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CHEMA BASTERRECHEA | DIRECTOR DE OPERACIONES DE NH HOTEL GROUP

Hotel, dulce hogar

Detesta vivir en "burbujas artificiales" pese a estar en la cima del sector hotelero y, de hecho, va a trabajar montado en su moto o en metro

Hotel, dulce hogar

El pasado miércoles, 8 de marzo, Chema Basterrechea (Gijón, 1969) cumplió 48 años. La celebración onomástica llegó con un nuevo ascenso profesional bajo el brazo. Este gijonés ciudadano del mundo que lleva una década residiendo en Italia, en el corazón de Milán, consejero delegado de NH Hotel Group en el país transalpino, acaba de ser alzado a uno de los puestos más relevantes de la compañía a nivel mundial. A partir de ahora será uno de los colaboradores más estrechos y de mayor responsabilidad del consejero delegado del gigante hotelero, Ramón Aragonés. Su vida es un hotel. Hotel, dulce hogar.

Gijonés del barrio de La Arena, sobrino del pintor Pablo Basterrechea, cursó los primeros estudios en el Corazón de María, de cuya época escolar conserva aún alguna de sus más estrechas amistades, las cuales frecuenta en aquellas ocasiones, más bien pocas, en que sus ocupaciones dejan hueco a alguna escapada. Su primer empleo lo obtuvo en una empresa vinculada a la medicina deportiva en Gijón, en la que trabajó durante seis meses. Tenía 25 años, una licenciatura en Económicas por la Universidad de Oviedo con una etapa Erasmus en Dublín, y un máster en Finanzas Internacionales en Estados Unidos cuando surgió la oportunidad de trabajar en la cadena hotelera que había fundado Antonio Catalán. Disponía de una destacada formación académica pero de ninguna experiencia profesional en el sector turístico. En esa época, Catalán buscaba jóvenes talentos, gente preparada y con ganas de comerse el mundo. Y Chema Basterrechea le pegó el primer bocado a esa tarta hotelera que iría agrandándose con los años, desde la dirección de un hotel de Oviedo que era propiedad de los Cosmen y que gestionaba NH: el Hotel Principado, en la calle San Francisco.

Fue su bautismo profesional en un sector en el que no ha dejado desde entonces de dar saltos de gigante, siempre en el mismo grupo, pero con distintos cometidos, cada vez de mayor responsabilidad. En el NH Oviedo Principado, Basterrechea maduró profesionalmente a marchas forzadas, a base de escuchar mucho, tomar decisiones sin precipitarse aunque con valentía y aplicando a cada acción una dosis destacada de sentido común.

Del hotel de Oviedo, al Villa de Bilbao, un cinco estrellas que había que reflotar. Del País Vasco, por la puerta grande, a la dirección de integración de NH, cuando la cadena inició un proceso de expansión por Europa, adquiriendo primero una cadena hotelera del Benelux y después, en 2003, un grupo alemán. Su carrera profesional era ya imparable: fue designado primero consejero delegado para España y Portugal y después destinado, con el mismo cargo, a Italia, donde NH maneja hoy la compañía hotelera del país que es el tercero mundial en número de habitaciones; y primero de Europa. Y la pasada semana, la guinda del pastel: director de operaciones de un grupo internacional con hoteles en treinta países?

Habla tres idiomas: castellano, inglés e italiano, si bien tantos años en Italia han conseguido que cuando se dirige a alguien en español apenas puede evitar cierto acento de la lengua de Dante. Cuando le toca definirse a sí mismo, Basterrechea no se esconde: entre sus virtudes destaca la naturalidad, la honestidad, la pasión en todo lo que emprende, capacidad de adaptación a entornos cambiantes y un elevado sentido de exigencia. Con fuertes vínculos familiares, en sus contadas visitas a Asturias es inevitable el abrazo a los seres queridos. Su madre, Marisa, adora a su único hijo. Y pasa temporadas con él en Milán. La familia materna procede de Quintueles, donde regentó antaño un bar.

Le gustan los deportes, especialmente la bicicleta de montaña y el esquí. Y viajar, lo cual es norma en su trabajo y lo será más a partir de ahora, cuando tendrá que desplazarse con frecuencia desde Italia a Madrid. Y para mantener el equilibrio en la vorágine estresante de su trabajo, nada mejor que sesiones de yoga y pilates. Es un enamorado también de las motos. Guarda en Quintueles, como oro en paño, una Vespa Primavera de 125 centímetros cúbicos, restaurada, en perfecto estado de revista. Culé y sportinguista, recorrió hace unos años el Camino de Santiago en bicicleta. Con sus amigos de siempre no perdona cada Navidad desde hace tres décadas una cena en la cafetería San Lorenzo, propiedad del exjugador rojiblanco Eraña.

"Soy una persona muy normal, no soy un cargo", explica este gijonés en la cima del sector hotelero que va a trabajar en moto o en metro, que ama la naturaleza -añora el verde de Asturias y el azul del litoral cantábrico- y que detesta vivir "en burbujas artificiales".

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