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ROSINA MALAGRIDA | Experta en innovación e investigación responsable

"En innovación hay que estudiar muy bien qué es lo que preocupa a toda la sociedad"

"Debemos juntarnos con los potenciales usuarios de lo que estamos investigando para crear un diálogo común"

Rosina Malagrida, ayer, en el Parque Científico. ÁNGEL GONZÁLEZ

Rosina Malagrida es experta en innovación e investigación responsable. Entre otros cargos es la coordinadora del portal educativo europeo Xplore Health, subcoordinadora del proyecto europeo RRI Tools e investigadora principal del proyecto europeo EnRRICH, que favorecen todos ellos el desarrollo de conocimientos, aptitudes y actitudes hacia la responsabilidad en la innovación. Es licenciada en Ciencias Químicas por la Universitat de Barcelona, máster en Comunicación Científica por el Imperial College London, con una beca de la Obra Social "la Caixa", y posgrado en Dirección Estratégica de la Comunicación en ESADE. Ha trabajado como directora de comunicación en el Parque Científico de Barcelona y en los museos de la ciencia de Londres y Barcelona, y ayer participó en el Parque Científico y Tecnológico en una jornada organizada por "Innovasturias" sobre implementación de la Investigación y la Innovación responsables en la empresa.

- ¿Cuál es la importancia de la responsabilidad en la innovación y la investigación?

-Estamos en un momento de muchos cambios, de mucha incertidumbre a nivel social y económico, y ante estos cambios estamos viendo cómo en política o educación se está tendiendo a la participación, a que los actores estén mucho más activos en las aulas o en las decisiones políticas. Creemos que una sociedad como la nuestra, que ha decidido un modelo de civilización que viene muy definido por los avances que han venido de la ciencia y la innovación, no podemos dejar que se queden al margen de la innovación social. Tenemos que cambiar cada una de las etapas del método, de la manera en la que estamos haciendo la ciencia y la innovación.

- ¿Qué novedades hay que introducir en este sentido?

-Lo primero que tenemos que hacer es dedicar mucho más tiempo a reflexionar sobre qué es lo que tenemos que resolver, cuáles son los problemas que tenemos que priorizar, y para hacerlo debemos buscar la participación de lo que llamamos ecosistemas. Es decir, no que los científicos decidan y que luego los gestores de las agencias de financiación aprueben si les dan o no la ayuda, sino que nos juntemos también con los potenciales usuarios de aquello que estamos investigando y que todos juntos creemos un ecosistema con todos los actores sociales para reflexionar mucho más sobre cómo priorizamos lo que vamos a hacer, y cómo lo vamos a hacer.

- ¿De qué manera se pueden articular esos ecosistemas?

-Depende de la línea de investigación de la que se trate. Aquí en Gijón hemos estado hablando del sector de la energía eólica y cómo en Holanda se han puesto de acuerdo todos los actores, los ecologistas, los pescadores que faenaban en la zona donde se planteaba instalar los generadores, la sociedad civil, los diseñadores, los ingenieros... y cómo han repensado la manera en que se puede potenciar este modelo de producción de energía. Se ha redefinido de algún modo lo que es un aerogenerador de manera que eviten las inundaciones. Además se les han puesto unos impuestos para que reviertan en toda la industria del país, y también se protege el medio ambiente porque se permite que fluyan las mareas... En definitiva se puede ver cómo un impacto social y una controversia importante como la que genera la colocación de aerogeneradores se puede minimizar si se estudia muy bien qué es lo que le preocupa a los distintos actores y cómo se puede implementar. Y no de una forma tan compartimentada, sino todos juntos, pensando cómo se puede hacer mejor.

- En Gijón se ha creado un frente social contra la contaminación que engloba a vecinos y ecologistas frente a las empresas...

-Pues es un ejemplo claro de cómo se podría evitar una situación de controversia, al igual que se hizo con los aerogeneradores en Holanda. Lo que se busca es que antes de llegar a una controversia fuerte, buscar plataformas de diálogo desde las que se pueda tener capacidad de respuesta para los valores de los diferentes actores que están en la mesa. Pero hay que articularlo con metodologías en las que verdaderamente haya una reflexión constructiva.

- ¿Cuáles son las consecuencias de no hacer así las cosas?

-Las consecuencias ya se han visto en algunos ejemplos. Porque muchas veces desde el mundo académico nos dedicamos a desarrollar un servicio o un producto que cuando llega al mercado nos encontramos con que genera una controversia tan fuerte que luego no se puede aplicar. Ha habido ejemplos clarísimos, por ejemplo con las nubes artificiales que se plantearon para luchar contra el cambio climático. Se planteó un diálogo sobre esta cuestión en Inglaterra y se vio que, de desarrollarse, habría colectivos de la sociedad que se movilizarían con fuerza en contra del proyecto, por los miedos y los riesgos asociados a estas tecnologías, y por eso se decidió redirigir las prioridades hacia otras cuestiones que tenían más aceptación pública.

- Las empresas y organizaciones, ¿son conscientes de la importancia de la responsabilidad ?

-Hay muchos ejemplos de iniciativas que han empezado desde abajo, de colectivos que se han dado cuenta y lo están haciendo bien, y también vemos ejemplos cuando la política ayuda. Por ejemplo las agencias de financiación de investigación y de innovación que ya lo están exigiendo. En la Comisión Europea se está haciendo mucho hincapié en las convocatorias, y eso hace que cada vez más gente se esté sumando a esta manera de hacer ciencia e innovación, pero falta mucha pedagogía.

- ¿Y qué hay de los poderes públicos?

-Tenemos la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en Madrid, que está muy por la labor, pero nos faltan otras entidades de nuestro gobierno que se vayan sumando. De todos modos sí que vamos viendo algunas convocatorias que empiezan a valorar estas cuestiones también en España.

- ¿Es esta la innovación del futuro?

-Exactamente, la innovación del futuro es apertura y transparencia, inclusión y hacerlo todo pensando en una deliberación colectiva. La inteligencia colectiva es el futuro, y lo vemos por ejemplo en cómo ha evolucionado Internet, la cocreación es el futuro.

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