Sin llegar a vivir momentos de extrema tensión, pero con infinita tristeza. Así entregó ayer a sus dos hijos de tres años Aurora Torres, en el juzgado de Oviedo, ante la juez y sin saber cuándo podrá volver a ver a los pequeños. De esta forma daba cumplimiento a un mandato judicial por el que los niños debían regresar con su padre, de nacionalidad estadounidense, después de pasar varios meses en Gijón violando un acuerdo por escrito con el progenitor.

"Estamos deshechos", aseguraban los familiares de la joven antes de asegurar que "no nos quedaremos de brazos cruzados ante esta situación", si bien son conscientes de que los menores deberían haber regresado a su país natal en el tiempo pactado. La madre arguye que el padre se desentendió de los pequeños en ese tiempo, y que sin su ayuda económica no pudo comprar los tres pasajes de avión para regresar a Nueva York.

El padre de los niños acudió al juzgado acompañado por un amigo para hacerse cargo de sus hijos, a los que no veía desde el pasado verano. Al constatar que no regresaban, inició el trámite judicial ateniéndose al convenio de La Haya para la protección de menores, y la jueza de Oviedo le dio la razón, obligando a la madre a devolver a los pequeños al país en el que nacieron.

Ahora será la justicia norteamericana la que se haga cargo de dirimir quién obtiene la custodia definitiva de los pequeños. De momento la custodia temporal es del padre, según una decisión judicial dictada provisionalmente en un juzgado neoyorkino, como confirma la familia materna. "Aurora no pudo viajar para defenderse, es injusto lo que le está ocurriendo", sostenían ayer sus padres, que arroparon a la joven en el duro trance de devolver a los niños.

"Aún no sabemos cómo afrontarlo, pero esto no va a quedar así, haremos todo lo que esté en nuestra mano", asegura Aurora Torres, temerosa de que los niños no viajen de inmediato a Nueva York. "La familia del padre está en Galicia, así que aún no sabemos cuándo viajarán, es un dolor para nosotros", sentencia la abuela materna. Ayer los pequeños abandonaron Asturias, y el futuro de los menores deberá ser decidido por los jueces al otro lado del Atlántico.