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Gijoneses con mando en el videojuego

Los jóvenes Pablo Artime, Orián Holguera y Rubén Digón ganan un certamen nacional de Playstation como creadores de la aventura más innovadora

Orián Holguera, Rubén Digón y Pablo Artime muestran sus medallas y el trofeo conseguidos y la pantalla de inicio de su videojuego. ÁNGEL GONZÁLEZ

Desde pequeños tenían claro que su futuro estaría relacionado con los ordenadores, el diseño gráfico o la programación. Son jóvenes pero conscientes de que dedicarse a lo que cada uno estudió ya es un logro por sí solo en la época postuniversitaria que les ha tocado vivir. Más aún conseguir el prestigio y reconocimiento que supone que la marca PlayStation eligiese la demo su proyecto, que presentaron como Trabajo de Fin de Grado (TFG), como el videojuego más innovador de la industria española frente a 170 propuestas presentadas. El éxito de Pablo Artime, Orián Holguera y Rubén Digón, los tres gijoneses, no es fruto de la casualidad. Ni siquiera de la suerte. La culpa es de su constancia, una buena metodología y organización, capacidad de consenso y pasión en lo que hacen sin atender a horarios.

Se conocieron en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología de Asturias (ESNE) cuando hace cuatro años iniciaron el Grado de Diseño y Desarrollo de Videojuegos. Siempre se llevaron bien y por eso decidieron vivir juntos cuando se desplazaron a Madrid para hacer el último curso. Cada uno es diferente y tiene sus propias inquietudes. Uno es más cercano y goza de una mayor facilidad de palabra y más desparpajo, a otro le precede la prudencia y un carácter más reservado y el tercero quizás enarbole la bandera del término medio. Pero juntos poseen una amistad, que como su videojuego, está perfectamente ensamblada, y eso facilita las cosas.

Pablo Artime, de 22 años, quería estudiar algo relacionado con los ordenadores "pero el programa de Ingeniería Informática de la Universidad de Oviedo no me convencía, quería algo más práctico, con más diseño, relacionado con la animación o los videojuegos". No fue fácil pero le echó valor, apostó por ello y parece que el tiempo le ha dado la razón. Con las mismas expectativas afrontó el reto Orián Holguera, de 22 años, que ha encontrado trabajo en Madrid como productor de videojuegos en una empresa dedicada a profesionalizar el producto para darle el acabado final para su distribución y venta. "Mi trabajo es asegurarme que los proyectos cumplen con el calendario; si hace unos años me dicen donde estoy no me lo creo", reconoce. Rubén Digón, de 26 años, se perfiló como programador y en ello trabaja en Gijón.

Juntos fundaron "III Bones", la marca desde la que crearon el proyecto "Steamforce" que les ha hecho merecedores del galardón que concede el programa PlayStation para el desarrollo y difusión del talento de la industria del videojuego español. Una idea que comenzó a dar pasos en septiembre de 2015 en que sus profesores les instaron a desarrollar un gran proyecto, con una parte de investigación para presentarlo como TFG. Cada uno desarrolló un rol.

Rubén Digón asumió la parte de la programación, "de numeritos y letras para que los personajes se muevan y todo cobre vida al coger el mando", explica entre risas consciente de que su jerga no está al alcance de todos. A Orián Holguera le definen sus compañeros como el "chico de las ideas" que Pablo Artime se encarga en dar forma gracias a la parte gráfica. ¿Por qué "Steamforce" es el más innovador? "Debía tener presencia una parte de investigación y por eso metimos el sistema de generación procedural", explica Artime. O dicho por partes.

El juego contiene una mecánica de elementos dispares que combina los más tradicionales como los puzzles con elementos nuevos como el multijugador. "Les gustó mucho el concepto de unir todo eso en salas que se generan de manera procedural, es decir, elementos que se construyen a medida que el juego avanza, que el ordenador genera las pantallas de forma distinta en cada juego", concilia Artime. "Steamforce" es mucho más. Y divertido, que fue su obsesión.

Es un juego competitivo en tercera persona, con pantalla dividida que implica una carrera de la muerte, en concreto de evitar que te maten. Hasta el momento hay creados tres personajes -aunque la idea es llegar a seis pero no se ponen límites- cada uno con unas estadísticas y habilidades: unos con más rapidez, otros con más fuerza, otros con más sabiduría. "Deben ir superando las salas que se generan proceduralmente. Cada partida será diferente y el jugador, con un golpe de vista, debe intentar descubrir cómo funciona la sala para superarla lo más rápido posible", describe Holguera. "Llegar el primero son más ventajas para una lucha final donde todos los jugadores se concentran en una arena de combate que decide quién es el ganador. Queremos incorporar otra mecánica que hiciese que los que pierdan puedan luego dirigir a un nuevo jefe que luche contra el ganador para dar pie a más competición", valora Holguera.

Hablan con verdadera pasión de su creación que hasta contagia las ganas de jugar. Creen en ella, la exponen y venden como producto más que óptimo. Pero todavía no está terminado. Es una demo que deja con ganas de más como les aseguraban aquellos que en ferias del videojuego como Gijón o Barcelona probaron unos minutos. La idea es seguir porque el premio, además de prestigio, les ha supuesto una inyección de moral, un punto de inflexión por el que se desvivirán. "Tenemos un prototipo que probó la gente, nos dio un 'feedback', una forma de corregir errores y ya sabemos cómo lo vamos a hacer; solo queda ponernos a trabajar", sostiene Holguera. Pero deben compaginarlo con sus respectivos trabajos. "No nos queda otra que ir poco a poco, trabajando por las noches", confiesan.

Otra opción sería que llegase financiación externa que les permitiese dedicarse a ello durante año y medio o dos años que estiman les llevaría tener terminado el juego y listo para comercializar en PlayStation 4, tanto en formato físico como digital. Y esa opción la vislumbran con prudencia. Se trata de otro certamen similar, también organizado por PlayStation y cuyos premios son un año de oficinas, 10.000 euros para la financiación y una campaña de marketing y promoción en medios propios valorada en 200.000 euros. "Hemos pasado el último corte y estamos a la espera de ver qué pasa", aguardan estos tres gijoneses programados con talento.

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