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ESTEBAN HERNÁNDEZ JIMÉNEZ | Periodista, presenta en Gijón su libro "Los límites del deseo"

"Si seguimos con la dinámica actual habrá más desigualdad y tensiones sociales"

"No podemos olvidar que ahora el poder es fundamentalmente económico; si vemos el mundo como en el siglo pasado nos equivocaremos"

Esteban Hernández Jiménez (Madrid, 1965) es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y trabaja como periodista para el diario digital "El Confidencial". Su último libro publicado se titula "Los límites del deseo: instrucciones de uso del capitalismo del siglo XXI", que mañana, jueves, presentará en Gijón, a partir de las 19.30 horas, en el Museo Barjola (calle de la Trinidad, número 17), invitado por la Sociedad Cultural Gijonesa.

- A raíz de la publicación de su último libro, en varias entrevistas que le hicieron usted utiliza frases tales como "la inseguridad y el miedo van a devorarnos", "en Silicon Valley están diseñando un mundo nuevo que nos avoca a un futuro pavoroso" o "viajamos en un tren cuyo conductor se ha vuelto loco". ¿En su libro habla usted de un futuro Apocalipsis?

-La idea es retratar, describir, pero la intención no es asustar a nadie; lo que pretendo es que tomemos conciencia del tipo de sociedad en la que nos movemos, sus claves, los elementos que la definen, de manera que si algo no gusta debemos empezar a cambiarlo. El hecho de que sea apocalíptico no nace de mí, nace de las observaciones y las previsiones de gente que está analizando el sistema, cuando por ejemplo te dicen que dentro de veinte años habrá un cuarenta y siete por ciento menos de empleo. No es un futuro bueno, pero de eso no tengo la culpa, me limito a recoger lo que está por ahí, pero no hay una intención de añadir gravedad al asunto.

- ¿En qué se diferencia el nuevo capitalismo del antiguo, el que conocimos hasta finales de los años ochenta del siglo XX?

-Nosotros conocimos un mundo en el que el sentido común era: si yo gano cinco, lo mejor que puedo hacer es gastar cuatro, y así tengo uno para el futuro, para ahorrar, esa era la lógica de la mayor parte de las personas. El nuevo capitalismo es: tengo uno, pero lo convierto en diez y esos diez los presto, y, entonces, hay una transformación extraña de la posesión de una cantidad limitada de dinero que multiplicas artificialmente y la vas prestando a gente que te lo tiene que devolver, que pueden ser empresas, estados, etcétera. Son cosas muy diferentes. Digamos que lo decisivo en esta fase del capitalismo viene por dos aspectos: uno, el elemento financiero es mucho más importante y determina de una manera muy clara la vida de las empresas productivas, de los estados y de los ciudadanos. Y dos, hay un proceso de aceleración tecnológica que, de alguna manera, lo que provoca es que todos estos procesos de financiación se aceleren mucho más.

- ¿La crisis es pasajera o vino para quedarse sin que la podamos ya denominar crisis, más bien el estado real de la cuestión?

-Vivimos en un cambio de sistema. El hecho, por ejemplo, de que el empleo sea escaso, ya que, en general, la tendencia es a reducir puestos de trabajo, dado que con los medios actuales se puede ser mucho más productivo con mucho menos personal. También hay una tendencia a la concentración y a los oligopolios que parece que viene para quedarse. Las cosas han cambiado y no podemos ver la crisis como un paréntesis del que regresaremos a la normalidad, lo que no significa que no podamos regresar, lo que significa es que el sistema económico y el político han tomado un rumbo para provocar ese cambio. Si seguimos con la dinámica actual lo que se provocará es que la tendencia será más desigualdad y muchas más tensiones sociales.

- Con una clase media cada vez más pequeña...

-La clase media ha cumplido muchas funciones durante el siglo pasado y una de ellas era asentar el sistema de estabilidad y darle un cierta continuidad. Al tener un nivel económico mejor eso permitía que hubiera menos tensiones sociales, una cierta paz social. Lo que fundamentalmente hace la clase media en la sociedad es que las diferencias entre arriba y abajo sean mucho menores, ya que las capas intermedias, cuando son grandes, significa que mucha gente vive por encima del nivel de subsistencia y permite mirar al futuro, a una existencia menos angustiada. Pero cuando eso desaparece, y es el caso, la sociedad es mucho más inestable y polarizada.

- ¿Y surge el miedo?

-Claro, y es una gran diferencia sobre los años cincuenta, sesenta y setenta en Europa, en la medida en que había opciones laborales, una situación en el empleo relativamente buena, pero cuando no es el caso, y es ahora, la gente que tiene a partir de 45 años empieza a dudar y la gente de cierta edad tiende a salir de las empresas, precisamente por saber cómo se hacen las cosas, lo que no deja de ser paradójico. Y la gente mayor que ya está al final de la trayectoria laboral empieza a pensar qué ocurre con sus pensiones. Al mismo tiempo, todos ellos tienen la inseguridad no solo sobre su futuro, también de los que les rodean. Cada cual empieza a tener miedo y en eso estamos, eso es el miedo.

- ¿En qué medidas los medios de comunicación contribuyen a fomentar el miedo?

-Hay parte de culpa de los medios. Todos los cambios que se han producido en la sociedad en los últimos años en el campo político y en el económico han venido ligados a la difusión de la necesidad de la innovación, del cambio, ya que de otra manera quedaríamos obsoletos. Era un discurso muy habitual que en lo político tambien ocurría. El partido del gobierno, no solo en España, en general, decía que si se seguía por la misma línea todo sería más manejable, pero si nos salimos vendrán opciones diferentes, fundamentalmente las populistas y la sociedad irá a la catástrofe. Lo que se refiere al mundo laboral, ese miedo que está de fondo en la sociedad queda reflejado en los medios, donde te hablan del emprendedor, del innovador, de reinventarte, pero hablan muy poco de la realidad cotidiana de la gente, que está ligada a ese temor.

- ¿Por eso gana el Partido Popular las elecciones?

-Efectivamente, el Partido Popular ha ganado las elecciones y la mayor parte de los gobiernos europeos. La idea era: aunque cometemos errores, seguimos en la buena línea y si nos salimos el problema es que vendrán otros y caeremos en un entorno de caos, de desorden, de desestabilización. Ese discurso les servía para ganar, pero, ¿qué ocurrió?, pues que llegó el "Brexit" en el Reino Unido, y llegó Trump en los Estados Unidos. Y ahora viene Francia, donde el discurso es el mismo: como venga Le Pen esto será una ruina. Digamos que este discurso que ha servido en los últimos años ahora ya no sirve.

- ¿Es pesimista a fuerza de ser realista?

-Lo que creo es que la realidad negativa tenemos que conocerla, de otra forma no la podremos cambiar, y mi intención es esa, no señalar un futuro que viene negativo, pero si un cierto encuentro con la realidad. Si seguimos por este camino vamos hacia un mundo bastante peor. Pero si giramos el rumbo podremos aprovechar muchas oportunidades y opciones para que la vida sea mejor para todos.

- ¿Todavía podemos definir el mundo entre derecha e izquierda?

-Hay opciones enfrentadas. Hay quienes promueven que el que tiene más tenga más y el que tiene menos que tenga menos, y otra opción que apuesta por lo contrario. Desde ese punto de vista podemos decir que existen la derecha y la izquierda, pero no podemos olvidar que ahora el poder es fundamentalmente económico y ya no está en el poder político, militar y en las grandes empresas estatales como en los años setenta. Si vemos el mundo como en el siglo pasado nos equivocaremos y llevaremos varias décadas de retraso.

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