La contaminación de la zona oeste está empezando a tener cada vez más consecuencias económicas para los vecinos afectados por las emisiones a la atmósfera la numerosa industria circundante. Además de las implicaciones nocivas para la salud, los bolsillos de las comunidades de vecinos empiezan a resentirse porque la limpieza de las zonas abiertas de las urbanizaciones ha de hacerse de forma cada vez más frecuente.

Residentes de la zona de El Lauredal han denunciado cómo los espacios comunes de sus urbanizaciones han pasado a tener que ser limpiados cada semana, cuando antes se hacía una vez al mes o a lo sumo cada quince días. A ello se suma que muchas de estas promociones cuentan con piscinas y parques infantiles que, como lamentan los vecinos, apenas se pueden usar por la abundante suciedad acumulada en toboganes y columpios.

Los métodos de limpieza, además, son cada vez más costosos por lo incrustado que queda el polvo de mineral en baldosas y patios, lo que hace necesaria la utilización de herramientas específicas que encarecen el mantenimiento para las comunidades. "Alguien debería advertir a quienes compren en las nuevas promociones del oeste del problema al que se enfrentan", avisan.