"Llevamos toda la vida sembrando para consumo casero y nunca nos vimos en otra igual". Tino Llano, vecino de Montiana, echaba pestes esta tarde en voz alta contra la polilla guatemalteca patata en mano, mostrando los restos de lo que era su cosecha anual. Hasta la tarde del lunes, cuando, tras comprobar que sus patatas estaban infectadas por el insecto, se vio obligado a deshacerse de 67 kilos, los que le quedaban para comer y para la siembra de esta temporada. "Lo peor es no poder sembrar en dos años, porque la diferencia entre comer lo que uno cultiva y comer lo que se compra es grande", asegura el vecino, resignado a la mala suerte de que su cosecha se haya ido al traste por un periodo de tiempo considerable.

Hace ya algo más de dos meses que Tino Llano y su mujer se dieron cuenta de que las patatas presentaban un aspecto renegrido, pero no le dieron mayor importancia al principio. "Luego, al ver en el periódico todo lo que estaba pasando con la polilla, pensamos que podía ser eso", señalan. Con la sospecha cada vez más fuerte de que podían estar siendo víctimas del insecto, llevaron una muestra de los tubérculos a un amigo que regenta una tienda de productos para el campo en La Calzada. Fue él quien abrió las patatas, de las que salieron larvas y polillas ya formadas, y fue él también quien les hizo fotos el pasado viernes y las envió a la Consejería de Desarrollo Rural. En la tarde del lunes se personó en Montiana un técnico con el que procedieron a eliminar los 67 kilos infectados: "les echamos un desinfectante y las tiramos a la basura en un saco cerrado", señalan los vecinos. Ahora, aún a la espera de que les coloquen trampas con feromonas sexuales para atraer a la polilla, se han quedado sólo con un puñado de patatas "para comerlas, hasta que compremos más".

El hallazgo de polilla guatemalteca en Montiana no sólo tendrá consecuencias para esta familia, que compró las patatas en la Cooperativa de Agricultores de Gijón, procedentes de Burgos y "certificadas, con lo que los técnicos nos dicen que venían libres de daño, tuvieron que contaminarse después", asevera Llano. Así, y según han informado fuentes de Desarrollo Rural, será necesario que los vecinos que hayan plantado patata en un radio de un kilómetro, contando desde el huerto contaminado, saquen los tubérculos y envíen muestras para su análisis. Incluso se está preparando ya un bando municipal para que los vecinos sepan su obligación de cooperar para atajar el avance de la polilla.