Con los acordes de la "Marcha militar" de Schubert, y el grupo de clarinetes del Conservatorio de Música y Danza de Gijón, comenzó un espectáculo innovador y familiar en el teatro Jovellanos en el que participaron casi un centenar de alumnos entre los grupos de tuba y clarinete, y el Coro de Voces Blancas. Un cuentacuentos especial, narrado por Ana María Pérez, y en el que se interpretaron diferentes piezas y en el que el público también se convirtió en protagonista.

"Conseguimos hacer difusión de la música y la lectura de forma muy amena, tanto para el público como para los niños que están estudiando en el conservatorio. Es una forma de que disfruten del trabajo serio y hecho de una forma lúdica. Es como dar una medicina con azúcar", explica Ana María Pérez.

El concierto "Clarinetistas cuentacuentos", que tuvo una gran entrada de público en el teatro Jovellanos, se dividió en tres partes. En primer lugar, interpretaron varias piezas el ensamble de tubas y bombardinos, entre ellas algunas populares como "Frère Jacques", "Lightly Row" o "Up on the housestop". "La tuba, al ser un instrumento muy desconocido, la gente no sabe que se pueden hacer varias cosas. Por eso intentamos acercar el instrumento al público y demostrar que, pese a su gran tamaño, se puede tocar desde pequeños", señala el profesor David Muñoz.

En ese primer bloque se contó el cuento "Las clases de tuba", de T. C. Barlett e Il M. Felix; antes de narrar "El libro del silencio", "Por cuatro esquinitas de nada" y "El mejor instrumento y el mejor cuento". En esta última fase entraron en escena los casi medio centenar de alumnos que integran el Coro de Voces Blancas; bajo la dirección de Jesús Gavito y la música al piano de Óscar Camacho. Interpretaron "A la nanita nana", "Ciranda da Lua" y "Maquerule".

"En la asignatura de coro intentamos quitar esa imagen de coro tradicional en la que salen niños en fila y cantan de memoria. Nosotros hacemos también baile y coreografía, un repertorio distinto que va más allá de los tradicionales", explica Gavito, director de una formación de chavales de entre 10 y 17 años.

El concierto familiar se alargó durante más de una hora, y en partes, como ocurrió con el "Libro del silencio", Ana María Pérez interactuó también con el público. "A veces se interpreta que el silencio es algo aburrido, pero no es así, por eso hemos querido darle la vuelta y transmitir lo saludable del silencio en este espectáculo", indicó.

Un cuentacuentos peculiar, para niños y adultos, en el que algunos alumnos demostraron todo su potencial pese a llevar apenas cuatro meses en el Conservatorio.