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ADELA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ | Responsable de la consulta de olfato de Cabueñes

"En mi consulta hay pacientes que lloran con desconsuelo por no poder oler"

"En España hay legislación sobre el ruido pero ninguna sobre los olores, ni siquiera sobre los que pueden ser tóxicos"

Adela González, en el Colegio de Médicos de Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Hace algo más de seis años echaba a andar en el Hospital de Cabueñes la primera consulta para el estudio de los déficits del olfato y el gusto de la sanidad regional y una de las pocas que existe en el país. La otorrinolaringóloga Adela González Fernández, formada en las técnicas de exploración y medición (olfatometría) con uno de los más prestigiosos expertos nacionales en olfato y sensorialidad, el doctor Joseph de Haro Licer, está al frente de una consulta que ha supuesto un reto, pero también una experiencia muy gratificante por la posibilidad que ofrece de llegar a pacientes que hasta hace unos años estaban desatendidos por la sanidad. De esa experiencia creando el área del olfato y el gusto en Cabueñes habló la doctora González en la sede gijonesa del Colegio de Médicos.

- ¿Por qué se le da tan poca importancia a los trastornos del olfato y del gusto?

-En la liga de los sentidos el olfato juega en segunda división. Damos prioridad a los estímulos que recibimos de forma más directa y consciente: la vista, el oído... El olfato ofrece una información que el cerebro recibe de forma masiva, pero nos pasa más desapercibida porque no la procesamos de una forma muy consciente. Aunque depende de las personas, porque en el mundo de los sentidos hay quienes son tremendamente olfativos. Hace poco conocí a una mujer cuya caja de recuerdos de la infancia en vez de estar constituida por fotografías, juguetes o otras cosas, está constituida por aromas.

- ¿Eso implica que el paciente con pérdida de olfato tampoco lo sufre como sufriría si fuera otra enfermedad?

-Hay casos, pocos, en que la persona con anosmia te dice: "Mejor, así no huelo las cosas desagradables". Pero también hay mucha gente que llora en mi consulta porque no puede oler. Pienso, por ejemplo, en un abuelo que lloraba al explicarme que cuida de su nieto recién nacido y para él es un disgusto no saber cuándo tiene que cambiarle los pañales, porque no huele. Lloraba desconsolado. Por lo general al olfato se le da importancia cuando se pierde. Hace poco otra paciente, muy olfativa, quedó sin olfato por un proceso viral y me dijo que se sentía como si viviera en una burbuja.

- ¿Dónde radica ese menor interés en un sentido tan importante?

-Hasta hace poco tiempo, científicamente era muy desconocido, no se sabían sus mecanismos de acción. Esos empezaron a conocerse a partir de 2004 con los trabajos de dos investigadores que recibieron el Nobel al descubrir los genes que codifican los receptores olfativos, lo que ha llevado a una explosión de investigaciones en la actualidad. Frente a lo que ocurría en el mundo científico, en el mundo empresarial sí que ha tenido y tiene importancia el olfato: ahí está el peso de los perfumistas, los catadores o los sumilleres, por ejemplo.

- ¿Cómo va la consulta de Cabueñes?

-Trabajamos según la demanda asistencial y, lógicamente, es más importante priorizar consultas oncológicas, quirúrgicas... una cita de olfato se puede demorar. Sin embargo, al hacer un repaso de estos años me he sorprendido viendo que ya hemos atendido a unos 470 pacientes, la mayoría del área de Gijón, pero también de otras zonas de Asturias e incluso de otras comunidades, porque somos la única consulta de la cornisa cantábrica. Nuestro objetivo es lograr diagnósticos, ofrecer a veces tratamientos eficaces y, si eso no es posible, quizá podamos orientarles en el diagnóstico y tratamiento de otras enfermedades causantes de su pérdida de olfato.

- ¿Ha atendido casos singulares?

-Para mí, sí. He visto unos gemelos que nacieron sin olfato, y lo sabemos no porque lo digan ellos, sino porque lo tengo documentado por resonancia. También otros casos clínicos muy curiosos: desde una tuberculosis nasal que debutó con una pérdida de olfato, a un tumor cerebral que también se expresó inicialmente con anosmia, hasta un caso de párkinson cuya evolución comenzó con esa falta de olfato. Ahora tengo a una paciente cuyo problema, según creo, se debe a una toxicidad en el trabajo, ya que es una persona que trabaja con sustancias tóxicas.

- Lamenta que haya legislación mundial contra el ruido pero no contra los malos olores. Explíquese.

-En España no hay legislación ninguna sobre el tema de los olores, ni sobre las sustancias que emiten olores desagradables, ni sobre las que pueden ser tóxicas. Y creo que debería haberla. Una legislación que, por ejemplo, contemplara que hay sustancias que no huelen y son altamente peligrosas, como el bromuro de metilo de algunos pesticidas, y habría que sensorializarlo con un olor para evitar accidentes que pueden ser mortales. O como el monóxido de carbono. Supongo que se podrán modificar esas moléculas para favorecer que huelan. Creo que esa legislación llegará.

- Asegura que hay muchas enfermedades que pueden influir en una pérdida de olfato. ¿Es así?

-Sí. Aunque hay cuatro causas principales de anosmia, como son las rinosinusales, las posvirales, postraumáticas y las que pueden tener que ver con causas neurodegenerativas, lo cierto es que se sabe que hasta 300 enfermedades pueden ocasionar o influir en la pérdida olfativa. Por eso la recogida de datos, el hablar con el paciente es muy importante en estas consultas: es eso lo que te va a orientar hacia la causa de una pérdida de olfato.

- ¿Una anosmia se recupera fácil?

-Dependiendo de la causa es más fácil o menos. Si es una causa de otorrino, ahí se puede actuar, y si se descubre tempranamente también se puede recuperar. En los casos postraumáticos y posvirales, depende: hay recuperaciones espontáneas, otras que se vinculan a determinados medicamentos... y si al cabo de un año no se ha recuperado el olfato también se puede trabajar con el entrenamiento, sometiéndose repetidamente a determinados olores.

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