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La Feria de Muestras, en la Escuela de Peritos antes de poner rumbo al Piles

El Ayuntamiento creó la Empresa Municipal de Aguas para resolver el grave problema municipal de suministros

Aquel año de 1965, el Ayuntamiento logró del Ministerio de Gobernación la aprobación de la constitución de la Empresa Municipal de Aguas -fue la solución idónea que encontraron para resolver las graves pérdidas de agua Claudio Fernández-Junquera y el oficial mayor Alfredo Villa González- con un capital de cien mil pesetas, al frente de la cual la Corporación Municipal presidida por Ignacio Bertrand puso al eficaz ingeniero José Díaz-Caneja.

Y Luis Adaro Ruiz-Falco, tras numerosas gestiones en Madrid, también logró que le diesen una fecha para recuperar las ferias de muestras de Asturias. El único mes que quedaba libre en el calendario de ferias estatales era el de agosto y Luis Adaro ni dudó un momento en aceptar la propuesta gubernamental de que se celebrase entre los días 8 y 22 de agosto. Aunque las anteriores exitosas ferias se habían inaugurado después de la Semana Grande de Gijón, a fin de así prorrogar los festejos hasta el mes de septiembre, la Comisión de Ferias y Exposiciones fue tajante en la imposición de unas fechas de escaso movimiento empresarial: o lo tomas o lo dejas. No había más alternativas y Luis Adaro retornó feliz a Gijón.

La ubicación de la IX Feria de Muestras de Asturias. Así que, inmediatamente se puso en marcha el dinámico equipo organizador que estuvo compuesto -además de por el presidente de la Cámara de Comercio, Luis Adaro, del vicepresidente, Claudio Fernández Junquera, y de su secretario general, Pedro García-Rendueles y Aguado- por: Manuel Díaz Fernández, José García Victorero, Joaquín Merediz Menchaca, Conrado Sabugo Calderón, Marino Galán Braña, Juan Suárez Martínez, Francisco García Castillo, Javier Loring, Luis Suárez Bárcena y Alfredo Canteli. En solamente dos meses tuvieron que pasar de las ideas a los hechos. El primer problema que tuvieron que afrontar fue el de encontrar un escenario adecuado en la ciudad, ya que carecían de recinto ferial -los Campos Elíseos no eran válidos por las edificaciones que se habían construido al lado- y quien se lo resolvió fue el alcalde Ignacio Bertrand al ofrecerles un millar de metros cuadrados en unos locales existentes en la avenida de Fernández Ladreda, en un gran bloque de viviendas municipales que tenía un pasaje que daba a dos calles. Como no era suficiente aquel espacio para arrancar decidieron que la Escuela de Peritos Industriales y su entorno -en total unos diez mil metros cuadrados contando con la comprensión y el apoyo de los vecinos por las incomodidades que iban a padecer durante una semanas- fuese el escenario de la IX Feria de Muestras de Asturias, en esta nueva época en que se abría en el horizonte para la potenciación de toda la industria asturiana. Ante los nuevos tiempos se pasó del arco de carbón al de hierro en la entrada principal que se hizo en la entonces calle de Calvo Sotelo, a la altura de la Escuela Técnica de Peritos Industriales, el único centro universitario existente entonces en Gijón.

Mucho hubo que hacer en la Escuela de Peritos y sus jardines para lograr nuevos espacios expositivos. Y a su director, Enrique Alexandre López, a cambio, tras finalizar la novena feria, le regalaron en agradecimiento por su comprensión nuevas butacas para el salón de actos. El presupuesto que se manejó para la organización de la IX Feria de Muestras de Asturias fue de cuatro millones y medio de pesetas. Ciento sesenta empresas participaron y la exposición fue visitada por 225.000 personas.

Entre mis recuerdos adolescentes está la de ser un cotidiano visitante -ya que vivía al lado y estaba exento de pagar como vecino las diez pesetas que costaba la entrada- divirtiéndome con la propaganda y regalos que nos daban los expositores hacinados en bajos comerciales o desperdigados por las zonas más inimaginables a las que hasta había que acceder a través de escaleras. Así que en aquella, la primera feria a la que asistí, fui testigo privilegiado de lo que años después iba a ser trascendental en mi vida profesional como periodista: la ampliación de El Musel, la construcción del aeropuerto, el futuro de la siderurgia y la mejora de las comunicaciones entre Gijón y León, entre las que también estaba la necesaria "Y griega" entre Avilés, Gijón y Oviedo.

Un nuevo escenario para el escaparate de Asturias. Al finalizar la IX Feria de Muestras de Asturias, todos habían comprendido que había que echarle más imaginación al asunto para la siguiente edición. De ahí que el día de su clausura, el 22 de agosto, el presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, Luis Adaro Ruiz-Falcó, ya adelantó que aquel escaparate de Asturias debía encontrar terrenos idóneos en la margen derecha del río Piles y en los espacios sin utilización del campo municipal de El Molinón. El camino quedó marcado por Luis Adaro, quien haciendo honor a su apellido y a la gran labor hecha por sus antepasados, siempre supo estar a la altura de las circunstancias.

Nuevos horizontes musicales. Como había que ir con la música a otra parte, aquel año de 1965 la primera tienda de Asturias especializada en vinilos, "Discoteca" -gracias a la iniciativa de los hermanos Sergio y Benito Morán de la Huerta-, fue todo un revulsivo comercial en la calle de San Bernardo. Una de sus primeras iniciativas fue la de organizar el primer concurso provincial del baile, tan de moda entonces, de la "Yenka" en la sala de fiestas "Acapulco". Los ganadores fueron Finita Meana, Ana María Morán y Adolfo Venta, a los que premiaron con un tocadiscos. El segundo premio, consistente en un transistor, se lo llevaron Elizabeth Pascuale y Javier Óscar Cejudo. Mientras que el tercer premio, de un lote de discos, lo ganaron Marichu Fraga, Pili Arnaldo y Enrique Villa.

"Los A-2" y las "matinés" del teatro María Cristina" Gracias a "Radio Luxembourg" podíamos escuchar en nuestros aparatos "Siemens" la nueva música que se estaba imponiendo en Europa y que a España todavía no había llegado. Solamente se oía bien a partir del atardecer y allí descubrimos muchos ritmos diferentes que interpretaban grupos formados a base de guitarras y batería, que nada tenían que ver con las canciones que estábamos acostumbrados a escuchar por nuestra EAJ-34 Radio Gijón. Así caímos sonoramente deslumbrados por "The Shadows" -Hank Marvin con su rojiblanca Fender Stratocaster, Bruce Welch, Jet Harris y Brian Bennet- quienes, desde luego, marcaron no solamente el camino a "The Beatles", sino también a un magnífico conjunto gijonés que asumió el acrónimo castellanizado. "Los A-2" ensayaban rodeados de minifalderas fans en un caserón de la calle de Cabrales: Carlos Fernández Miranda, Francis Acebal y Felipe y Tomás del Campo.

Las "matinés" dominicales que se celebraban en el teatro María Cristina modernizaron el panorama musical asturiano. He de reconocer, sin rubor alguno, que mis prioritarias enseñanzas no estaban en las aulas de mi entrañable Colegio Corazón de María de Gijón, sino en los escenarios donde se organizaban aquellos inolvidables festivales domingueros donde actuaban los mejores grupos asturianos: "Los A-2", "Los Archiduques", "Los Desesperados", "Los muiles del Piles", "Diego Cabezudo y Lastra", "Los Fugaces" -con sus espectaculares pelucas emulando a "The Beatles"-, "Los Juniors", "Los Jois" -elegantemente uniformados con preciosista puesta en escena, del Hogar de San José-, "Los Yutang", "Los B-3" y "Los Sonny's", liderados por el incombustible doctor Miguel Escalada.

A pesar del ambiente patriótico y represivo del régimen imperante, nuestras esperanzas eran entonces muy grandes. Quien pierde las ilusiones siempre envejece. Como todavía las mantengo existencialmente, me encanta escribir para recordar aquellos tiempos felices.

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