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JOSEP MARIA FLOTATS | Dramaturgo y actor, presenta mañana "Serlo o no" en el Jovellanos

"La política actual suena a comedia, pero de la mala; la de Grumberg es muy buena"

"La obra 'Serlo o no' es buen teatro, divertido, con texto de profundidad y un alegato brillante e ingenioso sobre las consecuencias de la ignorancia"

Josep Maria Flotats, en la representación de una obra teatral. LA OPINIÓN DE CORUÑA

En medio de las conversaciones entre dos vecinos de una misma escalera palpita de un modo subyacente el tema de la identidad colectiva y sobre todo la personal, junto con la tolerancia, y el análisis del tema judío. La obra "Serlo o no", dirigida por Josep Maria Flotats, que hace también de intérprete junto a Arnau Puig, se representa mañana a las 20.30 horas en el teatro Jovellanos. Se trata de una adaptación de la obra de Jean-Claude Grumberg, con gran prestigio en Francia, y que ha sido doblada en 30 países. Es la primera vez que se representa "Serlo o no" en España, y Flotats, uno de los grandes de la escena tanto española como francesa, desgrana la intencionalidad de este trabajo y reflexiona sobre los temas que se encontrará el público mañana en Gijón.

-¿Qué se encontrará el público en "Serlo o no"?

-Buen teatro, comedia divertida y texto de profundidad en el sentido de reflexión, inteligencia e ingenio. Jean-Claude Grumberg es un autor muy reconocido en Francia, y que ha sido traducido en 30 países, pero en España no se había hecho ninguna obra suya. El título de la obra ya es provocador, porque el "Serlo o no", es para acabar con la cuestión judía, que es una provocación por su parte, ya que el autor es judío, pero ironiza sobre ese tema. El tema judío es una excusa para hablar del apartado de la diferencia. Que el vecino no sea o piense igual que yo, o que tenga una religión u orígenes distintos, no impide que se establezca un diálogo o haya un respeto. "Serlo o no" es una especie de alegato brillante e ingenioso sobre las consecuencias de la ignorancia. Pero a la vez, con un lenguaje totalmente contemporáneo, y una escritura brillante, se provoca una sonrisa en el público.

-¿Qué aspecto cree que es el que más llama la atención?

-Que haya dos hombres, de un origen cultural tan distinto, que hablen y se vaya creando entre ellos, a medida que se producen encuentros fortuitos en la escalera, un dialogo y un debate. Hay uno de los personajes, que es un hombre poco viajado y leído. Pero a pesar de la diferencia entre los dos se van hablando e informado. Existen choques, pero el que está dispuesto a enseñar y dialogar no para de hacerlo. Las dos primeras réplicas del espectáculo ya introducen cierto clima.

-¿Cómo son los dos protagonistas de la obra?

-El vecino de abajo, que es el poco leído y viajado, le dice al de arriba, que es el más intelectual, si le reconoce. Le pregunta si es judío, y le dice que lo ha visto en internet. Y el otro le responde afirmativamente. Y aquí empieza la ironía de que si algo está en internet es el evangelio, sin darse cuenta de que lo está en la red no es forzosamente la verdad. La obra cuenta la necesidad de mostrar un acuerdo o no con una situación por medio de la cultura y el aprendizaje.

-¿Cree que hoy en día estamos más abiertos a empatizar con personas diferentes a nuestra forma de ser?

-A través del diálogo y la educación se puede empatizar. Es lo que intenta transmitir Grumberg. Uno de los personajes no entiende que su vecino sea francés y judío. Le dice que si lo de ser judío es cuestión de religión, y al contestarle que es ateo dice que no entiende nada. Cuando le comenta que es judío, pero no religioso se alimenta un debate. Es curioso que unos jóvenes judíos a la salida de un teatro se reían porque decían que es la pregunta que les hacían continuamente, porque lo que significa ser judío es difícil de explicar.

-"Serlo o no" sirve para descubrir a Jean-Claude Grumberg, un gran desconocido en España. ¿Qué destacaría de su obra?

-El mismo, por más que trate temas serios, se reivindica como un autor de comedia. Es el autor trágico más cómico de su generación, porque aborda temas muy serios, pero siempre buscando la posibilidad de reír, relajarse y seguir andando. Es un hombre que ha escrito guiones de cine, ha sido reconocido con diferentes premios, y ha sido traducido en numerosas lenguas. En París cuando se anuncia una obra suya tiene mucho tirón. Y siempre hay alguna alusión al tema judío. En resumen, Jean-Claude Grumberg es el intelectual del siglo XXI que abre puertas y que quiere estar a la escucha de su sociedad y no cerrarse en nada dentro de lo posible.

-¿Cómo ha adaptado el humor de Grumberg?

-Con la autorización del autor he añadido pequeñas cosas que son de su biografía. Hay pequeñas adaptaciones con la traducción que permiten enganchar al público y que se rían casi sin terminar la frase. Y con la presencia de Arnau Puig, un actor joven, ayuda al desarrollo de la trama, porque la relación entre un hombre maduro y joven, en el diálogo, hace que el joven, con poca experiencia, vaya haciendo muchas preguntas.

-¿Consigue dar respuesta su obra a las tres grandes preguntas que plantea, de dónde somos, quiénes somos y qué somos?

-Por el hecho de planteárnoslo ya se consigue algo. Y a veces se tiene alguna respuesta. En el caso del personaje intelectual, su vecino, con su desconocimiento le dice que si es judío porque no se va a Israel. Y le contesta que es francés, no es de allí, y que es francés-judío. Entonces se queda en París porque es su lengua y patria. Se plantea el quién soy, de dónde vengo y cuáles son mis tradiciones. Además deja este personaje deja al final una bonita reflexión cuando dice que para algunos no es ir a Israel, sino regresar, y eso hay que aceptarlo.

-Hace teatro político en clave de comedia, ¿cómo ve la situación actual del país?

-No voy analizarla porque no soy el politólogo ideal para analizar. Pero la política actual suena a comedia, pero de la mala. Y la comedia que hace y escribe Grumberg es muy buena comedia.

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