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HÉCTOR MORO | Atleta, correrá con fines benéficos una maratón en una cinta en una sidrería

"Los valientes no somos los que corremos, sino los que día a día le plantan cara al 'bicho' "

"Quería hacer algo que llamara la atención; ya lo hice una vez en un bar de Laviana y fue tan duro como edificante"

Héctor Moro, ayer, en la sidrería donde correrá la primera prueba. JUAN PLAZA

El inicio de esta historia tuvo lugar en 2012, cuando a su padre le diagnosticaron un cáncer de pulmón que acabó con su vida ocho meses después. "Viendo cómo la luz de mi padre se iba apagando y ante la impotencia de no poder hacer nada por evitar ese desenlace decidí canalizar a través del deporte la tristeza", confiesa Héctor Moro Díez (Pola de Laviana, 1980). Después de completar varios retos para recaudar fondos a favor de la lucha contra diferentes enfermedades, ahora se enfrenta al desafío "Maratones vs el Cáncer Infantil", una iniciativa con la que intenta recaudar 3.000 euros que irán destinados a la Asociación Galbán, de familias de niños que padecen cáncer en Asturias. La primera prueba tendrá lugar el 19 de febrero en la "Sidrería El Requexu", donde completará 42 kilómetros sobre una cinta.

-Ha completado muchos retos solidarios para diferentes fines, ¿cuál ha sido el más duro?

-Sin duda el más duro fue el que completé en enero de 2013. Completé dos maratones consecutivos en una cinta de correr. Fueron casi 85 kilómetros. Hacer un maratón conlleva una preparación específica y con la cinta todo se hace más difícil. Es un sitio cerrado, sin ventilación y tienes que estar muy concentrado. Si vas corriendo por la calle y levantas un poco el pie no te pasa nada, pero si lo haces en la cinta ya sabes cómo puedes terminar.

-¿En qué consiste la iniciativa "Maratones vs el Cáncer Infantil"?

-Es algo que quiero llevar a cabo a lo largo de todo este año. Adquiero un compromiso con la sociedad y pongo la cara publicamente a cambio de que la gente aporte dinero. El desafío es completar doce maratones durante todo el año. Además, quiero bajar de las tres horas en cada uno de ellos.

-¿Cómo lo hará?

-De estos doce maratones, seis serán los de Zaragoza, La Coruña, Vitoria, Laredo, Langreo y San Sebastián. Los otros seis los haré de forma diferente para llamar la atención con el fin de que la gente colabore donando dinero. El primero será en una cinta de correr el próximo 19 de febrero en la "Sidrería El Requexu". Más adelante correré desde Pola de Laviana hasta el alto de El Angliru. Otro será dando vueltas a una pista de atletismo de 600 metros de diámetro.

-No será fácil completar todos estos retos...

-Para el que esté acostumbrado a correr sabrá que preparar un maratón es algo complicado, pues correr doce maratones en menos de un tiempo límite es algo hasta desaconsejable para la salud.

-¿De dónde surgió la idea de correr dentro de una sidrería?

-Se me ocurrió a mí. Quería hacer algo que llamara la atención. La gente puede ir a la sidrería a disfrutar de música en directo y a aportar su lado más solidario. Son unos ingredientes que si los juntamos puede salir algo guapo.

-Es la segunda vez que se enfrenta a un reto como éste. ¿Cómo fue la anterior experiencia?

-Lo hice en un disco-bar de Laviana. Fue tan dura como gratificante. Ese día salí de trabajar, me comí una bolsa de cacahuetes por el camino y empecé a correr durante 2 horas y 58 minutos. Aguanté solo con una bolsa de cacahuetes y unos geles.

-Y aún así tiene ganas de repetir...

-Es algo que digo siempre. Es un sufrimiento opcional, sé que es pasajero. En tres horas se acaba. Lo hago para intentar aliviar otro tipo de sufrimiento no opcional ni pasajero como son las enfermedades.

-¿Cree que la gente se volcará en el proyecto?

-Creo que sí. Con todo lo que se está moviendo la gente de "El Requexu"creo que vamos a conseguirlo. Ese día vendrán los niños de la Asociación Galbán, que están sufriendo y si tienes un poco de corazón, te ablandas. Es la vida con mayúsculas. Los valientes no somos los que corremos. Este título le pertenece a los que día a día le plantan cara al "bicho". Los demás solo aportamos pequeñas dosis de esperanza.

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