ser un problema. Hay personas caprichosas que quieren los destinos más extravagantes. Decía Julio Cerón en "ABC" que mientras no pidan que se espolvoree con ellas el arroz con leche del postre del domingo?

-Hay gente para todo. Yo he visto casos insólitos, pero el silencio me obliga.

-A mí, no. Me han contado que en la oficina de objetos perdidos de la Feria de Muestras se encontró alguna urna. Llena, por supuesto. ¿Qué es lo que más le impresiona de la muerte?

-La de los niños.

-¿Y respecto a los comportamientos?

-Hay escenas patéticas, de gritos, otros ríen debido a los nervios; no son ellos. Hay ataques de ansiedad, desmayos... Hemos adquirido una silla de ruedas para estos casos.

-¿Cómo es su sentido del humor?

-Irónico, más bien.

-¿Qué le bulle en la cabeza en estos momentos?

-Negocios. Y presión por una amiga que me está entrevistando.

-¿Teme que le arruine el descubrimiento de la inmortalidad?

-No, ojalá. Yo no quiero que muera nadie, sólo quiero hacer con profesionalidad el servicio de los que mueren.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Mi padre. Es mi único ídolo.

-¿Y su político?

-Winston Churchill.

-¿Sus pasatiempos?

-El golf, la lectura y la música; soy un loco de los "Beatles". Lo tengo todo de ellos: discos, vídeos, fotos, recuerdos. En golf soy hándicap 6, y de la lectura me gusta la novela histórica. De hecho, ya en la empresa, quise estudiar Historia, me matriculé y sólo pude presentarme a dos asignaturas, de las que obtuve matrícula de honor; el tiempo no dio para más. Y de los "Beatles" elegiría "Hey Jude", "Yesterday" o "Something".

-¿Qué talento le falta?

-La habilidad con las manos. Soy torpe y me gustaría ser un manitas.

-¿Hay estadísticas sobre la mortalidad?

-Sí, mes a mes, vemos que con los años las cifras son muy parecidas. Se muere más gente en diciembre y en enero, y menos en julio y agosto. No puedo decir cuántos se morirán mañana, pero sí los que lo harán a lo largo del mes.

-¿Qué se siente al presidir la empresa funeraria más antigua de España?

-Admiración al comprobar lo bien que lo hicieron mis predecesores. El mérito es de ellos, no de nuestra generación.

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