La primera vez que oí la historia de los tartesos fue en Sevilla, en mi época estudiantil. Y me la relató don Rafael Vahi, un gran erudito que dominaba una serie de conocimientos que me sirvieron para interpretar muchas incógnitas pretéritas. Los tartesos fueron un pueblo en cuya historia se mezclaron elementos reales y legendarios; para meterse en ella hay que analizar cómo surgieron y cómo se desarrollaron las primeras civilizaciones, que lo hicieron en la zona hoy denominada Oriente Medio, bajo la influencia de los ríos Nilo, Éufrates y Tigris y cuyo desarrollo se basó en la explotación de la agricultura. Los tartesos, por el contrario, lo hicieron en el occidente; su crecimiento se basó en la obtención de los minerales y su laboreo posterior para obtener objetos de metal fundido.

Las civilizaciones del Oriente Medio tuvieron que desarrollar su comercio en busca de los metales por medio de transporte marítimo ya que los yacimientos se encontraban en el límite del entonces mundo conocido, marcado por las columnas de Hércules que ubicadas en el Estrecho de Gibraltar, constituyeron un mito legendario.

El mundo de los tartesos radicaba en el trabajo sobre los minerales. Las civilizaciones del Oriente Medio buscaron oro, plata, hierro y estaño en el Occidente. Las minas de Río Tinto, situadas al norte de la provincia de Huelva, fueron yacimientos de oro, plata, cobre, azufre y estaño y desarrollaron la fundición para obtener bronce. Hoy se puede recorrer la zona en un ferrocarril y conocer la historia de más de 5.000 años de minería.

El reino de los tartesos fue el nombre que los griegos dieron a la civilización existente en el suroeste de la península. Significa "confín de la tierra". Herodoto (484-425 a.C.) en uno de sus muchos viajes cita el reino de los tartesos y lo menciona como el primer estado organizado que se formó en Iberia a finales del segundo milenio antes de Cristo. El origen de su nombre viene del río Tartesos, que recorría la superficie del reino, el mismo río al que los romanos llamaron Betis (río de aceite) y los árabes, Guadalquivir (río grande).

Fueron los tartesos de este mundo lejano del occidente los primeros que contactaron con las civilizaciones del Oriente Medio. Dada su riqueza minera, el comercio alcanzó un desarrollo muy notable tanto en la agricultura como en la minería, convirtiendo el territorio dominado por los tartesos en un reino prospero y poderoso. La ciudad de los tartesos lleva el nombre de Turta. Su ubicación real es una gran incógnita, pero los estudiosos siempre lo han señalado en el entorno de la desembocadura del Guadalquivir, en los terrenos que hoy ocupa el Coto de Doñana y las playas de Matalacañas, en un polígono que tiene sus vértices en las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva.

Hacia el siglo V antes de Cristo el reino de los tartesos desaparece drásticamente. Pasados siglos, se renueva el estudio sobre la identificación de la ciudad que ocuparon, sobre todo basándose en los estudios de Ptolomeo, geógrafo que vivió entre los años 85 y 165 d.C. , que había situado el territorio tarteso en el suroocidente de la Península Ibérica.

Estudios de prospecciones arqueológicos realizado en el Coto de Doñana han detectado que en esa zona se produjeron dos catástrofes naturales, tales como terremotos y tsunamis que provocaron el hundimiento de islas o territorios secos. Uno de ellos lo ubican hacia el año 1500 a. C, y otro hacia el siglo II d. C. lo que lleva a pensar que estas catástrofes naturales fueran causa principal de la desaparición de la ciudad de los tartesos.

El reino de los tartesos es nombrado con la palabra de Tharsis y se cita muchas veces en el Antiguo Testamento en alusión bíblica a las denominadas naves de Tharsis en las que se transportaban metales preciosos en largas travesías. Pero lo que más ha llamado la atención es el contexto del libro del Papa Benedicto XVI titulado "La infancia de Jesús", en el cual sitúa el origen de los Reyes Magos en el extremo occidental del mundo conocido en aquel momento. Ni más ni menos que en Andalucía.

En el libro se cita que la procedencia de Melchor, Gaspar y Baltasar no era otra que Tarsis o Tartessos, un reino que los historiadores ubican en algún punto indeterminado entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla. Hoy día Tharsis es un bonito pueblo que dista 50 kilómetros de la capital onubense y pertenece al municipio de Alosno. Como pueblo minero, su patrona es Santa Bárbara.