La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MANUEL GARÍ | Economista, ofreció ayer una ponencia sobre la renta básica

"La renta básica no es una medida ilusoria desde el punto de vista económico"

"Para que no se cree un clientelismo a través del Estado, se ha de generar empleo y, sobre todo, cambiar el modelo de relaciones laborales"

Manuel Garí, ayer, durante su conferencia. MARCOS LEÓN

El valenciano Manuel Garí es economista y director de la Cátedra de Trabajo, Ambiente y Salud de la Universidad Politécnica de Madrid. En la tarde de ayer ofreció en el centro de cultura Antiguo Instituto una ponencia bajo el título "¿Es buena idea la renta básica?", enmarcada dentro de la XXI Semana Aula Popular José Luis García Rúa, en homenaje al renombrado intelectual recientemente fallecido.

-¿Es buena idea la renta básica?

-En este momento en el que hay una crisis tan grande en el empleo, en la percepción de renta e ingresos y en el que hay un aumento de la pobreza, es una buena idea.

-¿Y es suficiente?

-No. En este contexto económico y social concreto, en el que cada vez hay menos empleo y más precario, lo ideal sería una combinación de dos factores: renta básica como mecanismo de redistribución, pero también de compensación de rentas a través del impuesto de la renta de las personas físicas; y de otro lado, impulsar el trabajo garantizado, en sectores donde es socialmente útil intervenir y donde hay un esfuerzo público para que se creen puestos de trabajo allí. Esta combinación podría permitir salir del problema que tenemos. Al mismo tiempo hay medidas que son imprescindibles, no se puede seguir aumentando la jornada de trabajo, hay que disminuirla y repartir el bien trabajo.

-¿Y cómo podrían llevarse a cabo estas medidas?

-Cualquier renta de ciudadanía, como la renta básica o impulsar un trabajo garantizado, en primer lugar requiere inversión, y eso significa voluntad política, es decir, superar los aspectos normativos. Económicamente es posible. Los cálculos del coste que supondría introducir estas medidas son muy inferiores a la cantidad de exenciones fiscales que se están practicando ya actualmente, de tal modo que no sería una medida ilusoria desde el punto de vista estrictamente económico sino que sería financiable.

-¿De cuánto dinero podríamos estar hablando?

-Diversos autores calculan, teniendo en cuenta los costes de implantación, los subsidios que se eliminarían, si se hace una aplicación conjunta de trabajo garantizado y renta básica, estaríamos en torno al 4,67% del PIB. Teniendo en cuenta que la renta básica no es un gasto, sino que compensa dentro de la fiscalidad unas rentas con otras, creo que es razonable y está muy por debajo de los apoyos que se están prestando a través de las exenciones a los capitales.

-¿Hay que poner cotas a la renta básica?

-Hay dos tipos de rentas de ciudadanía: unas que se dan tras verificar que efectivamente hay una situación de pobreza y hay que cumplir una serie de condiciones y otras, como la renta básica que es ex-ante, es decir, no es necesario conocer la situación de los individuos, sino que la recibiría el conjunto de la sociedad, sin necesidad de cumplir ningún supuesto. La renta básica, cualquier persona tiene derecho a percibirla y debe ser suficiente, en torno a unos 7.000 euros al año mínimo, para salir del umbral de la pobreza. Pero no todos la recibirán en forma monetaria, con dinero en mano, sino que ciertas personas las compensarían a través de los impuestos que pagan, descontándolo de ahí.

-¿Podría llegar a crear dependencia?

-Esa es una discusión muy interesante, discernir si, en definitiva, no se acabaría creando un clientelismo a través del Estado. Precisamente por eso, yo defiendo que también se ha de crear empleo y, sobre todo, cambiar el modelo de relaciones laborales. No se puede actuar solamente sobre la demanda, es decir, el dinero que se facilite con la renta básica, sino sobre la oferta, sobre la creación de empleo. Es la combinación de ambas la que impide, por un lado, que la gente trabaje por nada, en una competencia feroz, sino que tenga asegurado un mínimo y, por otro, no desincentiva el buscar trabajo, sino que sea compatible. Pero claro, para ello hay que crear empleo, si no es suficiente por medio de la inversión privada, pues habrá que recurrir a la financiación pública, procurando que sea en sectores estratégicos como la energía, para cambiar el modelo energético o la banca para disponer de una banca pública o en sectores que atienden derechos básicos como la salud y la educación.

-Hablaba de los nuevos modelos energéticos.

-El mundo es finito, no tiene recursos ilimitados, que cada vez son más caros y más costosos desde el punto de vista del retorno energético de extraer los combustibles fósiles. Pero la Tierra tampoco tiene una capacidad de carga de los contaminantes que expulsamos. Por eso se crea el efecto invernadero, pese a que Trump lo niegue, que está produciendo disturbios climáticos de primer orden y que cada vez serán mayores, si no lo detenemos.

-¿Y cómo podemos detenerlo?

-Está claro que uno de los elementos más importantes del cambio de modelo energético es poder tener una sociedad más racional en el uso de la energía, es decir, que sea una sociedad ahorradora y eficiente. Ahí hay una gran necesidad de cambio en los modelos productivos y de consumo. Después, hay que sustituir todos los combustibles fósiles por energías limpias, que es algo que corre prisa y requiere una gran inversión y movilización de trabajo. El tiempo es un factor político que opera contra la humanidad en estos momentos. Es una nueva frontera para los hombres, en el mejor sentido de la palabra, es un reto. Además, estas nuevas fuentes necesitan de mucho más trabajo humano que las tradicionales, es decir, hay un gran nicho de empleo. También se ha de tender cada vez más al transporte colectivo, público y electrificado.

-¿Hacia dónde nos lleva el futuro?

-Una de las características del futuro es que nadie lo puede prever. Yo pienso que en este momento hay dilemas, disyuntivas, que han de ser tomadas en forma de decisiones políticas por el conjunto de la humanidad, por los gobernantes y las sociedades. En la medida en que hay síntomas científicos importantes de que vamos a llegar a niveles críticos de contaminación, debido al modelo industrial que hemos tenido, los gobernantes no pueden mirar hacia otro lado, tomando medidas muy cortoplacistas como hacen actualmente. Y en esto llegó Trump, con su negacionismo por ignorancia, quizás consciente, que es una forma nueva de ignorancia. Es decir, mientras haya negocio para los míos, los demás? Estamos de vuelta a un capitalismo salvaje. ¿Quién ganará? Debemos jugar la partida.

Compartir el artículo

stats