Mostrando su vieja estampa de hombre de traje oscuro vestido de nostalgia, sentado sobre una silla junto al piano tal apareció en escena en la tarde de ayer sobre las tablas del Jovellanos un veteranísimo de la canción de autor en habla hispana, Alberto Cortez, aprendiz de Quijote que desgranó, en más de una hora de concierto, lo más destacado de su extensa trayectoria. No faltaron ni uno de sus grandes éxitos, de sus canciones de ayer que se han ganado el aprecio de ser consideradas ya de siempre. Lleno estaba el patio de butacas para escuchar a un cantautor de corazón de guitarra, como reza una de las estrofas de la primera canción que interpretó ayer, "Distancia", un himno de la memoria y el recuerdo.

Su voz no ha perdido un ápice de calidad, pese a la edad, ya septuagenaria, como demostró incluso al recitar "Soy un ser humano"; y por veteranía y saber estar maneja aún sabiamente los tiempos sobre el escenario, con la complicidad al piano de Fernando Badía. Cuando entonó uno de sus títulos míticos, "En un rincón del alma", arreciaron los vítores y ovaciones, que ya no se interrumpieron a lo largo de la velada, cuando desde el piano sonaban los primeros acordes de otras canciones veteranas de inolvidable recuerdo, como "A partir de mañana", "El abuelo" o "Te llegará una rosa" o "Callejero" que intercaló con otros temas menos relevantes de su extensa discografía, como "Mi árbol y yo", "Los demás", "la casa familiar" o "Eran tres", dedicada a los tres pablos que murieron en 1973: Neruda, Picasso y Casals.

Agradeció la acogida dispensada en Gijón por un público fiel y veterano, entre el que se encontraba la alcaldesa, Carmen Moriyón, y su concejala de Cultura, Montserrat López, y recordó que la primera vez que actuó fuera de Madrid, hace ya muchos años, lo hizo en esta ciudad, "en una sala de fiestas cuyo nombre no recuerdo en la que había mucha juventud". Más aplausos entonces.

De ahí al final, un Cortez de melena canosa y ondulada recorrió sin descanso un repertorio pleno de poesía: "El abuelo ","No soy de aquí", "Lupita", "Los ejes de mi carreta", "Castillos en el aire"... Y como despedida, la que corresponde a tal señor: "Cuando un amigo se va", que dio pie a una merecida ovación de un público entregado, puesto en pie.